Prólogo

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Una locura, una barbaridad, cualquier cosa que pasara, los primeros en saber son tus más cercanos, y no, no hablo de tus familiares, sino, de los otros familiares, que no son de sangre, pero prácticamente viven contigo; tus vecinos.
aquella gente que con disgusto saludas, pero con agrado le pides un favor, esa gente que lamentablemente no te toca elegir -como tu familia-, que puede tocarte cualquier tipo -dependiendo de que sector es la vivienda-: de un cura, hasta un psicópata con trastornos, y aún así no sabrás cuál es cuál.

Y no es la excepción para Victoria, proveniente de una familia de raíces latinas radicada en Europa, que agradece poder vivir en unos de los barrios más codiciados económica y turisticamente, y por tener unos cálidos vecinos de enfrente provenientes de Corea del sur: unos vecinos ejemplares.

Pero... Si nunca terminaras de conocer a tu familia... Mucho menos a tus vecinos.

Victoria, siendo solo una adolecente, mucho este tema no le importaba, dejándolo claro al no saludar a absolutamente nadie de su sector, ni mirarlos, ni un gesto, nada. Solo eran completos desconocidos. Su familia, que a pesar de tener una muy buena economía, realizaban gestos humildes, que para su clase social, muy común no era. Trataban de tener buena comunión con su alrededor, pero siempre tuvieron mas comunión con la familia Oh, que a pesar de sus diferencias culturales, eran buenos amigos.

Quién le vería el lado bizarro a esto, solo un desquiciado, por eso, nadie asimilaría algo perturbador. Pero nunca uno está seguro, mucho menos si con los que convives son completos extraños.
¿Quién te asegura que no son gente insana?

El Vecino Where stories live. Discover now