Última vez

90 3 0
                                    

Una vez, en una noche cualquiera. Se encontraba sentado a lado de su familia, no pensó que sería algo como para recordar, cuando en realidad estaba haciéndolo.

Una vez, una mañana se levantó muy temprano para jugar a lado de su hermana, quién siempre le hacía compañía. Amaban hacer bromas y coleccionar muñecos en forma de animales.

Una vez, en una tarde cualquiera. Él y su hermana salían de paseo en bicicleta. Por las noches miraban televisión sentados en el suelo y odiaban que los interrumpieran.

Una vez, a principios de septiembre. Era el cumpleaños de mamá, ese día llegó temprano a casa en compañía de su novia, toda la familia se reunió y sorprendentemente todo terminó bien esa noche. Ya que había reuniones donde terminaban en discusiones y él solo permanecía en silencio observando, que era lo mejor que sabía hacer.

Una vez, una noche de enero. Comenzaba a preguntarse que era lo que le sucedía, a veces se sentía extraño e incluso solo sin importar cuanta gente hubiese a su alrededor y mientras más se preguntaba, menos respuestas tenía. Ya no era un niño ni mucho menos un adolescente, ahora era un adulto con responsabilidades de por medio. Había noches donde salía de casa para no pensar. Días en los que hacia ejercicio para olvidar, pero también para verse mejor, porque descubrió que así llamaba la atención de los demás, y donde las jeringas que introducía por su piel blanca justo en su pierna para que nadie sospechara nada.

Una vez, una noche de verano su cabeza dolía tanto y sus pensamientos inundaban toda la habitación que sintió que moriría. Hubieron muchas noches donde el sol ya no entraba por su ventana. Le dijo a su madre que era muy débil, cuando en realidad había luchado demasiado tiempo consigo mismo.

Una vez, a mediados de agosto, regresó a casa como de costumbre después de haber estado con sus amigos. Se sentía cansado, tal vez molesto y solo. Ahora la oscuridad era lo único que lo acompañaba a altas horas de la madrugada, solo él y las cuatro paredes de su habitación. Todos sus recuerdos pasaron por su mente sin cesar. Esta vez se dio un corte en la muñeca hasta sangrar, y sin marcha atrás, colocó una cuerda en su cuello que una vez mis brazos rodearon. Y finalmente, se dejó ir en silencio.

Erase una vez un chico con la sonrisa más sincera y con la mirada más triste del mundo. Un joven que sentía que su alma se desmoronaba a cada minuto, pero también lleno de sueños e ilusiones. Hasta que ya no hubo, una última vez.

 Hasta que ya no hubo, una última vez

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.
El conflicto de la mente [Poesía]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt