Piratas

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Las palabras de Roku no salían de su cabeza, y siendo sinceros, Aang ya sabía que sus sentimientos por Zuko no eran como los que tenía por Sokka, y tampoco se asemejaban a los que tenía por Katara. Estaba confundido, mucho y aunque quiso experimentar y saber como podrían ser las cosas con él, las palabras de Roku no se lo permitían, por lo cual, a la mañana siguiente empaco sus cosas.

- Es una lastima que tengas que irte ya, Aang- Comento Suki con una triste sonrisa- ni siquiera pudimos ir navegar 

- Lo sé y no me digas más, me quede con ganas de hacer muchas cosas aquí con ustedes y Zuko, pero no es posible... ya debo de irme. Katara debe estar muy enojada, le dije que sería por poco tiempo

- Eso lo entiendo, pero viniste a pasarla bien con tus amigos, eso no tiene nada de malo. Además, si anduvieras de coqueto yo misma te golpearía por engañar a Katara

- Yo nunca haría eso

- Lo sé... Aang, ¿Seguro que esa es la razón por la que te vas?

- Si, ¿Por qué?- Cuestiono intrigado ante la duda de su amiga

- Es que, por un momento creí que era por Zuko

- ¡¿EH?! ¡No, no es así! ¿Por qué creíste eso, Suki?

- Es que... te vas después de que el capitán Chen vino y Zuko mando a sacarte del salón, lo cual fue justo, no tenías que estar ahí entrometiéndote 

- Sé que eso parece, pero no es así

- Aang, si debes irte porque te sientes incomodo con algo, hazlo, pero háblalo primero con Zuko

Suki salió de la habitación, se fue con Sokka a desayunar mientras Zuko esperaba en el comedor a Aang, este llegó con su bolso. 

- Zuko, es hora de irme

- ¿En serio? Creí que te quedarías más días

- Debo volver con Katara, debe estar ya muy enojada por mi ausencia

- Oh, entiendo, pero llévate lo demás que traje para ti- Llega una empleada llega con un enorme bol de comida bien empaquetada, algo que ya se había preparado antes- son pasteles de luna, duraznos de Ba Sing Se, bananas ceniza de la isla Hing Wa, una tarta de fruta y un poco de té de leechi 

- ¡Vaya!- Exclama sorprendido- No, no me esperaba esto... Muchas gracias, Zuko

- De nada, lo que sea por un buen amigo

- Zuko, yo... quería preguntarte, ¿Vas a casarte con el capitán Chen?

- Aang, esa no es una pregunta que pueda responder ahora. Es mejor que te vayas ya, envíale mis saludos a Katara 

Zuko se retiro de la habitación, había que decir que estaba enojado por la pregunta, porque él realmente no quería tocar el tema con su mejor amigo, quería que todo entre ellos fuera como siempre, ya que con Aang podía sentirse como aquel chico de 17 años que estaba aprendiendo a relacionarse y era feliz con pequeñas cosas, como entrenar, tomar el té en compañía de sus amigos y tío, jugar con Appa y sonreír por tonterías. Pero que él mencionará la posibilidad de casarse, lo hizo aterrizar. Él no podía enamorarse, ni casarse por amor, sino por un deber. 

- Que difícil es esto...- Susurra el joven gobernante 

....








Aang estaba sobre Appa mientras comía un durazno, contemplando el paisaje para si mismo. Sabía que al llegar Katara lo recibiría con un largo sermón y honestamente, no estaba preparado para recibirlo, tampoco quería escucharlo.  

- Appa... creo que esto sólo te lo puedo decir a ti...- Suspira lleno de dolor- por primera vez, no quiero estar con Katara... Quiero volver con Zuko

Aang comenzó a llorar, realmente él quería dar la vuelta y volver pero no podía. Debía seguir con su deber. Tenía que tener hijos, hijos que dominaran el aire control o de lo contrario, él sería el último maestro aire. Y eso rompería el equilibrio de las naciones. 

....


Mientras tanto en el palacio de la nación del fuego, Zuko estaba sentado frente al estanque de patos tortugas, dándoles trozos de pan. Suspirando por ratos, pensativo por su última conversación con Aang. 

- Mi señor, ¿Ya tiene listo su atuendo?- Le pregunto Jiayi al acercarse a él- Recuerde que en dos días será la cena con los candidatos

- Si Jiayi, lo tengo listo. Sé que te enojas conmigo si no hago las cosas

- Perdóneme si eso le ha ocasionado molestias, pero todo lo que hago, lo hago pensando en su bienestar mi señor 

- Lo sé, Jiayi- Zuko le sonrió al mayor

Él sabía que aunque el viejo era a la antigua y algo tosco en su trato y al hacer las cosas, no había maldad en sus acciones. 

- Señor, es importante su compromiso por un tratado de paz- Le dijo Jiayi- sé que no le gusta tener que casarse por asuntos políticos, pero creo que es lo mejor. Todos los pretendientes son de buena familia, con una excelente formación educativa, de buen parecer y sobre todo, están de acuerdo con su--

- Jiayi, ya te dije que aceptare... Aunque no me gusta, sé que es lo mejor para mi nación. Además, lo último es igual de importante, se trata del futuro de esta nación

Zuko quería decir que no. Renegar de su deber. Tirar todo por la borda, pero no podía, aunque eso quisiera. 

- ¿Qué le parece ir al pueblo por un bocadillo? Hay un nuevo negocio de dulces, deberíamos probarlos

Zuko asintió encantado con la idea de salir a comer algo rico. Jiayi al ser tan estricto eran pocas las veces que le permitía ir afuera y olvidarse de sus deberes. Incluso con su compañía tan tosca, a Zuko no le importaba pasarlo con Jiayi. Así que fueron caminando, usando unas capas para cubrirse por orden de Jiayi, era necesario ya que a Zuko no le gustaba usar el paladín. Tardaron unos 10 minutos en llegar al nuevo local, apenas iban a entrar cuando aparecieron cuatro hombres. Estos tomaron a Zuko de los brazos, pero el joven pudo derrotarlos y poner al viejo a salvo, pero Zuko no contó con que una chica lo vencería al noquearlo con un polvo azul que le había sido entregado por una bruja de la misma nación del fuego, quien era leal a la princesa. 

La chica que venció al señor del fuego usando un truco sucio era la capitana de un grupo de piratas que habían nacido en Ban Sing Se, que al no soportar la miseria escaparon de la ciudad y llegaron a un pueblo pesquero cercano a la nación del fuego, donde aprendieron a ganarse la vida robando y luego se hicieron de un nombre. Su vida cambio, y todo gracias a su capitana. 

La capitana le pidió a su segundo al mando que cargara al joven gobernante mientras ella le entregaba una carta al viejo, que la amenazaba con un palo que pudo encontrar. 

- Deja a mi señor libre, seguro eres una bruja por ese truco tan sucio

- No le haré nada anciano, entregará esta carta al Avatar... veamos que tanto le importa su señor 

- ¿Quién eres?

- Usted mismo lo dijo, anciano... soy una bruja








Continuará...




Hermoso EquilibrioWhere stories live. Discover now