Introducción

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A finales del siglo XIX, los artistas europeos buscaban nuevas técnicas y formas de expresión que dieran lugar a una renovación de la concepción del arte más allá de la estructura establecida por el academicismo, que consideraban obsoleta. Asimismo, durante este contexto, se produjo en Japón en 1868 el inicio del Periodo Meiji, hecho que dio lugar a la apertura del país al comercio exterior (Akiko, 2013). Gracias a ello, comenzaron a llegar a Europa piezas de arte japonesas que fascinaron a dichos artistas que estaban en búsqueda de una regeneración artística. El foco inicial de este fenómeno japonista comenzó en París, en la Exposición Universal de 1867, que se celebró en esta ciudad, cuando Japón expuso por primera vez en Europa objetos y piezas japonesas pertenecientes a la Escuela Rimpa o también llamada «Gran Escuela de Arte Decorativo». No obstante, la mayor divulgación de arte japonés fue a través del coleccionismo y reproducción de Ukiyo-e Hanga o estampas japonesas (Fernández, 2001).

Hubo además una discrepancia a la hora de interpretar el japonismo entre los artistas europeos: los que lo consideraron una forma de exotismo -como lo fueron las chinoiseries previamente- y que simplemente absorbieron los motivos (kimonos, mariposas, abanicos, etc.); y los que realmente se empaparon en profundidad de las técnicas y temáticas del arte japonés y se aproximaron a un mayor entendimiento de la cultura japonesa. Aun así, entre estos últimos, inicialmente, no se llegó a una comprensión real del carácter espiritual -proveniente de la doctrina budista y de la shintoísta- que posee el arte para los japoneses (García, 2020). Aunque hubo artistas como Monet y Van Gogh, que ciertamente se vieron atraídos por esta espiritualidad japonesa en la pintura.

Aun así, habría que esperar a que más adelante, de la mano de movimientos como el abstraccionismo, el art nouveau, el surrealismo, el expresionismo abstracto de Wassily Kandinsky y el minimalismo de las bauhaus, se empezara a comprender en Europa esta cualidad de la cultura y el pensamiento japonés. Esto lo podremos apreciar en la obra de Joan Miró, quien colaboró estrechamente con Shuzo Takiguchi, llegando mutuamente a una gran convergencia cultural entre Europa y Japón.

En el caso de España, el fenómeno del japonismo llegó más tarde, gracias a artistas españoles como Mariano Fortuny, que trajeron al país estampas japonesas desde París. Por otra parte, la relación que tuvo Pablo Picasso con el japonismo fue particular. Pese a que él mismo negó cualquier tipo de influencia japonesa, podemos apreciar que en su obra, ciertamente, existe de una forma indirecta: muchos autores en los que él se llegó a inspirar a lo largo de su vida, como Manet, Monet, Van Gogh, Degas, y Paul Gauguin, estuvieron influenciados por el japonismo. Además del hecho de que efectivamente está registrado que Pablo Picasso fue un coleccionista de Ukiyo-e.

Finalmente, esta influencia japonista en el arte europeo no afectó exclusivamente a la pintura, sino que también abarcó otros ámbitos como la arquitectura del movimiento moderno, como se puede analizar en el caso de la casa de R. M. Schindler (Almodóvar et al., 2014).

El objetivo de esta investigación es analizar qué supuso el japonismo en Europa durante las Vanguardias Artísticas de finales del siglo XIX y el siglo XX; exponer qué manifestaciones artísticas japonesas influyeron en el arte europeo; y analizar qué técnicas y temáticas adquirieron de estas. Además de señalar qué artistas europeos se impregnaron en mayor medida de esta influencia japonesa y qué posibles choques culturales se produjeron debido a las diferencias conceptuales entre la cosmovisión europea y japonesa. Para llevar a cabo estos objetivos, el libro está dividido en nueve apartados. Los dos primeros: «2. Las Vanguardias: origen y desarrollo» y «3. Los primeros contactos con el japonismo» están dedicados a reflejar en qué consistieron las vanguardias artísticas y el japonismo respectivamente, a través de sus características específicas y su contexto histórico. El siguiente apartado, «4. La importancia de la espiritualidad en el Arte Japonés», plantea el choque cultural que supuso el carácter espiritual en el arte japonés y por qué esta característica no fue realmente captada por los artistas europeos en los primeros contactos con el arte japonés. Los tres siguientes, «5. La Escuela Rimpa», «6. La influencia del Ukiyo-e», y «7. La caligrafía japonesa y las vanguardias. Shuzo Takiguchi y Joan Miró» reflejan cada una de las tres fuentes principales de la influencia japonesa en las vanguardias pictóricas: La Escuela Rimpa, el Ukiyo-e y posteriormente las vanguardias caligráficas japonesas. Posteriormente, he dedicado un apartado, «8. La Influencia del japonismo en España. El caso de Pablo Picasso» para tratar cómo llegó el japonismo a España y analizar específicamente, qué influencias indirectas tuvo Pablo Picasso en su obra en relación al japonismo. Finalmente, en el último apartado «9. Esbozos japonistas en la Arquitectura del Movimiento Moderno. La casa de R. M. Schindler», muestra de forma anecdótica que el japonismo no fue una corriente que influyó meramente al ámbito pictórico de las vanguardias, sino que también a otros, como la arquitectura del movimiento moderno.

El japonismo en el arte europeo de finales del siglo XIX y del siglo XXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora