— Que es un imbécil que no te tiene respeto. Habla de la intimidad que tuvieron a los 4 vientos. Y eso me enoja.— Escupió con semblante serio.

—¿Y eso qué? Bratt es historia.— Alcé mis manos al aire con enojo.

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— Estoy celosa.— Confesó acercándose a mi a paso lento pero decidido, tragué grueso.

—¿Qué?— Articulé con voz nerviosa.

— Ése idiota no supo ni cómo complacerte.— Poché caminaba cómo un león viendo a su presa, yo retrocedía pero cuando choque con la estantería de libros supe que no tenía salida.

— Y yo, muriendo por saber cómo es verte de esa forma, gimiendo de placer bajo mi cuerpo.— Posó sus manos en en la estantería acorralandome, entreabrí mi boca.

— Ver cómo de esta deliciosa boca salen súplicas y maldiciones.

Su labio inferior rozó el mío haciéndome temblar con ese simple roce, estaba enloqueciendo. Una de sus manos tomaron mi cintura y subió lentamente, empezó a acariciar por debajo de mis pechos viéndome a los ojos, mordí mi labio inferior.

— Joder, te deseo cómo no tienes una idea, Dani.— Murmuró bajando sus manos por mis curvas, relamí mis labios.

— Poché...— Susurré cerrando los ojos sintiendo sus caricias.

— Dani... Quiero probar cómo sabes.— Dios santo, la mujer quería matarme, sentí cómo mi centro palpitaba sintiendo la excitación en mi.

— Pruebame.— Contesté hipnotizada abriendo mis ojos para verla, ella mordió su labio inferior.

— Voy a demostrarte lo que es un orgasmo.

Esas palabras me hicieron jadear, su boca chocó con la mía deseosa, demandante haciéndome saber que no iba por un simple beso. Gemí contra su boca cuando jaló mí labio inferior para rozar su lengua pidiendo acceso a mi boca.

Su lengua invadió mi boca enredándose con la mía, una batalla de mandato comenzó dentro de nuestras bocas, Poché tomó mis nalgas para acercarme a ella, sentí su pelvis chocar con la mía, jadeé aferrandome a su espalda clavando mis uñas ligeramente en ella.

Se separó de mí con respiración para verme con ojos oscuros, su pulgar acarició mi labio inferior hinchado para pasarlo lentamente, si rodilla se posó en mi centro el cual ya se encontraba húmedo, gruñí al sentir su rodilla.

— Muévete.— Ordenó con voz fascinada, tragué grueso.

Moví mis caderas lentamente, jadeé cuando sentí cómo su rodilla hacía fricción con mi centro palpitante, lo hice de nuevo y mordí mi labio inferior callando mis gemidos, se sentía tan bien.

— No retengas tus gemidos, quiero escucharte, Dani.— Murmuró en mi oído jalando el lóbulo de mi oreja, gemí aferrandome a sus hombros.

Eché mi cabeza hacia atrás y sentí sus labios besar mi cuello, su lengua se deslizaba por la extensión de mi cuello succionando, sentía que mis piernas no soportarían.

— Detente.— Exigió, negué con mi cabeza mientras seguía moviendo mis caderas sobre su rodilla. Sentía que iba a llegar.

— Obedece, Dani.— Su rodilla se alejó y gruñí de frustración, ella sonrió de manera pícara.

— Chica rebelde, eso me prende más.— Susurró pegandome a su cuerpo bruscamente, su boca estrelló la mía otra vez.

Me tomó de las nalgas y mis piernas rodearon su cintura, clavé mis uñas en su nuca mientras ella caminaba conmigo rodeando su cintura. Mi trasero fue a chocar a un escritorio. Poché quitó mi blusa dejndome en sostén, sus manos fueron hacia el broche liberando mis pechos, inmediatamente sus manos fueron a mis botones rosas, empezó a estimularlos jalando de ellos con sus dedos.

Eviterno || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora