2

15.4K 819 176
                                    

-¡Vamos, dormilona! -Dijo mi padre golpeando el marco de la puerta.

-Hm... -Dije quejándome.

-Vamos, Sara, tenemos mucho que hacer.

-Ya voy. -Dije poniéndome la almohada en la cara para tapar los rayos del sol que entraban.

-Vamos... -Escuché como mi padre se acercaba.- A la de una...

-¡Papá, por favor, dame un momento!

-A la de dos...

-¡Vale, vale, ya voy! -Me quité la almohada y se la tiré en la cara.- Eres un padre horroroso.

-Sabes que no. -Le saqué la lengua bromeando.- Vamos, hay mucho que hacer.

-Voy... -Cuando vi que salió por la puerta cogí el móvil y miré mis notificaciones por última vez. Marcus me había mandado una foto en el coche de camino al avión. "Suerte", le escribí. Este trasto se iba a quedar todo el verano en un cajón bajo llave. Nada de distracciones. Bueno, solo las justas. 

Me levanté y fui directa al baño, como de costumbre. Tuve suerte de que mis padres comprendieran que necesitaba un baño para mí sola, pero mi racha se iba a terminar. En el chalet sólo habían dos baños y tenía que luchar contra Marcus para entrar yo antes. Ahora también tendría que luchar contra Nicole... Arrastré las maletas hacia la entrada con ayuda de mi padre y las cargamos en la furgoneta. 

-¿Está todo? -Mi padre se estiró y crujió su cuello.- ¡Agh, no hagas eso! 

-Creo que está todo. -Miramos hacia la puerta de casa. Mamá salía la última tras revisarlo todo. 

-¡Ya está! ¡Podemos irnos! 

-¿Seguro, mamá? -Se giró indecisa.

-Oh, venga... que tampoco nos vamos tan lejos. Si necesitamos algo bajamos a por ello y ya está. -Dijo papá quejándose. 

-Eso, mamá. Si falta algo ya bajará papá a recogerlo. -Bromeé. Mi padre me dio un golpecito en la cabeza y subí a la parte de atrás de la furgo.- ¿Podéis poner mi canción? 

-¿No te cansas nunca? La has escuchado como un millón de veces... 

-Vamos, papá, por favor... -Le supliqué. 

-Vamos, cariño, pon su canción. 

-Gracias, mamá. -Mi padre resopló y buscó en su móvil mi canción favorita.- ¡Oh, sí! ¡Esto si que es vida!

Llegamos al chalet pasada una hora. Realmente no estábamos lejos, pero aquella casa era una locura. Pura magia. Deseábamos con ansias que llegara el verano para poder disfrutarla. Tenía grandes ventanales con cortinas de color crema que daban a una terraza impresionantemente grande. Contaba con piscina privada, cuatro habitaciones enormes con camas de matrimonio, un salón abierto a la cocina con una barra de bar y una isla, todo decorado de colores blancos y turquesas, fotografías de nosotros cuando éramos niños, marcas en el canto de las mesas por las cervezas que abrían nuestros padres... Era la casa perfecta. 

Llevábamos toda la vida pasando los veranos aquí. Nuestros padres decidieron comprarla entre los cuatro para poder disfrutarla con nosotros. Ambas madres se quedaron embarazadas a la vez y fue entonces cuando decidieron ser inseparables. Se enamoraron de este lugar en cuanto lo vieron y pactaron pasar aquí cada verano. Nunca hemos hecho nada diferente ni lo necesito. Empecé a trabajar con Marcus en el parque acuático hace dos años. Lucas, un chico al que conocimos veraneando aquí, trabajaba allí junto a su padre. Él era el dueño de todo aquello. Cuando le conocimos nunca imaginé todo lo que iba a hacer por nosotros. Era un trabajo que todos envidiaban. 

Tenía que ser ellaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon