Empecé a ver la cala a lo lejos, llena de gente con sus tablas de surf bajo el brazo. Sentí el olor a arena y agua, a los granizados de fresa y limón, a la crema solar, a los flotadores recién comprados... En cuanto el coche paró y vi el camino hacia la casa bajé y corrí hacia la puerta.

-¡Oye! ¡Ayúdame con esto! -Gritó mi padre. No le hice caso. Recorrí la estancia hasta llegar a los enormes ventanales y los abrí rápidamente. La brisa del aire entró y retiró con un suave soplido las cortinas. Entonces lo vi, aquello que adoraba ver: el mar. 

-Adoro este sitio. -Susurré. Mi madre puso su mano sobre mi hombro y sonrió. 

-Vamos a ayudar a tu padre. Tim y los demás no tardarán en venir. 

Preparé el viejo altavoz que teníamos en el desván y puse música al máximo volumen. Empezamos a retirar todos los plásticos que estaban sobre los muebles, limpiamos las ventanas, quitamos el polvo, pasé la aspiradora al ritmo de Michael Jackson, organicé mi armario y limpiamos el suelo. Tras un par de horas de trabajo nos sentamos los tres rendidos en el sofá.

-Uf... -Suspiré.- Ya está lista. -Apoyé mi cabeza en el hombro de mi madre. 

-Todavía hay que acabar de limpiar los baños. -Murmuró mi padre. 

-Está bien... -Gruñí y me levanté. 

Tras acabarlo todo al 100%, me metí en el que era mi cuarto. Estaba diferente porque nuestras madres habían colocado otra cama para que Nicole durmiera en ella. Las paredes estaban pintadas de rosa pastel, mi cama se encontraba a mano derecha y la suya estaba ahora justo al lado de la ventana, enfrente de la puerta. Tenía un gran armario que ahora debía compartir con ella y la luz inundaba toda la habitación. Adoraba este sitio porque de noche podía escuchar el mar y podía ver el reflejo de la luna entrar por la ventana. Miré las fotografías que habían sobre la cómoda, a mi viejo osito de peluche que ya no necesitaba abrazar... Todo era perfecto.

-¡Sara! ¡Ya están aquí! -Escuché el grito de mi madre y salí corriendo para ver a Marcus.- ¡Madre mía! ¡Qué mayor estás, Nicole! -Me paré en medio de las escaleras y vi a Nicole entrar. Tim, Susan y Marcus estaban cargados con las maletas. Nicole me miró y sonrió. Yo la saludé con un simple gesto con la mano. Había cambiado mucho, sin duda. Se había rapado la nuca y llevaba una coleta alta que dejaba ver ese corte de pelo, una trenza diminuta que caía sobre su hombro y un vestido negro deportivo que dejaba ver que había crecido también de otras partes de su cuerpo. Que envidia, ¿por qué yo no las tenía así de bien colocadas?

-¿A que sí? Está guapísima. -Añadió Susan. Nicole sonrió forzadamente. A nadie le gustaba que los padres dijeran que habías crecido mucho. Bajé lo que me faltaba de escaleras y me puse al lado de Marcus.

-¿Ves? Lo que te decía, tiene toda la pinta de haberse metido drogas duras en el cuerpo. -Le susurré.

-¡No seas burra!

Miré a Nicole de nuevo. Se mantenía en calma mientras las madres hablaban de ella como si no estuviera.

-Bueno, chicos, vamos a poner la mesa. Sara, sube y ayuda a Nicole con sus cosas. -Me ordenó mi madre. Me giré y busqué la maleta de Nicole.

-Tranquila, solo llevo esta. -Dijo señalando la bolsa de mano que llevaba colgada en el hombro.

-¿Sólo te has traído eso para todo un verano?

-Sí, no necesito nada más. -Dijo sonriendo. Me encogí de hombros y subí las escaleras. Menuda idiota...

-Ven, te enseñaré dónde está la habitación. -Nicole nunca había venido a esta casa. Al vivir con su madre no solía pasar mucho tiempo con Tim.

-Joder, esta casa es una pasada.

-Sí... La verdad es que sí. -Entré en la habitación y me senté en mi cama.- Esa es tu cama, te he dejado esos dos armarios para ti. -Ella entró y dejó sus cosas en el suelo.

-Oh, con un armario tengo suficiente. Si quieres puedes usar el otro.

-¿De verdad? Pues me harías un gran favor porque he dejado media maleta sin guardar. -Dije levantándome. Empecé a guardar mis cosas y vi cómo ella sacaba su ropa interior y la guardaba en el armario. ¿Por qué llevaba tangas tan sexys? ¡Yo aún usaba bragas!

-¿Te gustan? Puedo regalarte alguna, si quieres. Estas están nuevas. -Parpadeé varias veces.

-Eh... no, no.

-En serio, toma. -Dijo lanzándome un tanga de encaje.

-Oh, dios mío... No, gracias. -Dije mirándolo como si fuera un OVNI que acabara de caer en mis manos. Ella se rió.

-Son más cómodas de lo que crees. ¿Nunca has llevado tanga?

-¿Eh? Sí, claro, por supuesto que he llevado tangas. -Dije riendo.- Llevo tangas todos los días...

-Ya, claro...

-¿Por qué llevas tanta lencería? ¿Tienes algún novio por aquí perdido?

-¿No puedo llevar lencería porque me de la gana? ¿Tengo que tener novio para poder verme sexy?

-No... O sea, sí, claro que puedes... Es solo que... pensaba...

-No necesito seducir a nadie. Además, los chicos no me interesan. -Me quedé en silencio y tragué saliva.

-¡Chicas, a comer!

Nicole salió de la habitación con una sonrisa en la cara. ¿Qué quería decir con eso?

Tenía que ser ellaWhere stories live. Discover now