Desliz en las escaleras. II

315 31 7
                                    

Las sábanas ya no se encontraban perfectamente colocadas en la cama, si no tiradas por el lado derecho de ésta. Las mantas habían acabado en el lugar donde se suponía que debía ir la almohada, la cuál se encontraba apoyada en el armario.

A pesar de esto, yo me encontraba acostada sobre la alfombra de la habitación, intentando averiguar si este era el lugar adecuado donde poder dormir sin sentir sus manos sobre mi piel o su aliento contra mis labios, pero al parecer nada hacía que me sacara de la cabeza lo sucedido en las escaleras hace apenas un par de horas.

Estaba segura de que me había encantado como había sido, pero el miedo a fastidiarlo todo era mucho más grande que la pasión.

Yo... bueno, creo que ya lo sé demasiado bien como para tener que pensarlo. Tal vez, necesitaba una reunión solo para chicas. Nia, Laura y Sam, sobre todo la última, tenían mucha experiencia en situaciones como estas. Ellas seguro que podrían aconsejarme y así podría decidir que era lo que debía hacer.

Me levanté un poco más animada de la alfombra, para comprobar que todavía era la una de la madrugada. Sin duda alguna las chicas seguirían despiertas.

Cogí el móvil y comencé a escribir un mensaje para las tres.

"Chicas, mañana en mi casa a las 18:00. Tengo algo urgente que contaros sobre Hugo y sobre mí. Es muy importante. No me falléis. Besos, Morena"

Envié el mensaje a las tres destinatarias mientras se me escapaba una leve risita al ver el nombre con el que había finalizado el mensaje. Este chico me estaba afectando tanto que incluso si había un día en el que no me llamaba Morena, comenzaba a añorarlo.

...

Si algo comenzaba a tener claro, era que me estaba siendo imposible conciliar el sueño sin evitar que cada vez que cerrara los ojos viera el deseo que percibía en la mirada de Eva antes de que ella misma me apartara.

Aún no entendía porqué lo había hecho cuando creo que tanto ella como yo nos estábamos muriendo por que algo como eso sucediese pronto, y cuando por fin dejamos que surja de manera natural, viene ella y me frena los pies o los labios, según por donde se mire.

- ¿Por qué me separaste, Eva?- me senté en el borde de la cama llevándome las manos a la cabeza mientras gruñía al ver que era poco más de la una de la mañana, por lo que llevaba casi dos horas dando vueltas en la cama sin pegar ojo.

Tal vez es por el lugar en el que nos encontrábamos, pero es que tampoco le veía sentido, si me lo hubiese dicho, yo me habría alejado y la hubiese llevado a unos de nuestros departamentos. Pero justo cuando llegamos arriba, ella me besó rápidamente y luego se metió en su apartamento con la rapidez de un lince.

Busqué las zapatillas de andar por casa con los pies y cuando las encontré me levanté de la cama para hacer lo que hacía cuando no podía dormir: arreglar el apartamento.
Cogí el bote de pintura que tenía en el salón y un par de pinceles.

No pude evitar sonreír al ver lo que estaba comenzando a dibujarse en esa pared. Aún no me creía que me hubiese atrevido a hacerlo y mira ahora, solo faltaba pintar a esa chica de espaldas.

Así que, manos a la obra, no había tiempo que perder.

...

Me quedé mirándolas fijamente al ver cómo se sentaban todas juntas en la alfombra donde yo había acabado durmiendo la noche anterior junto a Vega. La verdad es que ahora, sintiendo el dolor que sentía en la espalda, no me parecía tan buena idea haberlo hecho.

Las chicas seguían allí calladas, sin tener idea de porqué estaban en mi cuarto y de porqué las había llamado con tanta urgencia.

Sam se miraba las uñas de la mano derecha, las cuales había pintado de color morado.

Nia tenía a Vega frente a su cara y le hacía cosas con la boca, como si se tratase de un niño pequeño al que podría hacer reír.

