Blood Ocean | ¡Yandere! x Reader | One Shot's

【¡Yandere! ¡Ocultista! x Reader】

Los meses pasaban y Aarón estaba cada vez más convencido que eras su alma gemela, aun si ahora lo veías como un amigo, como eran almas gemelas eventualmente lo amarías como deberías.

Pero lo que indicaba el final de su ritual demostraba que no eras su alma gemela, de hecho, ni si quiera mostraba su hilo rojo del destino.

Tenía que haber un error, pero siguió paso por aso lo que su padre le había repetido que hiciera, lo intentó una segunda vez y el resultado fue el mismo. Aarón se sentía con el corazón roto, su familia había muerto por algo inútil, quien él creía que estaba destinada a estar con él no lo estaba.

Pero se le ocurrió — Llegar aquí no pudo haber sido una coincidencia... — Aarón creyó que esto era una manera de unirse, podía hacer que ustedes dos estuvieran destinados el uno al otro, anclar tu alma a la suya por el resto de la eternidad, alguien que nunca lo abandonará.

Con el comienzo de su ritual se mostraron los cambios, para ti fue natural, sentir que te "enamorabas" de Aarón ¿Qué otra cosa podría ser? Lo posesivo que era y las cosas incoherentes que a veces murmuraba mientras te abrazaba te dejaban desconcertada, pero para aquellos años, era más que aceptable todo esto, no importaba lo incomoda que te sintieras.

Las cosas fueron escalando poco a poco, te aisló por completo — No tienes porque sonreírle a otros. — Sus delirios se iban saliendo de las manos y comenzaste a discutir con él, cada vez que pensaste en dejarlo una pesadez se apoderaba de ti, te enfermabas de tal manera que las náuseas no se irían por nada del mundo.

Mientras más se intensificaban las cosas más sentías que esto no era algo que podrías manejar, esto no era "natural", no era normal que cuando intentabas dejarlo pasarías días en cama enferma por algo que ningún doctor parecía poder entender.

Pero no tuviste que buscar una respuesta, vino a ti en forma de una mujer de cabello negro que se apareció en la puerta de tu casa — Este prometido tuyo te ha amarrado hasta el cuello he... — No entendiste lo que quiso decir, tomó tu mano e intentaste apartarla, pero caíste de rodillas aun sosteniéndola por un intenso dolor de cabeza, ella te soltó y al mirar tu mano, alrededor de tu meñique había un hilo rojo que salía por la puerta de tu hogar — Lo que vez es un hilo del destino forzado, tu prometido amarró sus almas para que nunca lo dejes, por el resto de la eternidad. — Algo hizo click en tu cabeza con lo que dijo, las enfermedades, los murmullos extraños de tu prometido te hacían sentido ahora. El pánico se estaba alborotando en ti, no querías esto, querías huir, querías que se fuera — Si me acompañas ahora, puedo ayudarte, no deberías perder más tiempo del que ya lo has hecho, si esperas más, será muy tarde. — Tomaste la mano de la mujer y la seguiste fuera de tu hogar.

El ritual que ella realizó contigo duró días, esa mujer te dijo que Aarón eventualmente te encontraría si no se daban prisa. Ella te explicó, el hilo se destruirá con el tiempo si te mantienes lejos de Aarón, mientras más tiempo estés con él, más fuerte se hará y no tendrás escapatoria — Pero para recibir algo debes dar algo de igual valor... — La mujer expresó — Con las condiciones que plantó Aarón, será para encontrarte en cada vida que tengan, cada vez recordaras todas tus vidas, y te puedo asegurar que en ninguna de sus próximas vidas las cosas mejorarán. Lo que te ofrezco, es que en lugar de ser Aarón quien reciba sus memorias pasadas, seas tú, para que huyas de él, y tú alma pueda descansar dejos de esta maldición. — Preguntaste cuanto tiempo pasaría hasta que el hilo se consuma — Si haces las cosas bien, trecientos años. — Te horrorizaste ante el número — Es mejor que una eternidad. — Pensaste que tenía razón — Mientras más lejos estén sus almas mejor, si no tienes maneras de huir, la muerte siempre es una opción, pero no puedes dejar que Aarón pase mucho tiempo a tu lado ¿Estarás bien con todo esto? — Aceptaste después de pensarlo poco, sonaba como una tortura, pero ella tenía razón, era mejor trecientos años que una eternidad.