Capítulo 30: Pequeño durazno

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Xie Lian entró de nuevo a la habitación al escuchar las suaves carcajadas de XiaoTao, y se sintió aliviado al ver que su hija despertó en un buen momento. La bebé de ya tres meses lucía mucho más despierta, riendo y moviendo sus manos para tratar de agarrar a RuoYe.

—¿XiaoTao durmió bien? —El Emperador Celestial preguntó.

La atención de esos ojos carmesí pasó a su padre una vez lo vio, su sonrisa se volvió más amplía y estiró uno de sus brazos hacía él. Xie Lian también le sonrió, se sentó al borde de la cama y tomó el juego de túnicas pequeñas que había dejado ahí antes, mientras RuoYe se deslizó hacía un lado para darle espacio.

—Vamos a cambiarte, ¿está bien? Tu padre volverá pronto e iremos a ver a los invitados.

XiaoTao no comprendía las palabras de los adultos aún, así que sus ojos y su atención estuvieron más fijos en el rostro de su padre y en los colores vivos que había a su alrededor. Xie Lian se había tomado el tiempo para vestirse mientras ella dormía, cosa que se convirtió en una costumbre para él, de manera que preparar a su hija era la tarea final.

El traje que él usaba era algo que Hua Cheng había escogido, por lo que la tela era fina y no tenía ni un solo detalle blanco. Era extraño para el Emperador Celestial solo usar rojo y amarillo en su ropa, pero era obvio que nadie podía usar un color fúnebre para una ocasión como esta.

RuoYe volvió a acomodarse cerca de XiaoTao, girando cerca de ello para mantenerla entretenida y que Xie Lian pudiera cambiarla con tranquilidad. El diminuto traje que era para ella también tenía un fuerte color rojo, con grabados dorados en todas partes, y estaba hecho de una seda fresca para que el calor del verano no pudiera molestarla.

El Emperador Celestial tuvo pocos problemas para vestir a su hija, ya que ella estaba tratando de meter a RuoYe en su boca y no tenía intensiones de preocuparse por algo más en ese momento.

Xie Lian la observó y apreció los cambios que su bebé había tenido en esos pocos meses, y una gran sonrisa apareció en su rostro. Él mismo no sabía cómo ni por qué, pero XiaoTao solo había crecido un poco tamaño y bastante en su peso. Sus mejillas eran redondas y su cuerpo regordete, y, ya que la Maestra Médica dijo que no había nada malo en ella, todos eran felices al ver su aspecto tierno.

Luego de un rato el Emperador Celestial cargó a su hija, y RuoYe se envolvió alrededor de su brazo para seguir jugando con XiaoTao.

La habitación que Hua Cheng le dio a su hija en Mansión Paraíso era absurdamente grande, casi como la sala del trono de algún palacio. La cama y los muebles estaban al fondo, y el camino hasta la puerta era extenso y tenía un montón de espacio libre, el cual serviría para guardar todos los obsequios que su hija iba a recibir en esa ocasión.

El Emperador Celestial fue con su hija hasta el salón principal de Mansión Paraíso, donde se encontró con Shi QingXuan. El Señor del Viento estaba sentado ahí a la espera de que el banquete comenzara, fue tan aburrido para él que se la pasó jugando con el tambor de cascabel que había regalado a XiaoTao.

El aumento de peso en el séptimo mes de embarazo era algo común, y era un problema que ya había sido previsto. Shi QingXuan cojeaba y uno de sus brazos también sufría algunas complicaciones, por lo que era difícil para él cargar con su propio peso y el de su bebé. Debía pasar la mayor parte del tiempo sentado, dependiendo de la ayuda de otras personas para caminar grandes distancias.

—¡Oh, mira quien ha despertado! —El Señor del Viento habló al ver a Xie Lian llegar, XiaoTao reconoció su voz y se rio.

El Emperador Celestial se sentó junto a él, acomodando a su hija para que estuviera recostada contra su pecho. Shi QingXuan volvió a agitar el tambor de cascabel, provocando que la bebé estirara una de sus manos hacía él, mientras que en la otra sostenía a RuoYe.

En el Pabellón del LagoWhere stories live. Discover now