13. Volando alto

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Sirius era conocido por planear malas ideas que mayormente lo metían en problemas. Como por ejemplo tratar de acampar en la comunidad de sirenas del Lago Negro cuando estaba en primero, intentar montar a un Kelpie cuando estaba en sexto o la vez que cuando tenía tres años envió a Reggy a sus tíos por lechuza para volver a ser hijo único. Muchas de esas veces recibiendo regaños por parte de sus padres o maestros.

Era algo que lo caracterizaba de los demás. Lo que le hacía ser Sirius. Su actuar impulsivo ante las situaciones que se le presentaban en donde (muchas veces, en verdad) su vida corría peligro o no. La adopción de Draco era una muestra de ello.

Era consciente de que también era un defecto de su persona. Sus amigos también caían junto a él cuando hacían bromas de Los Merodeadores. Tal vez ese impulso lo cegó al momento de alegar que eran bromas inofensivas cuando en realidad eran actos de acoso disfrazado. Aunque la idea del mapa del merodeador fue la mejor cosa que se le pudo haber ocurrido. Sabía qué hacer lo que estaba apunto de hacer le ganaría un regaño monumental por parte de Remus.

Pero es que no pudo resistirse a la carita de tristeza de su pequeño Draco.

Todo había comenzado al momento de recibir una carta de Lily agradeciéndole sobre el regalo que le dio a Harry por su primer cumpleaños. Sabía que darle una escoba de entrenamiento era algo muy imprudente de su parte, pero prefería que fuera James el que sufriera en el hospital a que fuera él. Era idiota, pero no tan idiota como para darle una de esas cosas a su bebé precioso estando tan pequeño.

El problema fue que, junto a la carta, había una fotografía de su ahijado montando su nueva escoba y volando por toda la sala de estar de la casa de los Potter y decir en voz alta que tenía talento natural. También fue que Draco estuviera con él cuando la vio y gritara emocionado apuntando la escoba. Le pregunto si lo que quería era tener una de esas cosas a lo que él asintió con su siempre deslumbrante sonrisa, sonrisa que desapareció al momento de decirle que no, haciendo que Draco gritara enojado.

Trato de ponerse firme y negarse de nuevo, pero cuando vio que los ojitos grises se inundaban en lágrimas, eso le partió el corazón.

Eso los lleva a donde están ahora, en el patio de su casa, Draco caminado a su lado tomando su mano, con una sonrisa oculta por su chupete, y Sirius con una escoba de Quidditch sobre su hombro.

— Muy bien Draco. El día de hoy aprenderemos a montar una escoba— se detuvieron cuando estuvieron lo suficientemente lejos de la casa. No quería que cualquier vecino entrometido los viera volando. Mucho menos Remus.

¡Montal!— dijo alzando los brazos y soltando su chupete que colgaba de un cordón abrochado a su blusa. Su hijo había mejorado con aprender palabras, ya era consciente de decir los objetos que le rodeaban, pedir las cosas con un por favor y podía decir los nombres Sirius, Remus o Severus.

— Así es. Volaremos solo unos metros y regresaremos a casa antes de que papi llegue de su salida al mercado— dejó la escoba en el pasto y se alejó unos dos pasos.

— ¡Papá, montal! ¡No piso!— Draco lo miro con un puchero, apuntando a la escoba.

— Paciencia Draco. Para tomar una escoba es muy fácil, solo tenemos que poner nuestra palma extendida sobre la madera— levantó su mano derecha a la altura de su cadera, sobre la escoba, siguiendo sus propias indicaciones, — y decimos, ¡arriba!

Y la escoba se elevó hasta su mano.

— ¡Ah! ¡Voló!

— Exacto, ahora es momento de montar— pasó su pierna por sobre la escoba quedando sobre ella. Sentó a Draco frente a él y sacó su varita para conjurar el fular que su pareja había comprado. Se lo puso y pasó la tela por el pecho de Draco y que este quedara con su espalda apoyado a su torso, teniendo así los brazos libres para poder guiarse cuando estén volando.

— ¿Estás listo, Dragón?— preguntó Sirius acariciando los cabellos rubios.

— ¡¡SI!!

— Entonces vamos en tres, dos, u-

— Ni se te ocurra terminar ese conteo— Suspiro derrotado cuando escuchó la voz a sus espaldas de su pareja. Lo miro sobre su hombro con una sonrisa torcida y apenada.

— Remus— lo llamó con cariño.

— ¿Acaso estabas pensando en llevar a volar a nuestro hijo? ¿En escoba?— tragó saliva. El castaño estaba de brazos cruzados y una ceja alzada, sus ojos brillaban con algo que no supo descifrar, — ¿Sin mi?

Sonrió grande, su Remus adoraba volar con él en su moto cuando eran estudiantes, ahora no podía volarla solo conducirla pero sabía que terminaría aceptando por tener un paseo de nuevo. Con un movimiento de su cabeza indicó que se subiera. Remus camino tranquilo y con cuidado se montó en la escoba. Pasó sus brazos por el estómago de Sirius, tomando la manita de Draco que se removía inquieto en el fular y recargando su barbilla en el hombro del pelinegro.

— Bien, ya que todos los pasajeros están a bordo, es hora de ¡volar!— dio una patada al piso y al segundo siguiendo se estaban elevando por los aires.

Draco chilló contento al sentir el aire despeinando sus cabellos y como la brisa pegaba en su rostro. Todo se veía más pequeño de lo normal, ¡ahora él era más grande que todo!

Subió una altura considerable hasta poder llegar a atravesar las nubes. La neblina blanca los ocultó por completo mientras nadaban dentro de ella, dejando un rastro blanco a su paso. Draco sonrió por la sensación de nube desvanecerse por sus dedos. A lo lejos pudieron ver el pueblo, los animales que habitaban en bosque se escondieron cuando pasaron por sobre los árboles. Pasaron dándose al vuelo por los movimientos en las copas de los pinos.

— Agárrense bien— advirtió Sirius. No le dio tiempo a Remus de preguntar cuando su pareja bajo en picada hacia el charco gigante del lago negro. Aferró su agarre en Sirius y en Draco, sonriendo divertido al escuchar a los otros dos reír a carcajadas.

Sirius guió la escoba hacia el lago, volando por sobre la superficie. Se inclinó un poco, quedando de lado y metió sus dedos al agua, el agua golpeando rápido sus yemas por la velocidad. Remus por su parte, hundió los dedos de sus pies descalzos, salpicando chispas de agua sobre su cuerpo y rostro.

Pasaron un rato volando pro los límites de su hogar hasta que el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Se detuvieron sobre la cima de una colina para apreciar el atardecer. Estaban sentados sobre el césped. Sirius con sus piernas cruzadas y descansando su brazo sobre su rodilla, Remus con la cabeza recargada en su hombro acariciando la manito de su hijo mientras Draco se había quedado dormido en su portabebes.

Poco después, siguieron el ejemplo de su hijo en quedarse dormidos; acostados y acurrucados sobre el pasto con un hechizo calentador.

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¡¡Hello!!
Estaba así de ponerle al capítulo "vibra alto", no sé los negaré. Además de que lo hice al "ahí se va" y por eso está un poco soso.

Sirius es el tío cool que le regala a sus sobrinos las cosas cool y peligrosas que no quiere que tengan sus hijos. Tipo Tío Stan de Gravity Falls. Remus no está muy contento con la idea pero lo deja ser. Y Draco... Draco solo quiere volver a volar.

Espero que les haya gustado. ¡Nos vemos en la próxima actualización!

¡AVISO!
Puede que tarde en actualizar, pero esto se debe a la extensión de los siguientes dos capítulos. Pueden darse una idea...

Taking care of a little dragonWhere stories live. Discover now