Era psicóloga y sabía que había tocado los puntos débiles de Wiliam para que así, me diera su ayuda. Él entraría en la etapa de la duda, lo pensaría unos segundos para ver si seguir solo o con mi ayuda para encontrar a Emilia. Al final, terminaría cediendo y no me dejaría dar ni cinco pasos cuando escucharía su voz.

— Espera.— Mencionó a mis espaldas, sonreí internamente dándome la vuelta.

—¿Si?— Contesté con voz seria, observé cómo Wiliam maldecia por lo bajo.

—¿Me dirás dónde está Emilia si te ayudo?— Preguntó con los hombros caídos, solo en su lenguaje corporal pude leer cómo ya se había rendido por completo aceptando.

— Claro, te diré dónde está y te daré el dinero en cuanto acabe el juicio, no puedo tomar riesgos.— Hablé llevando la melena de mi cabello a un lado de mi hombro.

— De acuerdo, tu ganas.— Aceptó Wiliam haciendo que celebrará internamente.— Espero que el juicio sea lo más rápido posible.— Añadió apretando su mandíbula.

— Créeme que me urge más a mí que a ti.— Suspiré pesado.— Estaremos en contacto, Wiliam.— Sin más di media vuelta para salir del lugar.

Una vez salí del lugar sonreí, sabía que este era un paso para mi libertad, Emilia no podía esperar esa jugada. Intenté por las buenas conseguir mi divorcio, pero ella no cooperó. Ahora sabía que tenía mucho que perder y yo que ganar.

Salí de mis pensamientos al sentir vibrar mi teléfono, fruncí mi ceño dejando la puerta de mi coche abierta, contesté al ver que se trataba de mi hermana.

—¿Qué pasa, Vale?— Respondí al atender la llamada.

—¿Por qué tengo que comer sopas?— Preguntó de mala gana, reí subiendo al coche.

— Es lo que recomendó el doctor, pulga.— Respondí de forma obvia, escuché una queja inaudibles al otro lado de la línea.

— Dile a tu enfermera que aleje esas cosas de agua lejos de mi.— Mencionó, podía sentir la mueca de asco que hacía mi hermana en su rostro.

— Tienes que comer, además de beber tus medicamentos. Así que no te quejes, Vale.— Hablé encendiendo el coche.

—¡Ush, te odio!— Sin más mi hermana colgaba la llamada haciéndome reír.

(...)

Quedé a medio camino de las escaleras de mi consultorio al sentir mi teléfono vibrar de nuevo, resoplé mientras contestaba para terminar de subir las pocas escaleras.

—¿Bueno?— Respondí arreglando uno de los botones de mi camisa formal.

— Soy Liam, Poché.— Dijo Liam, esperaba buenas noticias.

— Liam, ¿Cómo va mi divorcio?— Pregunté deteniendo mis pasos quedando a pocos pasos de dónde estaba Valeria.

— El juicio será el próximo jueves, tienes todas las de ganar así que, es un pronóstico alentador.— Llené de aire mis pulmones sintiendo alivio.

— Wiliam está de nuestra parte, así que si, es muy alentador.— Respondí curvando mi comisura derecha.

— Bien, te llamaba para que supieras el día del juicio. Falta decirte que, por favor no te veas con tu pareja, mujeres hombres, lo que sea, Poché.— Explicó Liam con voz de advertencia.

— Tranquilo, sé que Emilia puede jugar con esa carta. Todo bajo control.— Respondí saludando a Valeria con la mano, ella sonrió.

— Bien, nos vemos el jueves.— Sin más Liam cortaba la llamada, llevé mi teléfono a mi bolsillo.

Eviterno || TerminadaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt