CAPÍTULO III

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Al siguiente día en la mañana las ojeras volvieron a posarse bajo los ojos de las personas del pueblo ¿Había sido yo la única que la vio? ¿Quién es ella?

-Buenos días Mizu ¿Dormiste bien?-dije mientras la veía freír pequeños embutidos-

-No tanto mi niña, no es importante, sigo teniendo energía para todo el día-

-Me voy ya a clases, nos vemos en la tarde, ten un buen día-no respondió y solo se quedó con la mirada perdida en los embutidos-

En el camino a clases fui a casa de Karen y Nora, era temprano así que supuse que podía ir con ellas para tener compañía, al tocar la puerta nadie abrió, al volver a tocar salieron corriendo las gemelas y me tomaron de la mano para iniciar una corrida que parecía una huida, les pregunté qué sucedía y me dijeron que sus padres no querían que salieran.

-Han estado paranoicos, los escuché hablar y dijeron que apareció una señora de nuevo, no entendí muy bien a lo que se referían-dijo Karen

-Yo escuché un canto en la madrugada-dijo Nora

-Yo también lo escuché, pensé que era mi imaginación-dije un poco aliviada ya que no estaba loca

-Esto es raro, nadie en el pueblo habla de esto-dijo Nora

-Yo he hablado con un muchacho, dice que sabe lo que está pasando-dije en voz baja

-¿De quién se trata?-preguntó Karen

-¿Prometen no decírselo a nadie?-susurré y ellas asintieron con la cabeza

-Es el heredero de la mansión, se llama William-

-¿Qué? ¿Cómo es que hablaste con él?-ambas hablaron al unísono

-Él fue quien nos asustó en la ocasión que fuimos a la mansión, me enseñó un diario de su abuelo-

Les conté todo lo que sabía a mis amigas y quedaron atónitas, no pudimos concentrarnos en clases, pero quedamos en que iba a contarles todo lo que tenía que decirme William esta tarde, en el camino recordé a mi madre, necesitaba tanto un abrazo suyo, recordaba su olor, su rostro y me ponía melancólica aunque ella me decía que no quería verme triste nunca, a veces no podía cumplirlo pero me da fuerzas y me motiva a seguir pintando aunque estos días no he practicado.

Entré a la biblioteca y me senté al frente de William.

-Buenas tardes, señorita-sonrió

-¿Cómo ha estado? ¿Va a enseñarme algo nuevo esta tarde?-dije

-Claro, he venido con ansias de contar muchas cosas, quisiera comenzar pidiéndole que dejemos a un lado la formalidad-

-¿No le agrada?-fruncí la frente

-No es eso, es solo que siento que podemos ser amigos y hablar mostrando confianza-

-Si el hablar informalmente hará que su lengua se suelte, no veo por qué no hacerlo-

-Así que ¿Seremos amigos?-

-Lo seremos, ahora continúa la historia, te quedaste en que tu abuelo vino al pueblo ¿Qué sucedió después?-

-Tienes buena memoria, como te decía, mi abuelo al llegar vio una oportunidad de inversión, compró una gran máquina excavadora, pensaba que encontraría una fortuna de bajo de esta tierra ya que tenía aspecto de esconder riquezas, lo que no sabía mi abuelo era que el dinero que había invertido estaba desapareciendo rápidamente, la máquina empezó a fallar y no tuvo más remedio que parar, con el tiempo muchas personas llegaron al lugar y pidieron un espacio, un lugar para comenzar de nuevo y así el pueblo se formó, mi abuelo fue una especie de fundador pero mientras más personas llegaban, más dinero perdía mi abuelo, así que con una familia a que mantener buscó una solución a sus problemas de dinero, lamentablemente lo que fácil viene fácil se va-

-¿Qué hizo? ¿Robó algo?-pregunté

-Dejaré que leas la parte del diario que habla de eso, me parece que la página tiene por fecha el 12 de agosto-

Busqué la página con prisa, antes de llegar, noté que una página estaba arrancada lo cual sabía que era importante pero decidí guardar silencio.

