EXTRA 3: PRISIONERA.

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Los animales miraban a la joven que caminaba con furia para seguir alimentando a los animales. —¡Es qué yo no quiero! Casarme con Gerald sería cómo firmar mi propia sentencia...mi libertad. No, no lo aceptaré nunca y nada me haría...—

Un relinchar hizo que Rosabella volteará a ver detrás suyo, un caballo corría con temor hacia su casa y gracias a las pequeña manchas en su rostro fue que pudo reconocerlo: Phillip.
—¿Y...ellos? ¡Phillip!— Dejó caer el balde de migajas y corrió hacía el caballo, lo acarició un poco al sentir su corazón detenerse al no ver la carreta. —¿¡Dónde están mis padres!? ¡Llévame con ellos, ahora mismo!—
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Poco después de adentrarse en la oscuridad del bosque, Rosabella se vio perdida pero confiaba que el caballo recordará el camino y así fue cuando los no tan lejanos aullidos de lobo se hicieron escuchar. Phillip corrió en la misma dirección que Adam y Bella habían tomado y en poco tiempo ya hacían frente al rejal de gran tamaño. Debajo de la nieve que cubría la punta de la puerta, Rosabella pudo notar una insignia...le resultaba conocida, pero no tenía tiempo para investigar.

Ambos se adentraron en el lugar, un escalofriante jardín los había recibido y fue ahí cuando bajó del caballo. Se acomodo la capa rojiza que había llevado consigo y se acercó la puerta. Justo antes de tocar, sus manos se encontraron con el listón de su madre, aquel que iba en su capa de viaje.
El corazón de Rosabella se aceleró y pensó terribles cosas, pero no podía dejarse llevar. Algo en ella le decía que seguían vivos...y en ese extraño lugar. Justo antes de tocar, la puerta se abrió ante ella y una inmensa oscuridad la acogió.

—¿Hola? ¿Hay alguien?...

Rosabella caminó a ciegas por el recibidor y gracias a la luz de la noche fue que pudo ver qué aquel sitio parecía un palacio...uno antiguo y destruido.

No muy lejos de ella y sobre una mesa larga de mármol, dos candelabros eran reprendidos por un reloj.
—¿Cómo se les ocurrió esa estupidez?— Dijo una voz femenina pero muy severa. —Darles la bienvenida, serviles té y sentarlos en el sofá del amo—

—Tratabamos de ser amables~ y deberías felicitarnos, nosotros seguimos recordando nuestro deber principal en ese lugar— Una pelea estuvo por iniciar, hasta que él candelabro de plata los golpeó en la cabeza y señaló con entusiasmó la figura de la joven.

—¿Será... posible? ¡Una doncella! ¡Vamos hermano, ella puede ser la indicada!—

—¡Ustedes dos, vengan aquí!—

Aún sin poder encontrar alguna puerta, Rosabella estuvo por desistir, pero una luz brillante y dorada le hizo notar un pasadizo y unas escaleras de Caracol. —¡Espera, estoy buscando a mis padres!— Corrió tras la luz que avanzaba por las escaleras y ambos hermanos se detuvieron y escondieron poco antes de llegar a los calabozos. —¡Por favor, debes ayudarme!— Dijo Rosabella antes de ser sorprendida por la voz de su padre llamarla.

—Hija...¿Eres tú?

—¡Papá, mamá!— Encerrados detrás de unas rejas, Rosabella se puso de rodillas y tomó las manos viejas de sus padres. —¡Están congelados, los voy a sacar de aquí!

—¡No!— Sentenció su madre —¿Llegaste con Phillip? ¡Ve con él y corre, no debes dejar que te vea!

—¡No me iré sin ustedes! ¿¡Quien les hizo esto!?— Detrás de ella, un fuerte golpe la hizo girar de susto, la oscuridad del calabozo cubría al ser que andaba en cuatro patas, pero a simple vista podía ver el gran tamaño de lo que parecía ser un animal a primera vista.

—¡¿Que haces aquí!? ¡Quién te dejo entrar!— Su voz grave e intimidante había dejado a Rosabella aterrada por dentro y estarlo fuera una opción en su misión.

—Por favor...vine por ellos, son mis padres. Tienes de liberarlos, están delicados...te lo suplico.

—¿Por qué tendría que hacerlo? Ellos entraron a mi castillo y deben ser tratados como ladrones...¡Son mis prisioneros, sus vidas son mías ahora!

—¡Por favor, debe haber!..una manera— Los rayos de luz lunar entraban por las pequeñas ventanas de la torre. Rosabella pudo ver cómo él se incorporó a las sombras cuando la luz amenazó mostrarlo, entrecerró los ojos mientras se ponía de pie. —Sal a la luz...—

Daring, sorprendido por el cambio de comportamiento de la joven, decidió conceder la petición. Dió un par de pasos y dejo que luz plateada lo cubriera.

Los orbes avellana de ella fueron testigos de un ser jamás antes visto: dos metros de alto, cuerpo de oso polar, patas de león con filosas garras, cabeza del mismo animal, dos pequeños cuernos arriba de sus orejas blanquecinas, dientes...no, colmillos filosos que intimidaban con sus ojos azules que habían perdido todo su brillo. Una capa azul naval era lo único que lo cubría, pero no había duda alguna: Estaba frente una verdadera bestia.

La apariencia de la bestia tenso a Rosabella. No podía dejar a sus padres con él, no debía...
Se volteó un poco y les sonrió de una manera tranquila a sus padres. Después, volvió la mirada a la bestia, no había sonrisas, sino una expresión decidida.
—Yo tomaré su lugar...de los dos.

—¡Rosabella, no!—

Las palabras de la joven fueron una gran sorpresa para Daring. ¿Por qué alguien se sacrificaría por dos ancianos? ¿Por qué ella dejaría todo por ellos?

Es una tonta

Pensó el príncipe, pero había sido convencido. —Tú...¿Tomarías su lugar? No puedes cambiar de opinión...si aceptas, te quedarás aquí por siempre—

La sentencia de la bestia fue como una apuñalada en su corazón. Todo lo que ella había planeado para su vida había llegado a su final, nunca tendría la libertad que tanto deseaba...pero valdría la pena si debía sacrificarla por sus padres.

—¡Escúchame, Ross!— Su padre, firme en las rejas, le gritó a su hija. —¡No vas a quedarte aquí, vete ahora mismo, es una orden!— Adam jamás le había hablado de tal manera a su hija, pero ambos sabían que era todo gracias a la valentía de Rosabella.

Una sola lágrima cayó en su mejilla, dió un paso adelante para estar frente a frente a la bestia y sin mirarlo Afirmó. —Te doy mi palabra.

—¡De acuerdo!— Daring se abrió paso aún lado de ella, quien había caído de rodillas y cubierto si rostro lloroso con sus manos. El sonido de la celda abrirse era doloroso. Él arrastró a ambos padres y ellos trataron de abrazar a su hija. —¡No, espera, un minuto!— Rosabella se puso de pie y corrió detrás de la gran figura. Quería despedirse, por última vez siquiera, pero la puerta del calabozo se cerró con fuerza cortándole el paso.

Desesperada, Rosabella corrió a la ventana más cercana y usó uno de los barriles para poder mirar a través por ella.
Desde ese lugar pudo observar cómo Daring arrojaba a sus padres a un viejo y destruido carruaje...y esté se puso de pie y corrió en sus cuatro patas, cuál caballo, al interior del bosque.

Rosabella esa noche había renunciado a su libertad y ella no sabía que su aventura tan anhelada estaba por comenzar.

Siempre serás una bestia. [Darbella]Where stories live. Discover now