☆ Mi pequeño regalo ☆

4. Los infectados

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La mandíbula de Tae se desencajó ligeramente. El disgusto burbujeaba en cada facción de su angelical y maduro rostro y ello le dio una clara señal a Tee de que debía actuar de inmediato si quería evitar consecuencias mayores.

Toma a Bas antes de que yo lo haga.

Tee tomó suavemente la mano del más joven. Sonriendo ligeramente para inspirar tranquilidad.

Era un hecho conocido. Todos en la isla sabían de las muchas veces explosivas y mandonas cualidades de Tee, esas cualidades que florecían cuando los más pequeños gozaban creando desorden... Sin embargo, muy pocos se imaginan la parte protectora y suave que su instinto natural aplica cuando cualquiera, absolutamente cualquiera, pretende poner un solo dedo sobre sus pequeños ángeles.

Especialmente Copter y Bas.

Pero la furia del líder Tae con el más joven, era el menor peligro presente.

Al parecer, el ángel del tiempo había decidido que llegó el temido momento.

Al parecer, su pequeña isla estaba por dejar de ser el paraíso perfecto. Ese que se mantuvo estoico todos estos años con la misión de proteger a Copter.

Al parecer, finalmente la infección que estaba matando a la humanidad los había alcanzado también.

—Bas, dime la verdad, ¿dónde está Copter?

Tee sintió su corazón acelerarse. Podían sentirlo. Había varios humanos infectados deambulando por la playa, todos ellos moviéndose en busca de algo y claramente dispuestos a lo que sea por obtenerlo.

Tae y Tee tenían dos suposiciones al respecto.

O querían algo del humano que había naufragado en esta isla... O tal vez su malvado líder demonio había descubierto la ubicación de Copter y planeaba asesinarlo antes de que sucediera otra cosa, algo que pudiera poner sus planes en peligro.

Ambas opciones eran problemáticas, puesto que con la respuesta nerviosa de Bas, quedaba claro que el semi-Ángel a su cargo se encontraba en peligro y ellos no estaban presentes para procurar su bienestar.

No puede ser, no puede ser.

Copter estaba en la cabaña, desprotegido. A la deriva con aquél inestable y dañado ser humano lleno de inexperiencia y emociones volubles.

Conociendo a Copter, su curiosidad debía estar llevándolo a tomar decisiones que no le corresponden. Creyendo en las palabras de un desconocido. Tal vez enterándose incluso de cosas que Tae y Tee omitieron o sólo imaginaron decirle cuando el momento fuera oportuno.

¿Pero es acaso ya ese momento?

Tee sostuvo la mano de Bas con más fuerza y lo obligó a seguirle el paso a través de los árboles y la maleza. Tae le dedicó una mirada significativa cuando decidió quedarse atrás, y aunque eso estresa aún más al ángel, Tee decidió confiar en la fuerza y buen juicio de su alma gemela.

Tae había vivido cientos de años ya.

Copter era el que aún tenía mucho que aprender.

Mucho que vivir.

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