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La pelinegra miraba el reloj varias veces. La confusión no la dejaba pensar, ya que era hora del almuerzo y la comida no estaba lista. 

—¿Dónde está la comida?— dijo el hombre con los ojos llorosos por no ver su comida ya lista. 

—No lo sé ¿Levi ya se fue a la escuela?— Mikasa puso su mano sobre su cadera sin entender. 

—Nunca se había ido tan temprano, ese enano me sorprende cada vez más. 

—Ese idiota nunca me espera, por eso no consigue novia. 

Los dos se sobresaltaron al escuchar una voz más en la sala. 

—Los escucho así que callense.— la voz gruesa de Levi se hizo presente. 

—¿Y ahora a ti qué te pasó?— preguntó su tío al ver la ojeras que traía. 

Mikasa soltó una risa al recordar lo del día siguiente. 

—Nada importante, haré la comida en menos de diez minutos.— aseguró caminando directo a la cocina. 

—Nosotros veamos Betty la Fea, come on, mi fea sobrina.— el hombre caminó como si estuviera a punto de ver lo mejor del mundo. 

—¡Oye!— se quejó la chica ofendida. 

Los dos pelinegros se sentaron a ver la pantalla grande. Pasaron alrededor de veinte minutos y Levi todavía no salía de su lugar de trabajo. 

—¿No había dicho en menos de diez minutos?— se quejó Kenny. 

Su sobrina se encogió sin decir nada. 

—Ya está.— informó el chico. —Mikasa apúrate, tenemos que irnos. 

Los dos se levantaron corriendo para devorar los alimentos como si no hubieran comida. 

—Ahora sí te luciste Levi, es lo mejor que has cocinado.

La chica levantó la mirada buscando al chico y se sorprendió al ver lo que estaba haciendo. 

Y la cereza del pastel fue que Levi estaba levemente sonrojado. 

—¡¿Ah?!— gritó la chica sorprendida. 

[...]

La pelinegra no paraba de preguntar y gritar en dirección a su primo.

—¡¿Para quién es?!— preguntó emocionada. 

—Para nadie, ya cállate.— dijo Levi cansado de sus comentarios. 

—¿Te gusta alguien verdad?— preguntó con una sonrisa. 

—No me gusta nadie Mikasa. Mejor deberías bañarte, otaku.— respondió sin dejar de caminar. 

—Enano pendejo.— fue lo único que soltó para luego correr a la entrada del instituto. 

—¡Levi!— se escuchó por detrás. 

—Otro— murmuró cansado. 

—Amigo mío, te extrañé.— los brazos de Farlan rodearon su hombro. 

—Nos vimos ayer en el trabajo idiota.

—Han pasado mil años.— no hizo caso a su comentario, pero se detuvo sin poder decir nada. —Wow.— dijo viendo lo que traía Levi. —¿Es para mí?— sus ojos brillaron. 

—Quisieras.— habló sarcástico. 

Sus pasos se detuvieron al ver a la pelinegra caminar junto a sus amigos pelinaranja. Por un momento entró en pánico al cruzar miradas con la chica. 

𝐃𝐈𝐅𝐄𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 | Levi AckermanWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu