Un pelinegro llevó sus manos a sus ojos limpiando sus lágrimas con una sonrisa al recordar cómo conoció a su mejor amiga. Tony sabía que su mejor amiga siempre lo había protegido, siempre le había ayudado en las buenas y en las malas.

— Soy una mierda.— Susurró con culpa al ver que él le había fallado a su mejor amiga.

Tony se sentía tan culpable, él no había estado para Daniela cuando más lo necesitaba, todo por las drogas y Gema. El pelinegro suspiró al recordar el nombre de la chica.

Se habían visto y cuando Tony recibió la llamada de que Daniela estaba mal, Gema provocó una discusión poniendo de excusa los "celos". Pero en realidad solo quería deshacerse del pelinegro de forma definitiva.

Claramente Tony no veía esa oscura intención disfrazada de engaño, él solo veía a una chica celosa que estaba enamorada de él, eso solo lo hacía aferrarse más a ella con todas sus fuerzas.

—¿Te quedarás ahí sin comer algo?— Mafe llegaba dónde estaba Tony sentado para sentarse a su lado.

— No tengo hambre.— Contestó el pelinegro con pocos ánimos.

— Ve a la cafetería, Tony. Dani no despertara ahora.— Mafe ponía su mano en la pierna de Tony dando un ligero apretón.

— Está bien.— Contestó él rendido, sabía que Mafe seguiría insistiendo.

Mafe vió cómo Tony se alejaba yendo a la cafetería, quedó sola bajando la vista al suelo, llenó de aire sus pulmones percibiendo cómo su corazón se apretaba con una punzada ante la idea de que su hija estuviera en un hospital.

«¿Soy una mala madre?» Pensaba dudando de todas las decisiones que había tomado últimamente.

Mafe salió de sus pensamientos al escuchar cómo enfermeros y médicos corrían por los pasillos, su corazón dió un vuelco violento sin entender que pasaba, su confusión se hizo más grande cuando todos los médicos entraban a la habitación de su hija.

Mientras médicos se encargaban de su trabajo, Tony llegaba a la cafetería pidiendo un café solamente, la chica se lo entregó una vez estuvo listo, Tony pagó el café y se dirigió a la salida de la cafetería otra vez. Sus pasos se detuvieron al ver a una mujer que conocía.

— Hola.— Saludaba el pelinegro una vez había llegado a la mesa en dónde estaba una morena.

— Oh, hola.— Contestaba María José saliendo de sus pensamientos, Tony señaló el asiento libre en la mesa, María José asintió dándole permiso para que se sentara el pelinegro.

—¿Lograste ver a Calle?— Preguntó Tony dando un sorbo a su café.

— Si, más tarde veré cómo la veo de nuevo.— Contestó la morena poniendo sus manos encima de la otra.

— No creo que sea posible, es más riesgoso.— Mencionó Tony torciendo el gesto.

— Bueno, de alguna forma u otra lo haré.— Contestó María José dando fin a la conversación.

—¿La quieres?— Tony indagaba sin pelos en la lengua a María José, la morena quedó en silencio.

— Es muy pronto para eso... Creo.— Se limitó a responder la morena.

Los sentimientos... Parecen un rompecabezas en cada ser humano, una pieza diferente por cada mente, por cada corazón, por cada sentir, por cada emoción.

Los sentimientos siempre terminaban jugando con nosotros los seres humanos. Era irónico cómo lo hacían, pero siempre terminaban jugando con nosotros, la ley de vida era que por más que negaras un sentimiento más crecía.

Eviterno || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora