problemas menores

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Maryge se quedo en la estación, estaba acostumbrada a estar sola, pero no por tanto tiempo; al menos no así. Estaba hambrienta y desorientada, por las noches hacia frío y ella solo llevaba puesto un vestido que no cubria ni la mitad de su cuerpo. Pasaron unos días y ella se dormía sobre el maletín esperando a que su madre volviera.

-¿estas sola, niña?- pregunto un hombre acercandose a Maryge sonriendo de una manera extraña.

Maryge lo miró confundida para luego señalarse a ella misma -¿yo?-

-si, te hablo a ti- el hombre se puso en cuclillas a su lado.

-e-estoy esperando a mi mamá- dijo incrédula y abrazó el oso de peluche.

-a tu madre..- pensó un momento -¿cómo se llama ella?-

Hubo un silencio, Maryge se encogió de hombros y miró al hombre aun abrazando su oso de peluche, Amelia nunca le había dicho su nombre, lo único que la pequeña sabía de ella era que era su madre.
Esto al hombre pareció agradarle, aclaró la voz y habló.

-no te preocupes por eso, ella me dijo que te recogiera justo aquí- se levanto sonriente y extendió su mano para que Maryge se llevantara -vamos con ella-

Maryge no sabía que responder y se levanto en silencio pero sin tomar la mano del hombre.
El devolvió su mano pensando.

-tengo una carta!- dijo y buscó algo en sus bolsillos.

-¿una carta? ¿que es eso?- maryge hizo una mueca de confusión, su madre tampoco había mencionado algo similar a una "carta" ¿era como un libro?.

-mmm ¿cuantos años tienes?- pregunto el hombre dejando de lado su busqueda.

-uno...dos..tres..cuatro..cinco, cinco años- contó con sus dedos y luego mostro su mano a el hombre.

-mjm..ya veo- miró a sus lados atento -deberiamos irnos-

-¿a donde iremos? Mamá  no quiere que esté más en ese lugar-

-¿en que lugar?- hizo una mueca de desagrado, esta platica se estaba tardando más de lo que el quería.

Maryge volvió a encojerse de hombros.

-y ¿que hay en el maletín?- señaló el maletín de la pequeña.

-no lo se, no puedo abrirlo- dijo en un tono bastante bajo y agitó el maletín tratando de hacer sonar lo que había en su interior.

-dámelo- extendió su mano para tomar el maletín pero Maryge lo escondió tras ella.

-me lo dió mi mamá, es mio- el maletín fue arrebatado de sus manos por el mismo hombre, después de eso, el solo se perdió entre la gente de la estación y Maryge, más confundida que antes volvió a sentarse en la misma posición en la que estaba a un inicio.
  





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La vida de Maryge LeseyWhere stories live. Discover now