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Gorgona

-¡Adonis! Hijo mío, ¿dónde estás?

Estaba siendo un día realmente malo en la bella Santorini, cuando Boa Hancock habló con su hijo sobre su pelea en la escuela, esa mañana. Una cosa llevó a la otra, al final fue ese tema el que derrumbó esa gota del vaso que hizo huir a su único hijo.

Las calles de Santorini eran un laberinto sin salida, construidas especialmente para ese conjunto de piratas que solían robar en esa época.

Ella conocía Santorini perfectamente, como la palma de su mano, sin embargo... Era tan grande su miedo que su orientación vuelve nula por momentos.

«Oh, mi pequeño niño...» pensó entre una gran angustia e incertidumbre. «¿Dónde es que estás?»

Boa Adonis, 12 años, un niño muy lindo, y que seguramente iba a romper corazones en toda Grecia cuando creciera; triste con una gran impotencia en su ser, miraba a la costa con ganas de aventurarse dentro del Mar Egeo, y recorrer toda Grecia.

Rodas, Creta, Corfú, Naxos, Milos, inclusive Mykonos que era de lo más cercano a su tan amado Santorini. No salía demasiado, y eso era porque su madre lo sobre protegía.

No entendía porqué, sin embargo, nunca se ha quejado aunque sus ganas de ver a otros paisajes y ruinas eran su anhelo, para iniciar en su vida. Por eso iba a ser atleta... Triunfar y viajar para conquistar la cima en otro sitio distintos a las tierras helenas.

-¡Adonis! -escuchó por fortuna, la voz de su abuela Gloriosa.

-¡Deja me solo, bruja! -le dijo, para su tan mala suerte, Adonis era una versión mucho más vanidosa que humilde de Luffy.

Sus "genes Hancock" estaban tan presentes en el día a día... Era un príncipe engreído, y muy mimado.

-Adonis, tu madre está asustada.

-Hmm... Lo sé.

-Adonis... Eso que dijiste, ¿es cierto?

-Quiero estar solo, se cómo llegar a casa.

-Adonis -dijo Gloriosa, sentándose a su lado. -... tú madre te protege por qué tu no sabes lo que hay fuera, créeme, mucha gente podría hacerte daño sí pudieran, no debemos darles la oportunidad.

-Pero, ¿quién? Nunca he robado, solo he sido un niño.

-Exacto, Adonis, es por eso que debes ser más discreto, y tener empatía por tu madre, ella lucha con el miedo de perderte.

-¿Porqué no me deja viajar?

-Eres un niño, no puedes ir fuera tú solo.

-Ella puede venir conmigo, ¡trabaja todo el día, y apenas la veo!

-Y cuando puedes verla, pasa todo su día contigo. ¿Recuerdas?

-No lo parece... -confesó.

-¿Qué dices?; Te adora.

-A veces, quisiera que los dos tuviéramos diversión... pero ella me ve con esa mirada, siempre, y me molesta.

-¿Que mirada?

Medusa Where stories live. Discover now