El primer acompañante

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Maryge estuvo otro día en la estación, algunos pasaban y trataban de formar conversación con ella, pero no tenía el interés suficiente como para escucharlos, su estómago estaba vacío pero tampoco tenía apetito, ni nada que comer.
Luego de un rato, estaba por quedarse dormida cuando escuchó algo que llamó su atención.

-hola Maryge- una voz desconocida le hablo por su nombre, era extraño porque nadie la conocía, pero tampoco parecía ser su madre.

Levantó la mirada, era un chico pelinegro de ojos obscuros y piel pálida -¿quién eres?- pregunto la pequeña curiosa.

-vengo a sacarte de aqui- sonrió amable el chico mirando la ropa de la niña.

-¿conoces a mi mamá?- se levantó del suelo y caminó frente a el.

-No, no conozco a tu madre, pero no vine por ella- extendió una chaqueta, que aunque era bastante grande para Maryge y ella accedió a ponersela.

-No tengo nada ya, el hombre me quitó el maletín- estaba pensando que tal vez querría robarle como hizo el otro hombre

-¿maletín? No vengo por ningún maletín pequeña, vengo por ti- se agachó un poco para verla cara a cara.

-y ¿cómo sabes mi nombre?- retrocedió.

-tengo una habilidad para saberlo-

-blabilidad...¿qué es eso?- miró a un lado, pensando.

-se dice habilidad- dijo subrrayando la palabra con la voz para que enfatizara en ella -es algo que puedes hacer bien, yo se que tu tienes habilidades sorprendentes como yo-

-¿tengo ha-bi-li-da-des?- dijo con dificultad, tratando de pronunciar bien la palabra, miró de vuelta a el chico y sonrió entusiasmada.

-claro que las tienes, y son únicas, algo como..esto- hizo un movimiento de mano y ahora tenía galletas con chispas de chocolate; extendió las galletas hacia Maryge, quien las miró sorprendida.

-esa es una..habilidad, ¿verdad?- miró al chico y a las galletas de nuevo -¿puedo tomar una?-

-¡tomalas todas! Son especialmente para ti- el chico sonrió y tomó las manos de la pequeña para que esta las tomara.

Maryge las tomó y empezó a comer las galletas enseguida sin despegar la vista del chico, después de comer algunas, se detuvo con la boca llena  -¿cómo te llamas?-

El chico tocó su cabeza -oh, claro; estoy olvidando lo más importante- extendió su mano a la pequeña -mi nombre es Jeremy, Jeremy Lesey-
   





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La vida de Maryge LeseyWhere stories live. Discover now