Michael comienza a balancearnos suavemente al ritmo de la música. Su barbilla está apoyada en mi hombro. Siento su respiración en mi cuello, haciendo que suba mi hombro para tratar de cubrir mi cuello, él no abandona su posición.

-Hoy va a ser un día especial y será hermoso...-su voz ronca y baja hace que una corriente viaje por mi cuerpo, llena de incomodidad- Luego nos iremos a la luna de miel...muy lejos de la cabaña...lejos de todo...

No.

Bajo mis manos, destapando mi rostro. Logro romper el incómodo abrazo y sin controlarme me volteo con la intención de negarme a irme.

Sus manos suben directamente a mi rostro para limpiar el rimel corrido.

Mirarlo a los ojos siempre ha sido difícil. No hay un momento en el que no le tema a esos ojos llenos de locura, de enfermedad, de rabia y tristeza.

En mi mente, las palabras que quiero gritarle con tanta fuerza se enredan. Abro mi boca para tratar de hablar, formular aunque sea una simple negación, pero su mirada atenta, su cuerpo tan cerca de mí...no puedo.

A pesar de que trato de formular palabra, Michael se me adelanta y continua con la tortura.

-Nos iremos a un sitio muy lejano y bello, princesa...-susurra mientras da círculos en mis mejillas. Me es imposible apartarme- Con un jardín lleno de tus flores favoritas. Tendremos un hogar donde la tranquilidad será lo principal que rodee nuestras vidas...también es el lugar perfecto para tener una familia...

Cierro mis ojos ante lo último y sollozo. Logro apartarme de él y huyo al baño sin saber qué más hacer; sorprendemente Michael no me sigue o regaña.

Abro el grifo del lavamanos y mojo mi rostro, quitando el resto del rimel.

Tendré que casarme sin maquillaje.





























No se cuanto tiempo ha pasado, de lo que sí estoy segura es que siento que en cualquier momento me desmayaré. Mis manos sudan y mi boca se siente seca, continuamente me encuentro tomando agua y continuamente me encuentro caminando al baño por ella.

Me encuentro sentada al final de la cama. No dejo de mover mi pie haciendo que el tacón de mi zapato suene, mis manos pasan una y otra vez por la falda del vestido.

Quiero gritar.

Quiero salir corriendo.

Pero ya pensé en todo, pensé en cada mínimo plan para impedir el momento, no hay nada que funcione, nada que pueda hacer. Michael selló las ventanas, quitó todo los objetos filosos, hasta los espejos son irrompibles. No hay manera, no hay manera de acabar e impedir la tormenta que se avecina.

Cierro mis ojos y trato de calmar mi respiración; por favor, mátame.

Michael bajó hace un rato para asegurarse que todo estuviera perfecto, ya que es hora. Me dijo que me quedara en la habitación y que por ninguna razón bajara hasta que él me lo ordenara.

Quisiera que una tormenta pasara por la cabaña y arrasara con todo, que nos destruyera dentro y que la...boda nunca sucediera. Quisiera que Michael tropezara con algo y que se partiera el cuello. Quisiera que un milagro ocurriera y que al yo bajar las escaleras, tropezara y muriera.

-¡Princesa!- el inesperado grito me hace saltar en mi puesto- ¡Ya todo está listo!

No, no, no.

Mi respiración comienza a ser irregular, mis manos sudan con mayor ganas, las vuelvo a limpiar pero esta vez con la funda de la cama y luego paso mis manos por mi rostro.

ContigoWhere stories live. Discover now