01. Gemí y no de placer

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Los titulares de diciembre dejaron de hablar sobre la navidad, lo lindo de las fiestas o el espíritu del amor para cambiar de manera brusca sus encabezados a "La princesa Zephir es la desgracia nacional".

"De la realeza a la delincuencia, entérate de los últimos chismes de la corona en vivo por canal 13".

Me preguntaba si los medios no tenían nada mejor que investigar a una adolescente de diecisiete años escaparse a un concierto. En mi defensa, la cantante vendría una sola vez a mí país y me negaba a perdermela bailar.

Pero por supuesto, tanto las mentiras como los malos actos tiene patas cortas, casi tanto como las mías al huir de la policía cuando con un grupo de desconocidos nos pusimos a divertirnos en zona ilegal.

—Señorita, tiene cinco minutos para explicarse —pidió mi madre—, ¿Por qué detrás de un payaso? ¿Las clases de piano? ¿Los conciertos de ópera no son suficientes?

La reina no era tan amenazante como creían, una señora de cabellera negra larga juzgándome con la mirada no me asustó. En especial porque no hice nada, siquiera se vio mi cara en las fotos ya que no supieron de mi identidad hasta que un tercero la reveló. La "princesa perdida" ha estado en anonimato desde siempre, de hecho sigo ahí en parte.

—¿El diablo me hizo hacerlo? —traté de excusarme.

—¡Por Dios! —se llevó ambas manos a la boca, ofendida—. ¡¿Qué va a pensar el reino?! Zephir esta vez has ido demasiado lejos, ¿Qué es esa droga que te estabas metiendo? Nosotros no te enseñamos esos valores...

La droga era coca-cola.

—Con todo respeto, su majestad —carraspeé—, pensarán que tengo buen gusto, solo he ido a una salida sin permiso lo cual no debería ser razón para una junta de prensa real.

He de admitir que en ese tiempo no era muy respetuosa con ella o con nadie, algunos culpan a la edad, otros culpan a la educación. Yo digo que amanecí de malas.

—En el caso de que sea verdad de aquello que se me acusa, ¿Qué? —me crucé de brazos—. ¿Me van a llevar a la comisaría por patear a un policía?

—¡¿Qué?! —pareció que la reina tenía un pie en la tumba por la palidez de su rostro—, ya veremos.

Ja, ¿Qué es lo peor que podían hacer?

¿Mandarme al infierno?

—En mis tiempos no pasaban estas cosas —comentó mi hermana—. ¡Zeph hace lo que quiera! ¡No es justo!

—Tienes razón —asintió mi madre—. ahora que lo pienso ¿Qué error he cometido con ella? Hice lo mismo, es solo que esta niña tiene algo dentro.

Sí, a mi novia en el concierto. Por fortuna eso no se filmó.

—Claro que no —Dahiana se cruzó de brazos, aunque eso me provocó querer arrancarselos—. cuando tenía su edad me tenían de internado en internado, o con escolta. Los tiempos cambiaron.

Dahiana lleva siendo mi pesadilla desde que tengo memoria, lo cual me entristece ya que siempre he intentado ser la mejor hermana con ella.

—Tuviste una adolescencia de mierda Lady Di', ¿Quieres que llore? —contesté.

—¡Zephir!

—De hecho, me parece buena idea —escuché las peores palabras que pudiera en un verano tan perfecto como ese venir de parte de mi madre—. mataremos dos pájaros de un tiro, la prensa no sabrá donde está y ella dejará de meterse en problemas legales.

—Debe ser una broma.

No respondieron, se quedaron viéndome a los ojos como en una película de terror mientras que sus sonrisas de oreja a oreja ocultaban sus verdaderas e increíblemente malas intenciones. Ese día arruinaron mi última verano como adolescente.

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