—¿Qué mierda?— Soltaba María José, viendo a su mejor amiga en los asientos traseros de su coche.

— Antes de que digas una estupidez,— Empezó Audrey pasando una mano por su cabello.— Quiero decirte que, Emilia sabe lo que Wiliam ha hecho y está a punto de poner una demanda en su contra por secuestro.— Explicaba la pelinegra rizada, María José frunció el ceño.

—¿Cómo sabes todo eso?— Preguntaba María José, desconociendo a su mejor amiga de tantos años.

— Emilia no es buena persona, Poché.— Se limitó a responder Audrey.

— Audrey, me importa una mierda. ¿Cómo sabes que Emilia sabe de Wiliam?— María José apretaba su mandíbula, viendo a la chica tatuada.

— Solo te diré que es una trampa. Mantén tu distancia si no quieres salir raspada.— Y sin más Audrey salía del coche de la morena.

—¡Audrey! ¡Audrey!— Gritaba María José desde el coche.—¡Mierda!— Exclamó arrancando el coche rapando llantas. Tenía el tiempo contado.

(...)

María José detenía el coche en la carretera desolada, bajó del coche y vió a los lejos el bosque del que había hablado Wiliam. La morena movió su pie nerviosamente contra el suelo, pensando si debía esperar al castaño o moverse para encontrarlo, finalmente decidió ir a buscarlo.

Movió sus pies y rápidamente comenzó a caminar hacia el bosque, de maleza alta ya algo muerta. Sus oídos enviaron alertas y se detuvo en seco a medio camino, agudizó su sentido del oído y escuchó una queja más pisadas que rompían en dos la maleza.

—¿Poché, eres tú?— Preguntaba un Wiliam adolorido.

—¡¿Qué te pasó?!— Preguntaba María José alarmada, al ver cómo de la pierna de Wiliam bajaba sangre.

— No hay tiempo, hay que irnos.— Respondió Wiliam, haciendo una mueca de dolor, mientras un pequeño dormía en sus brazos.

— Vamos.

María José tomaba al pequeño en brazos, mientras un Wiliam cojeaba sosteniendo su pierna. La morena dejó al pequeño dormido en el asiento trasero, cerró la puerta y subió al coche, Wiliam ya se encontraba en el asiento del copiloto.

— Hay que ir a un hospital.— Comentó María José arrancando el coche, Wiliam negó con su mano ensangrentada.

— No, me harán preguntas de cómo una bala llegó ahí.— Explicó Wiliam, quitando su cinturón para hacer un torniquete.

— Te estás desangrando, Wiliam.— Habló María José con severidad.

— Estaré bien, solo hay que sacar la bala.— Respondió Wiliam haciendo una mueca de dolor.

—¿Cómo es que no ha despertado?— Indagaba María José, apuntando con su cabeza al pequeño dormido.

— La maldita vieja que lo “cuidaba”— Wiliam hizo comillas con sus dedos.— Lo mantiene sedado todo el tiempo, así el pequeño no molesta.— Agregó con rabia en su voz, María José negó con su cabeza.

— Emilia sabe que te robaste al pequeño.— Soltó removiendose en su asiento, Wiliam la observó.

—¿Quién te dijo eso?— Indagaba Wiliam con sospecha.

— Es una larga historia que te contaré luego, pero hay que tener cuidado. Estamos metidos en un gran problema.— María José llenó de aire sus pulmones, mientras por el espejo retrovisor miraba al pequeño castaño dormir.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now