Laura se miraba en su espejo de mano, intentando colocar los mechones de la melena que se le iban hacia atrás.

En definitiva, todas estaban más pendientes de sus propias cosas que de preguntarme de una maldita vez qué era lo que me había pasado como para que las hubiese llamado. Al parecer tendría que dar yo el primer paso, por primera vez.

- Hola. Me llamo Eva, tengo 23 años y unas amigas que pasan de mi- dije con mala cara, colocándome de rodillas en la cama y poniendo mis manos en mis muslos.

- ¡Hola Eva!- dijeron todas a la vez, haciéndome reír para mis adentros tanto como poner cara de mala leche.

- Gracias-dije cruzándome de brazos.

- Déjate de tonterías y comienza a contar que era eso tan urgente- soltó Laura cerrando el espejito y poniéndome atención por primera vez.

- Bueno... pues... sucedió en las escaleras, él y yo, besos y... una experiencia- no sabía muy bien cómo contárselo ahora que lo pensaba bien, ni siquiera yo sabía expresármelo a mi misma.

- ¡Exhibicionista!- gritó Sam, dejando de mirarse las uñas y poniéndose de pie de un salto, bastante sorprendida- ¡En las escaleras como conejitos y sabiendo que alguien podía veros! ¿No te dio vergüenza?- se llevó una mano a la boca para poner cara picara- ¿Te gustó?

- ¡No hice nada de eso, cochina!- Lancé el cojín que pille más cerca a su cara, dando en el pleno y haciéndola cerrar la boca.

- ¿Entonces qué pasó?- preguntó Nia dejando marchar a Vega y agarrando del pantalón a Sam para que se sentara a su lado.

- El problema es que... las cosas pasaron a más y yo... yo sentía que me moría de ganas porqué sucediera algo pero... me entró miedo y le pedí que parase- susurré mirando el colchón sin sábanas.

- ¡En serio!- todas parecieron sorprenderse, pero Laura más que ninguna- ¿Y que pasó? ¿Se enfadó contigo, te dijo algo, le pego?- lo dijo tan rápido que solo escuché lo último.

- ¡No!- contesté rápidamente- Nada de eso... fue súper dulce y comprensivo a pesar de que no le dije nada- sonreí al imaginar como se había puesto- El problema es que... tengo miedo porqué... yo nunca... nunca he estado con nadie- confensé avergonzada.

- ¡Nunca!- exclamó Sam- Pero si tu eres una loca de viva la vida y quítate la ropa- Nia le dio un golpe en la cabeza para hacerla callar- Pero que te queremos igual.

- ¿Y tú quieres?- preguntó Nia.

- Sí, bueno, no sé...- suspiré- ... me muero de ganas- ellas sonrieron.

- Entonces... hazlo. Hugo otra cosa no, pero es muy buen chico y te va a cuidar muy bien- contestó Laura sonriendo. El timbre de la puerta interrumpió nuestro momento.

- Ya voy yo- dije sonriendo.

Me levanté de la cama de un salto sin molestarme en calzarme. Las chicas no se quedaron quietas, si no que me siguieron a paso lento. Yo las miré mal al notar como se ponían a cuchichear entre ellas. Me llevé una mano al pelo para intentar arreglármelo a medida que me acercaba cada vez más a la puerta ya que tenía una leve idea de quién podría ser.

Carraspeé cuando me paré ante la puerta, y las chicas me hicieron un gesto para que abriera y me dejara de tonterías.

Al hacerlo, lo encontré apoyado con una mano en la pared y una sonrisa en los labios. Miró hacia dentro y levantó la otra mano para saludar.

- ¿Me puedo unir a la tarde de chicas, Eva?- yo sonreí y me acerqué a él para besarlo escuchando las burlas de las chicas de fondo, pero poco me importaba, tenía claro lo que iba a hacer, lo que juntos íbamos a hacer.

Deseo a las estrellasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt