Capitulo 4

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Al salir de clases nos dirigimos al estacionamiento, Bea sacó las llaves de su bolso, era una camioneta roja y vieja.

Nos subimos a ella se supone que a esta edad puedes tener licencia pero tienes que ir acompañado de un adulto y ninguno de nosotros lo era.

—¿Tienes licencia de aprendiz? —pregunté confundido.

—No, es una licencia normal como la de todos los adultos —respondió riendo.

—Pero tienes 16 —dije arqueando la ceja.

—No tengo 17, así que ya puedo conducir —comentó algo apenada.

—Bueno van a seguir platicando o iremos a la playa —se quejó Thomas poniendo los ojos en blanco.

Bea arranco la camioneta y nos dirigimos a la playa, en el camino Bea puso el radio pero no había nada nuevo.

Thomas se quedo dormido en la parte de atrás de la camioneta, así que aprovechamos la oportunidad.

—¿Entonces hace cuanto que te mudaste? —preguntó viendo la carretera.

—Hace unos meses —respondí, no era mi tema favorito de conversación.

—¿Por qué te mudaste? —preguntó ella animada en hablar.

—Bueno cuando era pequeño mis padres se divorciaron entonces decidieron que cuando cumpliera 16 y mi hermano 20 nos mudaríamos con mi padre —conté incómodo.

—Entonces tienes un hermano —curioseo.

—Si uno y dos medios hermanos, y tu desde hace cuanto que vives aquí —pregunté para cambiar de tema.

—Yo e vivido toda mi vida aquí —contestó orgullosa.

—Eso es mucho tiempo —exclamé asombrado.

—Si, pero uno se acostumbra —dijo ella.

—Y tu y thomas son novios —asumí pues lo precian.

—No, por Dios no —exclamó riendo— él es como si fuera mi hermano menor.

—¿Desde hace cuanto que se conocen? —pregunté más curioso.

—Bueno sus padres y mi mamá se conocen desde el kinder y siempre se llevaron bien así que acordaron que cuando tuvieran hijos se mudarían aquí, y bueno primero adoptaron a Chloe la hermana de Thomas y cuando nací yo se mudaron aquí, luego adoptaron a Thomas un año después y unos años después nació mi hermano.

—Wow no me imagino como debió ser —contesté pues mi madre nunca había sido de relaciones largas— y como terminaste en el mismo grado que Thomas.

—Bueno cuando era pequeña era súper tímida, casi no hablaba con nadie solo con Thomas así que mi madre decidió no meterme ese año a la escuela y entre con Thomas y bueno desde entonces no me puedo librar de él —contó sonriendo.

—Créeme no podrías soportar ni una semana sin mi —exclamó él despertando.

—Oh por favor e pasado más de una semana sin ti y fue una de las mejores —reprochó.

—Eso es mentira, nunca has estado lejos de mi ni por un día —exclamó riendo.

—Cuándo te sacaron las amígdalas estuve 3 días lejos de ti —le recordó ella con una sonrisa triunfante.

—Claro que no, cuando mi papá me llevo al hospital ibas con él, cuando me operaron estabas en la sala de espera y cuando desperté estabas a mi lado así que no cuenta —refutó su punto.

—Bien pero eso significa que has estado conmigo siempre y lo estarás en el futuro —dijo mirándome por el espejo.

—Lo prometo, ahora cuanto falta para llegar por que tengo que ir al baño —comentó moviéndose en el asiento.

Llegamos 10 minutos después, cuando estacionamos el coche Thomas salió corriendo hacia el baño, que en realidad eran unos árboles que estaban a lo lejos.

Nos bajamos del coche y Bea se acercó al mar, corría hacia las olas y luego regresaba corriendo como un juego de niños, yo solo la miraba, era tan hermosa.

Thomas regreso después de unos minutos y empezó hacer lo mismo que ella, de repente yo también lo estaba haciendo, después de un rato de salpicarnos y correr Bea sacó una cobija del coche.

Ella la puso en la arena, sacó 3 cervezas y una caja de cigarros, yo no tome la cerveza pero si tomé uno de los cigarros.

—El agua esta perfecta creo que me meteré a nadar —exclamó Bea

—Pensé que habías dicho que no traías traje de baño —dije confundido.

—No hace falta —ella se quitó la playera y los pantalones quedándose con la ropa interior.

—Si quieres puedes ir —le dije apagando el cigarro en la arena.

—No yo no se nadar —contestó él mirando a su amiga.

—Enserio eso es algo... bueno ilógico, tienes 16 años debiste nadar alguna vez en la playa o una alberca —comenté sorprendido.

—No nunca me gustó meterme al agua o ir a fiestas donde hay albercas —explicó.

—Eso es triste qué pasa si alguna vez caes al agua, como le harás si no sabes nadar —dije confundido.

—Bueno como dijo Bea nunca me separo de ella y ella sí sabe nadar, así que me salvaría y no soy tan estúpido como crees sé que tengo que mover los brazos y las piernas y cerra la boca par que no me entre agua —contesto mirándome.

—Buen punto —dije señalándolo con un nuevo cigarro.

Él solo sonrió y negó con la cabeza.

Pasamos la tarde en la playa, cuando empezó a oscurecer nos fuimos.

Bea me llevo a mi casa, en el camino me platicaron como había sido vivir casi juntos, pues viven enfrente uno del otro, tal vez no eran las mejores personas, tal vez solo eran dos amigos nuevos o solo por ese día, pero era perfecto para mi.

No es otra historia de amorWhere stories live. Discover now