"En medio de mi desesperación busqué ayuda en las afueras del pueblo, ya no tengo dinero, mi pequeña hija Isabel está hambrienta, ya no soporto esta situación. En la mañana dejé mi hogar y caminé en busca de una cabaña que estaba en medio del bosque que rodea el pueblo, según el carpintero que es buen amigo mío ahí yace un libro antiguo que va a resolver mis problemas, caminé horas y horas pero no quise rendirme hasta que la encontré, una cabaña pequeña pero en buen estado, al entrar estaba repleta de estatuas de madera, lo único que pensaba era en mi pequeña hija y una luz llamó mi atención, tenía tonos verdes y blancos, iluminaba un libro, parecía un bloque de oro pero pesaba lo mismo que una pluma, quedé maravillado al verlo y decidí abrirlo.

Tenía escritura antigua, no entendía nada, decidí llevarlo a casa, en la madrugada llegué y ya sentado en la mesa lo dejé al frente de mí, iba a ir a la cama pero de repente el libro se abrió, confundido busqué alguna ventana abierta, pensé que el viento hizo que se abriera pero no encontré ninguna abierta, me senté de nuevo y leí lo que estaba escrito, era algo de suerte y fortuna, rápidamente llamó mi atención, era justo lo que necesitaba, decía que debía invocar algo, solo debía entonar las palabras escritas levantando una copa con vino tinto junto con cinco velas encendidas y así lo hice. Hasta ahora no veo resultados esperaré con paciencia. Además, no encuentro el libro, no estoy seguro de lo que pasó haya sido real"

-¿Todo eso para qué? Aun no entiendo William-dije al terminar de leer

-En resumen el libro desapareció y tuvo que esperar cinco días, uno por cada vela, al quinto día una mujer con sombrero se apareció ante él, diciendo que había respondido a su requerimiento, horas después mi abuelo encontró en su sala mucho dinero, su máquina volvió a funcionar, el pueblo prosperó pero no tanto como él, se convirtió en un hombre adinerado y respetado sin embargo empezó a aparecer esa mujer, a caminar por el pueblo y a cantar sembrando terror en todos, nadie la ha visto, ella solo deja que los demás la escuchen y sientan su presencia-

-Yo he visto y escuchado a esa mujer-dije nerviosa

-No es cierto, por favor no juegues con eso Meredith-

-No miento, te lo juro-

-Debo irme-dijo él arrancando el diario de mis manos

-Solo yo puedo salir huyendo-dije jugando

-Debo averiguar algo querida, mañana te imploro que me veas aquí-se fue corriendo

¿Querida? Me sonrojé, ridículo lo sé, pero esa palabra hizo que sonriera, en fin lo que me había contado este día hizo que muchas cosas encajen en el rompecabezas, quiero saber mucho más aunque para ser honesta mi miedo había incrementado tal vez esta noche no duerma del todo bien.

Llegó el día siguiente en un parpadeo, al salir de casa encontré una carta en el piso, tenía mi nombre escrito. Una emoción inmensa llenó mi ser, mi primera carta, no me importa si son buenas o malas noticias, era la primera vez que recibía una, este momento lo había estado esperando hace mucho tiempo.

La abrí con cuidado, la letra era linda, me gustó la forma de las letras "a", el remitente era William, sonreí como tonta, pero era la emoción de mi primera carta, decía que no podía verme hoy, debía recopilar más información ya que ignoraba varias cosas importantes y que me esperaba donde siempre el viernes por la tarde. Suspiré ya que todo esto me ponía inquieta así que me encaminé a clases para contarles a mis amigas todo lo que sabía y las gemelas solo no paraban de decir "¡No puede ser!" Llegamos a la conclusión de que tal vez su abuelo lo hizo de nuevo, por eso la mujer ha venido pero no estábamos seguras, en el pueblo las personas estaban recobrando la calma porque la mujer no ha vuelto a aparecer, no han venido pedidos de costura así que volví a pintar, mientras Mizu cocina para alimentar a los trabajadores del pueblo que van a comprar sus delicias, yo pintaba paisajes, a veces retratos y quise pintar a la mujer del sombrero pero simplemente no pude hacerlo, me aterraba la idea de que viniera de nuevo así que le saqué de mi mente, decidí pintar el rostro de mi madre, como la recordaba con su piel blanca, labios gruesos y mirada dulce, al enseñárselo a mi tía dijo que había capturado muy bien su imagen, ojalá mi madre pudiera ver lo buena que soy con el pincel.

LUZ DE LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora