Capitulo Seis.

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Xue Yang puede contar con una sola mano las veces que alguien le ha mostrado algo de generosidad o amabilidad, de hecho, no necesita contar porque nadie le ha ayudado jamás. En cambio, si tiene que contar cuantas veces lo han maltratado y engañado, él tendría que buscar una docena de manos más para poder hacer la cuenta.

Aun así el siempre espero lo mejor de las personas. Por ello cuando ese señor le ofreció unos postres a cambio de llevar una carta inmediatamente acepto, no espero recibir un golpe por parte de ese otro hombre y que al volver para reclamar sus postres fuera recibido con más golpes. Él había hecho el trabajo asi que se merecía esos postres, por ello siguió al hombre gritándole una y otra vez que debía cumplir su promesa, pero solo recibió varios latigazos a cambio.

Xue Yang podía ver como los demás transeúntes simplemente ignoraban la situación y otros más crueles se rían. Nadie lo iba a ayudar por más que gritara o suplicara. Asi había sido siempre y ya se había hecho a la idea de que eso nunca cambiaria.

Por eso cuando un joven se interpuso entre el látigo y su cuerpo él se quedó sorprendido, al igual que las demás personas. El joven había usado su propio cuerpo para protegerlo del látigo.

El hombre lleno de ira le dijo: —¡¿Qué crees que estás haciendo?!

Xue Yang entonces se fijó que un hombre de túnicas rojas se acercó al hombre y lo tomo por el cuello, no escucho nada, pero por la expresión de aquel desgraciado supuso que no había sido nada bonito. El hombre salió corriendo y parecía que su alma se había quedado atrás de lo pálido que se veía.

—¿Estas bien? ¿Dónde te duele? — la preocupación en su voz era algo a lo que Xue Yang no estaba acostumbrado, nadie se había interpuesto entre él y los golpes, mucho menos habían detenido un látigo para protegerlo. —A-Die creo que debemos llevarlo a un curandero. — Xue Yang se sorprendió cuando el joven lo levanto en brazos y le sonrió.

Xue Yang jamás había visto una sonrisa tan bonita.

Ahora que los veía mejor los dos vestían túnicas muy bonitas, vivía en la calle, pero no hacía falta ser demasiado listo para saber que ellos eran personas ricas, su ropa, su tocado e incluso sus espadas eran hermosas y finas.

—¿No hablas? — Xue Yang entonces se avergonzó. El joven había detenido el látigo, se preocupó por él y ni siquiera había dado las gracias como era debido.

Xue Yang: —Mi nombre es Xue Yang, muchas gracias.

—Tienes un bonito nombre. — Xue Yang nunca había conocido una persona que pudiera sonreír tanto. — Ahora dime... ¿Por qué ese hombre te estaba golpeando? — entonces él les explico. Xue Yang estaba al borde las lágrimas cuando se dio cuenta de que los dos hombres si le creyeron. No le dijeron que era lo que se merecía por ser un vagabundo, si no que se indignaron y lamentaron no haberle dado un castigo apropiado a ese hombre.

El esperaba que en cualquier momento ambos se fueran y lo dejaran. Pero no le importaba, habían sido amables y eso era más que suficiente para él. Pero el chico de sonrisa eterna tenía otros planes. Lo llevo a una posada, le preparo un baño, le compro túnicas nuevas y coloco frente a él la mejor comida que Xue Yang había visto en años.

—Puedes comer, nadie te va a castigar por ello.

Xue Yang: —No tengo... dinero. — murmuro.

—No seas tonto. Nadie te está cobrando. —le dijo el de túnicas rojas. — Mi nombre es San Lang y este es mi hijo Wei Ying. — él ya lo sabía, no es como si el más joven fuera discreto al llamarlo A-Die.

Wei WuXian: — Mi nombre de cortesía es WuXian.

Xue Yang tuvo que tomarse unos minutos para poder recordar de donde había escuchado el nombre WuXian. Sus ojos se abrieron aún más: —Tu... tu eres...

Príncipe Heredero del CieloWhere stories live. Discover now