¿Comprometida?

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Los rayos del sol pegaron en los delicados parpados de la señorita Rowling quien dormía plácidamente. Charlotte abrió sus parpados lentamente, como si le pesaran, dirigió su mano hacía su boca cuando presintió que un bostezo iba a salir, se levanto poco a poco hasta quedar sentada, su pelo rojo era un desorden, limpió sus ojos y se quedó un rato sentada, a Charlotte le costaba levantarse, no lo podía negar, amaba su cómoda cama y sus cobijas, y detestaba el sol mañanero que se asomaba por la ventana para despertarla.

Luego de unos momentos la mucama tocó la puerta de su cuarto, con un simple "Adelante" la mucama entró. La mucama una señora algo gruesa, con las mejillas rojas y pelo negro con alguna que otra cana; llevaba en sus manos la ropa de Charlotte, la pobre mujer alistó el baño de la señorita y cuando todo estaba listo se marchó y dejo a Charlotte sola.

Charlotte sumergió su cuerpo en el agua tibia con pétalos de rosa, cerró sus ojos y se preparó para relajarse y no tener que pensar en nada, luego de unos momentos sumergió su cabeza y luego la saco, amaba ver su pelo mojado, era la única forma de ver sus colochos bien definidos. La chica tomó una toalla, se secó y se puso su corsé y luego su vestido celeste de manga larga. Cuando ya estaba vestida la mucama volvió y recogió su cabello y puso un adorno que combinaba con el vestido. La chica estaba lista y salió para tomar el desayuno con su familia como solía hacer todos los días.

-Buenos días, Madre.-Dijo Charlotte cuando se acercó a la mesa del comedor, su madre sonrió pero no era de esas sonrisas cálidas que tenía siempre, era una sonrisa fingida, una sonrisa que decía que algo andaba mal.-¿Todo anda bien?-Preguntó, pero su madre sólo se limitó a asentir.
La hermana de Charlotte llegó junto con el señor Rowling, y tomaron asiento. Esta vez la mesa estaba en silencio, sólo se limitaban a comer, la tensión se podía notar.
-Padre. -Dijo Charlotte tratando de evitar el silencio tan incómodo que reinaba en el comedor. -¿Cómo vas con el trabajo? Pensé que ibas a trabajar hoy. -Dijo la chica sin saber que su pregunta era demasiado imprudente, pero que iba a saber ella.
El señor Rowling se aclaró la garganta algo incómodo. La señora Rowling se puso algo tensa y dejó su cubierto en la mesa, Charlotte se empezaba a sentir incómoda y confundida igual que su hermana Katherine.
-He decidido dejar a cargo al señor Jones. -Mintió. -Además hoy viene un viejo amigo y lo tengo que atender. -Dijo con una de sus mejores sonrisas fingidas que sólo su esposa podía notar.

-¿Cual amigo?-Preguntó Charlotte algo confundida.

-El señor Rickford.-Soltó el señor Rowling.

-¿El gran señor Rickford? ¿El guapo Rickford?- Preguntó ansiosamente la adolescente Katherine.

-Katherine.-Regañó Charlotte a su hermana. -Contrólate.- Dijo Charlotte con el ceño levemente fruncido.

-Es que tú no lo has visto.-Dijo Katherine con una sonrisa traviesa. Y era verdad Charlotte no conocía al hijo del señor Rickford, en su memoria sólo tenía al viejo señor Rickford quien había fallecido hace cinco años, el cual era regordete y con algunas canas, el viejo señor Rickford era amable con ellos, y Charlotte recuerda cuando su padre, el señor Rowling, había ayudado al señor Rickford cuando este era de clase trabajadora. Había escuchado rumores de que el hijo del señor Rickford era apuesto en verdad, pero Charlotte no le interesaba conocerlo; su hermana y su madre lo conocían por las fiestas que daba la familia Rickford, a las cuales Charlotte no asistía, prefería pintar, leer o tocar algún instrumento antes que convivir con la gente de alta sociedad; y el día del funeral del viejo señor Rickford su hijo no se había presentado por atender negocios en Londres, por lo tanto desconocía tal sujeto. -Si lo hubieras visto tan sólo una vez...

Katherine fue interrumpida por la mirada desafiante de su madre, Katherine simplemente levantó los hombros y dedicó una sonrisa juguetona a su madre.

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