Summary: Do Kyungsoo no tenía exactamente el trabajo de sus sueños. Al trabajar como actor en una casa embrujada temática, solo tenía dos misiones: ser un profesional del miedo tan bueno como James Sullivan de Monsters Inc, y nunca - bajo ninguna ci...
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La mochila de Kyungsoo siempre estaba llena de murciélagos de papel crepé, dentaduras de vampiro y telararaña de fantasía. Siempre era un poco embarazoso tener que explicar a sus compañeros de estudio por qué los vendajes de momia estaban pegados en la espiral de su cuaderno y por qué todavía había rastros de pintura barata en su barbilla y cuello. Odiaba, sobre todo, ese maldito delineador de ojos negro que no se iba por nada en el mundo. Ni por un milagro.
Cuando el chico aceptó el trabajo de actor, no tenía ni idea que necesitaría dar vida a personajes aterradores en una casa embrujada los fines de semana. Y lo que es peor: nunca le había pasado por la cabeza, ni remotamente, que algún día le gustaría esto. Aunque su rutina universitaria en ese momento era un completo desastre, en realidad le gustaba esconderse detrás de esta ventana en el pasillo oscuro, acechando como el coco y esperando el momento adecuado para asustar a algún visitante.
Si fuera algún personaje de Monsters Inc. Kyungsoo con toda certeza dejaría en vergüenza a James Sullivan. Él siempre era el protagonista de La casa del Terror. Siempre estaba interpretando los personajes más aterradores, desde una versión adolescente de Toshio, de La maldición, hasta el mismo Chucky. Y el bajito, modestia aparte, lucía brillante con aquel overol de mezclilla y una camiseta a rayas de colores debajo. Él era la gran estrella.
En la universidad, sin embargo, era uno entre quinientos. Se sentaba en una de las primeras filas y trataba todo lo posible por no ser el centro de atención. Allí, era más como un Mike Wazowski que cualquier otra cosa.
Siempre que abría su mochila, su compañera de todas las horas, el chico se encontraba rezando tres Padre Nuestro y dos Avemarías para que de ella no saliera nada extraño. Maldita sea, era como un agujero negro, y Kyungsoo siempre terminaba olvidándose alguna otra cosilla por ahí. Si hurgaba en los bolsillos laterales, aún podía encontrar mechas negras de la peluca de Samara, de cuando la casa del terror tuvo el tema de la película El Aro.
Por eso, cuando trató de sacar su celular de su mochila, salió con un montón de telarañas falsas y una obstinada mancha de sangre falsa en el costado. Un mensaje silencioso apareció en la pantalla, y Kyungsoo agradeció a Dios por haber desactivado esa canción de la primera temporada de American Horror Story como tono de llamada, o las cosas se habrían puesto realmente raras.
"¿Problemas con los disfraces?" Preguntó Seulgi, la chica que se sentaba a su lado en el primer horario del viernes, y probablemente la única persona que conocía su gran secreto. Ella rio y señaló sus manos, ahora untadas con esa mezcla de ponche de bayas y jarabe de maíz. "La próxima vez que cometa un asesinato, señor Krueger, le sugiero que recuerde no dejar ningún rastro."
"En realidad, esta semana soy Toshio de nuevo," dijo simplemente.
"Toshio es uno de tus mejores personajes." Ella suspiró, poniendo una mano en su pecho para lucir dramática, y luego lo miró con esa expresión muy seria. "Si alguna vez haces el Joker, quiero que sepas que tengo el lápiz labial perfecto para prestarte."
