ocho

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Jaemin se quedó pensando durante unos segundos, empezando a sentirse nervioso al ver que no quedaban demasiadas cosas en el césped.

No quería.

No quería llegar al final de ellas y escuchar que eso finalmente había acabado, era egoísta pensarlo, pero no quería a Renjun lejos de él.

Sabía que había cometido muchos errores, pero de lo que podía estar seguro era de cuanto se arrepentía, él quería poder olvidar eso y volver de la mano de su novio a su casa, pidiendo perdón una y otra vez por todas las cosas que había hecho.

Pero no sería tan sencillo, y eso era algo que nuestro pequeño Jaemin no estaba considerando.

No iba a ser fácil que Renjun cambiara de idea en ese punto de su relación.

— Tengo que decirlo... Voy a extrañar a tus padres. —  Suspiró, viendo el par de polaroids en sus manos. — Pero ellos lo entienden... Nunca podré agradecerles lo suficiente por todo el amor que me han dado en estos años.

— ¿Lo entienden...? — Preguntó confundido. —  Espera... ¿Ellos también lo saben? ¿Todo lo que estás haciendo?

— ¿No te dije que tú eras el único que no sabía que esto pasaría? — Dijo con una leve sonrisa. — Lo que es irónico.

— El único...— Murmuró bajando su mirada. — ¿No crees que has sido un poco injusto conmigo? Es hasta cruel que todo el mundo, excepto yo, supiera lo que ibas y que vas a hacer después de esto. — Se cruzó de brazos, mirándolo con el ceño fruncido.

— ¿No crees que es injusto que hayas hecho llorar a tu novio un montón de veces porque tú no te atreviste a hacer esto antes? — Preguntó sonando molesto. — Mierda... Mira, no quiero... no quiero decir cosas hirientes para hacerte sentir culpable, ¿Sí? Lo lamento, sólo... sigamos.

Extendió las pequeñas fotografías donde estaban ellos y los padres de Jaemin junto a un gran árbol de Navidad, sonriendo hacia la cámara.

La navidad era una de las festividades favoritas de Jaemin, amaba la nieve, los dulces, las galletas recién horneadas, y las lindas luces de colores en todas partes.

Y él, como un hombre que amaba sobre todo hacer feliz a las personas que quería, consideraba una fecha perfecta para hacer feliz a cada una de ellas, aunque fuera con un detalle pequeño; ya fuera con galletas de jengibre en forma de pollitos de esas que tanto le gustaban a su amigo Jisung, o un carísimo artículo de la línea de productos del jugador de baloncesto que Chenle admiraba.

Jaemin era un perfecto Santa Claus.

Por esa razón, el rumor de ser reconocido como Santa por todos sus amigos no tardó en llegar a los oídos de su novio, quien en seguida le dijo que no debía molestarse con un regalo para él.

Eso era casi como pedirle que no bebiera café.

¡Imposible!

Su Renjun tendría el regalo más gigante y precioso que podría imaginarse.

O eso era lo que pretendía.

Pero cuando estuvo a apenas una semana de navidad, y él no tenía un regalo para su novio, empezó a entrar en pánico.

¡No sabía que regalarle!

Estaba seguro que ya le había regalado demasiadas cosas de Moomin, y no quería ser repetitivo; cosas de arte era una opción, pero no le convencía; ropa sonaba algo muy aburrido; regalarle un perfume sería como decir que no le gustaba su olor habitual, y no era así, ¡Amaba el perfume que usaba Renjun!.

the end; renminWhere stories live. Discover now