Capítulo 22

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Un año después...

Un año ha pasado justamente desde que mi vida dió un giro de 360 grados.
Me encuentro en uno de los grandes apartamentos que me dió Diana y donde he vivido durante todo este tiempo rodeada de lujo y estudiando para llegar a ser buena empresaria.
Toco con la yema de mis dedos una foto mía con mi hijo dejando caer una lágrima por la sensación de vacío que siento. Puedo tener de todo, pero no tengo amor, solo tengo como aliada la soledad y una cúpula que se hace cada vez mayor de tristeza.
Miro mi atuendo y lo bien que me sienta, mi cabello largo cae en mi espalada en forma de cascada, mi rostro está maquillado tapando de algún modo mi lamento y sin embargo me siento desnuda y débil porque no hay ni rastro de felicidad en mi interior.
Apoyo mis dedos en el espejo preguntándome que estoy haciendo con mi vida y si ésta oportunidad debo de aprovecharla.
Soy consciente de que debo permanecer trabajando con Julien, algo que me da exactamente igual.
Desde que murió mi hijo y después de un tiempo que se preocupó por mí ya no supe nada más de él.
Leo las revistas y se muy feliz con Dagna, acude a todos los desfiles que ella desfila y siempre que le preguntan los periodistas dice lo mismo. Lo feliz que está junto a su esposa y por las redes sociales muestra cada detalle que le compra.
En parte siento envidia, porque un tiempo atrás él también se preocupó de mi, pero me abandonó por dinero, sustituyendo mis sentimientos, el tiempo que le dediqué por dinero. Y ahora, verlo lo feliz que es junto a su esposa a pesar de que Diana me ha asegurado los cuernos tiene, me hace darme cuenta que hice lo correcto en quemar aquellos recuerdos vividos con él y en mi corazón e intentar tiempo después recomponerlo.

Alguien toca a la puerta, abro y se trata del chófer que viene a recogerme para ir hasta el casino.
Agarro mi portafolio para caminar detrás del chófer donde al sentarme en la parte trasera del auto se encuentra Diana sonriéndome.

— Preparada. — Me dice dándome pequeños golpes con su mano en mi rodilla.

-– Creo que sí. -– Respondo algo insegura.

Durante el trayecto Diana me da algunos consejos de cómo debo comportarme ante los accionistas pero sobre todo, me repite que debo de ser fuerte, una mujer de acero.
Donde el dolor formará parte de mí, veré lujuria en las miradas masculinas, escucharé comentarios inapropiados. Pero la última decisión es mía. Nadie más que yo mando en mí misma, yo me quiero, yo debo imponer respeto, y callar bocas si no quiero acabar pisoteada y mi orgullo tirado en el suelo.

Llegamos al casino, donde camino junto a Diana la cual todos los trabajadores saludan con admiración.
Subimos en el ascensor, siento mi cuerpo rígido, alzo la barbilla orgullosa de mí misma y dejo que mis tacones pisen fuerte el piso porque así es como me siento. Un mujer hermosa, libre, con ganas de aprender, valiente y sobre todo decidida a encontrar mi lugar en un mundo donde desconocía hasta hace poco.
Entramos en la sala de reuniones donde hay mujeres y hombres esperando para dar comienzo con la reunión.
Encabezando la mesa se encuentra Julien, al ver a su abuela finge cariño dándole un beso en su mejilla.
Al percatarse de mi presencia me extiende la mano.
Nuestro primer contacto después de tanto tiempo es frío, así es como me encuentro fría, pero segura de mí misma.
Tomo asiento en la mesa bajo la atenta mirada de Julien y las personas allí presentes junto a Diana.
Ella comienza hablando sobre la economía del casino dejando claro que habrá cambios. Y ese cambio es que yo ocuparé su lugar.
En un breve discurso Diana se despide de todos dándome la enhorabuena a lo que todos me felicitan menos Julien que permanece sentado mirando a su abuela de muy mal humor.
Al marcharse todos me quedo a solas con Julien.
Y como ya suponía, su reacción se hace notar con la manera tan desafiante y llena de odio con la que me mira saliendo de su boca palabras nada agradables dejando entrever de ser una largarta para aprovecharme de su abuela.
Niego con mi cabeza riéndome con ironía por sus acusaciones.
Harta de escucharlo me levanto y me pongo delante de él dejándole claro las cosas, ya no soy aquella mujer que conoció, esa ha desaparecido. Ahora a de entender que mi nueva yo no se va dejar avasallar ni por él, ni por nadie.

–- Veo que tu ambición no tiene límites Samira.

-– Y yo veo que tú estúpidez no tiene fin. -– Le mantengo la mirada cargada de rencor.

–- Veo que te llevas demasido bien con la bruja como para pagarte dándote la mitad de lo que me corresponde. No creo que haya tanta diferencia entre la bruja y tú.

-– Piensa lo que quieras y saca tus propias conclusiones porque a personas que no saben escuchar para qué malgastar saliva intentando darles una explicación.

–- Solo quiero saber cómo has conseguido ser la mano derecha de la bruja.

-– Adivina, adivinanza Julien. -– Digo con sarcasmo viendo cómo ha desaparecido de mi vista hecho una furia.

Me dejo caer en el sillón mirando a mi alrededor, paredes blancas adornadas con cuadros y un par de muebles donde encima de la gran mesa hay varias tablet.
Miro al techo pensando si esto es lo que realmente quiero en mi vida.
Antes de levantarme del sillón escucho detrás mío la voz de Dagna.
Parándose enfrente mío me reclama por quedarme con lo que no es mío.

–- Veo que no tuviste bastante con lo que te dio mi marido que ahora quieres quedarte con todo. Eres una sinvergüenza.

-– Vaya, y precisamente ¿me lo dices tú? La que se acostó con él cuando todavía era mi marido y le eres infiel.

-– ¡Maldita estúpida cállate!

-– La verdad duele Dagna, y teniendo pruebas más todavía. Sabes que si le nuestro unas fotos a tu marido donde te se ve muy besucona con tu amante, te se caerá la careta y tu carrera darla por finalizada. Creo que la que se debe de callar eres tú.

-– ¡Te odio! ¡Haré de tu vida un infierno! -– Grita marchándose como una loca dando un fuerte golpe en la puerta.

Suspiro pesadamente pensando que ya tengo dos enemigos en mi primer día de trabajo.

En mi busca viene el señor Silten, uno de los trabajadores más antiguos de la empresa y el economista de confianza de Diana. Por lo que se ha comprometido ayudarme.
Primero me conduce por los pasillos de las oficinas explicándome en qué consiste cada habitación y cuál es el trabajo que desempeñan.
Acto seguido, llegamos al grandísimo casino donde la gente derrocha su dinero en máquinas tragaperras, la ruleta, juego de cartas, el bingo...y muchas más mesas de juegos de azar que consisten en que la gente cambie su dinero por fichas y acaben con más dinero o sin nada.
Miro atónita a todas aquellas personas recordando cuando Galiana me llevaba con ella para que viera como jugaba con sus amigas al bingo y se gastaba media pensión y después no teníamos apenas para comer.
Yo comía de sus sobras, y encima debía de estar agradecida por haberme adoptado a mi edad y todo lo que hacía por mí era suficiente, cuántas veces me repetía que algún día acabaría en la calle mendigando porque no servía para nada, sus palabras me bajaban la autoestima llegando a creerme en verdad todo lo que me decía llevaba razón.
Y ahora mismo me encuentro en la cima del lujo, con dinero, casa propia, joyas y ropa cara.
Mire por donde mire todo aquello me da náuseas, ver cómo la gente derrocha su dinero en juegos como si no le importe nada de lo que suceda en la calle, donde hay gente mendigando, familias que no les alcance para alimentar a su familia y deban poner rumbo a otro país donde no saben exactamente qué les va esperar, niños que deben de trabajar, niñas que se les roba su inocencia, y mujeres que deben soportar una cruz muy pesada.
A estos señores y señoras bien poco les importa lo mal que lo pasen los más pobres, hipócritas por no agradecer el esfuerzo de esas personas pobres para que ellos levanten su imperio.
Enojada me disculpo con el señor Silten para ir hasta mi oficina donde al menos puedo controlar mi respiración y percatarme en el lugar que estoy y como debo de hacer las cosas.
Para ser franca, no tengo ni idea de por dónde empezar.

Debo Ser FuerteOù les histoires vivent. Découvrez maintenant