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Alessandro nos abre la puerta de la tienda más emblemática de la zona más sofisticada de la ciudad. Una tienda en la que yo nunca antes me había planteado entrar. Todo escapa de mi presupuesto, necesitaría tres sueldos más la paga de navidad para lo más barato que tengan, y puede que ni así pudiera permitírmelo. Conozco el lugar porque más de una vez me he pegado a sus escaparates, enamorada de todas esas maravillas fuera de mi alcance.

Reviso una blusa sencilla con demasiados ceros en la etiqueta que marca el precio y no puedo evitar sentirme como una farsante, preguntándome si esto no será una encerrona.

Una dependienta mejor vestida que yo se me acerca.

—Buenas tardes, señorita, ¿busca algo? —Su tono amable no oculta lo que opina de mí, no le gusta mi presencia.

Antes de responder, fuerzo una sonrisa aún más falsa que la suya.

—Sí, gracias, buscaba un vestido elegante. Para un evento.

—¿De qué tipo? ¿Palabra de honor, con la espalda descubierta...?

Busco a Alessandro con la mirada. Por lo que sé de Wolf, puedo imaginar que ha dado instrucciones claras sobre qué clase de vestido quiere que use.

—Si quiere puedo enseñarle unos modelos muy bonitos que tenemos de liquidación —se ofrece la dependienta, al ver que no respondo.

—No, no, estoy bien —logro decir mirando a derecha e izquierda.

—¿Puede acompañarme un momento?

Su tono, aún cordial, cambia de modo casi imperceptible. Cree que soy una ladrona. Probablemente me llevará a un despacho para interrogarme.

—Estoy buscando a una persona —me excuso.

—¿A quién?

No respondo, prefiero no seguirle la corriente.

—Señorita, ¿puede acompañarme un momento? —insiste.

La dependienta me sigue cada vez más alterada, al punto de que apenas puede mantener su falsa actitud amable mientras aprieta el paso tras de mí.

La ignoro mientras miro alrededor en busca de Alessandro, pero solo veo a clientes que me observan curiosos, seguramente preguntándose qué hace una chica tan corriente como yo en una tienda como esta.

Lin aparece a la vuelta de una esquina para salvarme.

—¿Has encontrado alguno que te guste? —me pregunta con su acento de Europa del este, con varias prendas colgadas del codo.

La dependienta frena en seco a mis espaldas. Lin tiene una habilidad sobrehumana para incomodar a la gente, me lo demuestra al lograr que la chica quiera marcharse con solo dedicarle una de sus miradas.

—¿Ocurre algo? —le pregunta Lin con su típico desdén.

—Oh, no, perdone —se disculpa ella, visiblemente nerviosa—, no sabía que estaba con usted, señorita Lin. ¿Han venido con el señor Wolf?

Haciendo honor a la personalidad que la caracteriza, en vez de responder, Lin solo da media vuelta y se marcha con un desaire de lo más ofensivo.

—¡Se pensó que iba a robar! —le susurro a Lin, alcanzándola.

La mestiza me mira como si me tomara por ingenua.

—Quería que la acompañara al despacho —me explico.

—Para cachearte.

Lo dice con indiferencia, hace correr los vestidos de un perchero. Tardo unos instantes en entender lo que insinúa.

Súcubo (+21)Where stories live. Discover now