-Incluso me ha dado dinero -murmuró Lauren, tumbada en la cama junto a ella, a la vez que cerraba los ojos y se estremecía emitiendo un quedo gemido.

Camila no pudo menos que sonreír.

¿Quién hubiera imaginado que Lauren fuera tan sensible a sus caricias? Continuó acariciándole, deslizando lentamente las yemas de los dedos por sus pómulos para luego delinear sus gruesos labios, descender por su cuello y posar la mano sobre la porción de su torso que la camisa, apenas abierta, le permitía tocar.

En respuesta, Lauren la acurrucó más contra ella y comenzó a desabrocharle los botones superiores del camisón a la vez que recorría con lánguidos besos sus mejillas, la punta de su nariz, la comisura de sus labios...

-¿En qué te lo has gastado? -inquirió Camila deteniendo el avance de la mano de Lauren, que amenazaba con colarse bajo el escote del camisón.

-¿En qué he gastado qué? -musitó esta totalmente absorta en lamer ese punto del cuello femenino en el que el pulso latía cada vez más acelerado.

-El dinero... Oh, para. No puedo concentrarme. -Le asió el pelo, dando un ligero tirón. Apenas era medianoche, no podía dejar que se le fuera de las manos tan pronto, aunque reconocía que era culpa suya por haber empezado a acariciarla. Pero, le gustaba tanto sentir como temblaba bajo sus dedos. Y eso por no hablar de sus besos...

-Me gusta que no puedas concentrarte por mi culpa. -La besó de nuevo antes de apartarse obediente-. ¿Qué quieres saber? -inquirió tumbándose de lado, con un codo hincado en la almohada y la cabeza apoyada en la mano.

-No lo sé -murmuró aturdida, sintiendo un extraño frío al verse desposeída de sus caricias-. Ah, sí. Dime, ¿cuántas cosas te has comprado? -susurró juguetona. Era la primera vez en mucho tiempo que Lauren salía sin vigilancia, y con dinero. Tenía que haber disfrutado muchísimo gastándolo.

Seguro que había comprado revistas técnicas, planos de motores, libros sobre barcos... todo eso que tanto le apasionaba.

-No he comprado nada.

-¿No? -La miró sorprendida.

-No. Lo he guardado todo.

-¿Por qué? -inquirió perpleja.

-Anna está a punto de salir. Apenas faltan dos meses para que se cumpla su estancia, necesito dinero para cuando regrese...

-¿Qué vas a hacer cuando ella vuelva? -musitó acariciándole la frente para borrar las arrugas de preocupación que se habían dibujado al hablar de su amiga.

-No lo sé. El capitán pagó el alquiler de la casa hasta agosto, pero eso no basta, tiene que comer, comprar flores para luego venderlas en caso de que tenga fuerzas para trabajar, tal vez necesite seguir con el tratamiento en casa... Necesito dinero, mucho. ¡Y el capitán no me deja trabajar para conseguirlo! -Sacudió la cabeza frustrada-. Ni siquiera sé si Anna está lo suficientemente bien para salir de allí. Necesito hablar con ella -musitó desesperada.

-Lo harás, no te preocupes por eso. En cuanto el capitán se ausente buscaremos la manera de que la llames por teléfono -le aseguró entristecida. Todo sería mucho más fácil si Lauren se aviniera a contarle al capitán lo que pasaba con Anna, pero seguía negándose en rotundo.

-Se me agota el tiempo, y no puedo hacer nada. Soy una completa inútil...

-Shh. No digas eso, no es verdad -musitó besándole en los labios para distraerle.

-No lo entiendes, es mi responsabilidad...

-Sí lo entiendo, calla y bésame -la silenció con un nuevo beso. Esta vez la distracción sí dio resultado.

Amanecer Contigo, Camren G'PWhere stories live. Discover now