La noche del día en que nos besamos por primera vez no pude dormir. Esa explosión de sentimientos que provocaste con tus labios aún me tenía con la cabeza revuelta y con los labios en una gran sonrisa que nada ni nadie me la podía quitar. Entonces, fui al patio y miré las estrellas, de esa manera hablaba con mis padres y les contaba en silencio sobre la chica que me ponía el mundo de cabeza.

Traté de descansar, pero no podía, así que me entretuve creando dos brazaletes. Busqué entre las cosas de mi mamá unos hilos perlé negro y fui haciendo nudos de serpientes e introduje dos perlas amarillas como adorno dejando un espacio entre ambas. Tu brazalete era mucho más pequeño que el mío. Por la mañana me comuniqué con Claudia y le pedí que me consiguiera dos dijes con imán de un sol y otro de una luna, lo hizo y yo pude completar los brazaletes. El dije de la luna fue para ti y el del sol para mí, ambos fueron colocados en medio de las perlas amarilla.

Ese regalo con significado te lo entregué el día del eclipse solar, tu mirada brilló cuando los viste. Allí fue cuando conecté los brazaletes por el imán de los dijes y te expliqué:

—Tú eres una luna creando una fría noche y yo soy el sol creando un cálido día, pero cuando conectamos hacemos cosas maravillosas.

Contemplaste tu regalo con una mirada tan dulce que muy pocas veces dejabas ver, sonreías tanto que no podía creer que yo fui el autor de tus emociones. Te abracé y te dejé un beso en tu cabeza, quería estar unido a ti para siempre, así que tenía que hacértelo saber de alguna forma.

—Te amo desde hace tiempo —te confesé—, pero jamás tuve el valor de decírtelo por miedo a que te alejaras y así perderte de nuevo.

—Pues yo no pienso irme a ningún lado —prometiste—. Ya encontré mi hogar.

Tu mirada y tu sonrisa construían un mundo nuevo para los dos. Fue entonces cuando juré que te amaría toda mi vida, que serías la persona que despejaría mis días nublados con solo verme con esos ojos hechizantes.

Sin embargo, todavía seguía insatisfecho. Quería darte más que un brazalete y palabras. Tenía que darte mi vida.

¿Qué tal si no hubiera un mañana para mí y antes no pude entregarte todo lo que estaba a mi alcance? No tenía que hacerte esperar tanto tiempo. ¿Recuerdas que la noche anterior del eclipse te propuse matrimonio simbólico? Cuando te entregué el brazalete me di cuenta que no quería nada simbólico.

Realmente, quería compartir mi vida contigo. Realmente, quería formar una familia contigo. Realmente, quería envejecer contigo. Realmente, quería morir contigo.

Entonces, decidí que pediría tu mano legalmente después de que me dijeras que estabas embarazada. Ya lo tenía ideado: un casamiento en la casa de vacaciones, tú con un vestido negro como te gustaba vestir, yo de traje blanco y bailar la canción «As the world caves in» interpretada por Matt Maltese que siempre te la dediqué sin que lo supieras.

¿Qué tal si no hubiera un mañana para mí y esa felicidad que quería para los dos? Tenía que cumplir mi deseo cuanto antes, tenía que verte con un anillo en tu mano, tenía que verte en nuestra luna de miel, tenía que verte con nuestra bebita en brazos.

¿Qué tal si no hubiera un mañana para nosotros?

¿Qué tal si no hubiera un mañana para nuestro amor eterno, bichito de luz?

Yo no dejaría que eso sucediera... 

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Hola, Camaleónicos... Tanto tiempo. 

Hoy es un día especial porque recordamos a Oliver. Un 3 de noviembre se nos fue el chico camaleón y para recordar a este personaje tan querido les traje un capítulo especial. Ojalá les haya gustado.

Este capítulo está dedicado especialmente a @Glow.Speech, quien realizó las portadas para esta trilogía, para la cuenta de Instagram @elizabeth_guillen_fans que brinda mucho cariño a mis libros y para ustedes quienes recomiendan esta historia para que más gente la conozca. 

Ojalá pronto tengamos el libro en físico... 

¡Gracias por todo!

Con cariño, Eli Guillen. 


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El chico camaleónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora