Extra 2.

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El cuerpo de Gea estaba tendido en la cama, miraba el techo de la habitación con desdén.

Xel...

El sonido de la puerta siendo abierta hizo que ella levantara su cuerpo sentándose, Eros estaba  a punto de entrar, pero al ver que ella se encontraba ahí quiso devolverse, pero no lo hizo y entro cerrando la puerta tras él.

Se preguntaba si el en serio lo haría, ¿huiría de ella?

El por su parte fue hasta el armario tomando un manojo de ropas, aquello le molesto por lo que su enojo creció al momento.

—¿Esto es real? No, no lo es... esto tiene que ser una puta broma. —Aquello hizo que Eros dirigiera la mirada hasta su mate, ella por su parte enarco una de sus cejas.

—¿Qué? —Cuestiono dudoso.

—Como, ¿Que qué? —El tono que había tomado ella le había dado un indicio a ella de lo que iba pasar si ella le daba una respuesta, por lo que hizo lo que cualquier persona fuerte y cuerda haría. Huir.

Sus pies se movieron hasta donde estaba la puerta abriéndola, pero el hablar de ella no se detuvo.

—¿En serio te vas a cambiar de habitación? —La pregunta hizo que el bufara. —¿Y eso que carajos fue, Eros? —Él había depositado toda su paciencia aquellos días, pero sentía ya no poder más.

—¿Y qué quieres? ¿Qué me quede? —Aquella pregunta conocía su respuesta, ella no lo quería lejos, pero...

—Estás siendo muy duro conmigo, Eros.

—¿Yo estoy siendo duro contigo? Carajo. ¿¡Yo!? —Su voz de alfa salió en aquella frase, las personas que estaban en la parte baja de la casa se alarmaron, pero nadie se atrevería a subir al segundo piso, ni siquiera Darwin estaba dispuesto.

—Sí, lo estas siendo, te alejas de mí. —Ella se levantó de la cama acercándose a él, quien por supuesto había entrado un poco más a la habitación. En el rostro de él había indignación, había enojo.

—Dime tu, Gea. ¿Qué quieres que haga si la mujer que amo llora todas las noches por el hombre que ella ama? Dímelo, que hago. ¿Qué puedo hacer si quiero hacerle el amor a mi mujer y sentir que ella está pensando qué pensaría su amigo muerto? ¡Dímelo! ¿Qué hago? —Ella miro sus ojos, ambos tenían sus pupilas dilatadas, al borde del llanto.

—Somos una pareja.

—No... no lo parece. En vez de llorar todas las noches a mi lado deberías llorar todas las noches en mis brazos, como una pareja, yo entendería tu dolor, ¡yo entiendo tu dolor! Pero lo que sientes por Xel me supera. —Sus últimas palabras dolieron como la mismísima mierda, el corazón de él se había quebrado. El lazo de mate y alfa se empezaba a debilitar y ellos... ellos no sabían que hacer.

—Eros, yo te amo con toda mi alma. —Él negó con la cabeza.

—Eso no es suficiente, Gea. Tus pensamientos ya no me pertenecen, Xel incluso después de muerto sigue teniendo toda tu atención. —Ella no pudo creer que él había dicho eso.

—Eres un idiota, no sé cómo...

—¿Cómo estas conmigo? —Terminó por ella. —Tienes la puerta abierta, cazadora, en el pasado hiciste detener mi corazón, ¿Qué te lo impide ahora?

Aquellas palabras salieron tan ligeras, pero le dolían, le dolían lo suficiente y era tan doloroso.

Amar a una persona que no está dispuesta amarte a ti y a lo que eres, a cómo eres y a lo que puedes ser cuando tu estado de ánimo gane la batalla, y explotes tan fuerte que puedas dañar todo a tu alrededor; duele.

—¿Acaso estás terminando conmigo, Eros? —El gran alfa Eros no supo dar una respuesta, por lo que salió de la habitación. Su corazón parecía descomponerse dentro de él.

Al bajar vio a todos en la sala en completo silencio. —No dejen que salga y si lo hace que no sea sola. —Inclusos en los peores momentos, el cuidaría de ella, cuando se trataba de Gea el amor le ganaba a su orgullo.

Al salir por la puerta principal sus manos lanzaron al suelo las ropas que había tomado, las miro, carajo. Bufó negando, su lobo salió haciéndolo sentir más liberado y a la vez encerrado, podía escapar, pero sabía bien que no por mucho.

En la habitación Gea bufaba de igual forma, enojada por la actitud de Eros, ni siquiera se permitía llorar, sabía que aquello no servía de nada y que tampoco la ayudaría, pero llorar por Xel la hacía sentir que hacía algo por él.

Xel... había llegado a su mente su recuerdo, una vez más, la abrazó tan fuerte que lo sintió ahí... a su lado, tomando su mano y sobando su pelo. Ella lo amaba con su corazón, pero sabía perfectamente que estaba mal amar a Xel y estar con Eros, pero Eros... él lo era todo, él ponía en sus manos las llaves del cielo, la hacía sentir un sinfín de emociones y no quería perder eso ni tampoco perderlo a él.

Ella salió por la puerta de la habitación, bajo las escaleras directamente y viro sus ojos al ver a todos ahí, habían armado una obra de teatro que fue gratis para todo; nadie la miraba a excepción de Analí que la veía con mirada de: te lo dije. Por eso le dio una mala mirada y la chica simplemente volteo el rostro.

Llegando a la cocina fue a la nevera y tomo agua, luego de una bandeja tomo una manzana verde y mordió al momento. Camino nuevamente a la sala y encontró a todos en la misma posición, aquello la sacó de lugar por lo que se detuvo y los miro.

—¿Qué les pasa? Dejen de...—Un sonido extraño hizo que las palabras de ella quedasen en el aire. Eran pisadas fuertes, muchas de hecho. Todos se pusieron de pie y caminaron hasta la salida.

Gea iba al frente, Gray, Darwin y Analí cercas, y Clarisse como siempre estaba alejada. Pero aquello no le quitaba el sueño a nadie, ella era la hermana insoportable y lo sabía. Y por último Jake.

Al salir vieron frente a la mansión principal un grupo de personas, no muy amigables al parecer. Gea fue la primera en continuar su camino haciendo que los gemelos y Jake se pusieran a cada lado de ella, protegiendo a su luna y a la vez su reina, a pesar de que Eros no estaba en ese momento él lo hubiese deseado así.

Pero a pesar de que Gea se mostraba valiente no estaba lista para más muerte, no de nuevo.

—¿Qué buscan o a quién? —Preguntó Gea, el frente contrario cruzó sus brazos.

—Gea Luna Peace. —Aquello sorprendió a los demás, pero en cambio ella mantuvo su misma postura.

—¿Quién la busca? —Volvió a preguntar.

—¿Acaso eres tú? —Los guardias de la manada aparecieron rápidamente, uno de ellos le entrego su arco junto a sus flechas.

—¿Quién me está buscando? —Fue directa.

—Nuestro rey. —Le respondió, ella ya sabía, Xel le había hablado de eso, pero no creía que la encontrarían.

—No estoy disponible para esta semana, lo siento. —El chiste ni a ella misma le hizo gracia, pero no sabía que más decir.

Los chicos se transformaron y quedaron Analí y ella de pie, ambas se miraron y cada una se posicionó al lado de la otra, los poderes de Analí salieron a flote y sus ojos cafés se encendieron en un hermoso rojo.

—No queremos matarlos, ven con nosotros de buena manera. —Gea sonrió.

Una de sus manos tomó una flecha y la colocó en el arco sonriendo de lado.

—Veamos quien muere primero.

Gea: por siempre el deseo del Alfa Eros. [Aeterna 1]Where stories live. Discover now