El tropiezo lo hace caer en un abismo, un túnel vertical que no tiene fin. Cuando siente que el fondo está cerca, descubre que puede hundirse un poco más. Y cae tanto tiempo que no recuerda la última vez que pudo levantarse. Mientras más hondo cae, la luz en la boca del pozo se transforma en una estela exigua en una lejana oscuridad. Entonces cierra los ojos y se deja caer con libertad; ya no encuentra manera de parar el descenso. Aprende a olvidar. Olvida el dolor, olvida el error que lo llevó a ese lugar. Olvida el día en que sucedió. Casi que no recuerda estar cayendo. Sin embargo, lo asusta abrir los ojos. El temor de no ver la boca del abismo frente a él, lo encierra en sus párpados. Ya no hay más que hacer que soltar el miedo. Entonces, en el silencio, cuando sus dudas callan al fin, descubre su piel, percibe su entorno. Escucha la nada, y no siente el viento rozar sus oídos. Su pelo está estático. Nada le recuerda la caída. Abre sus ojos y ahí está, frente a él, la estrella en la oscuridad, lejana, distante. Ya sin miedo, extiende su mano para alcanzarla y la noche oscura se deforma. Corre la frazada que lo cubre y el sol radiante de la ventana lo ciega por completo. Miguel toma su mochila y se prepara para ir al colegio.
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La caída / The fall
FantasyUn error, una tragedia. Miguel no quiere morir, sin embargo, descubre que la caída lo libera.