Prólogo

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— ¡CORRE, SHINSEOK, CORRE! — gritaba un castaño.

A medida que avanzaba, la voz se iba disolviendo. El único sonido que lo acompañaba eran sus fuertes y rápidos pasos.

Se preguntaba una y otra vez, ¿Por qué? ¿Por qué seguía corriendo, si de todas maneras su destino sería el mismo?

El aire comenzaba a ser un problema, necesitaba descansar, sus pasos se hacían cada vez más cortos y suaves.

No sabía dónde estaba, ni tampoco a dónde iría. Solo sabía una cosa, debía huir.

Buscó ayuda con su vista, pero no había nadie. El pánico volvía a hacerse presente, ¿Y si no lo lograba? A pesar de saber lo que ocurriría, tenía esperanza. Dicen que es lo último que se pierde, y en su caso, no es diferente.

Le pareció buena idea seguir caminando, quizás no era tan rápido y efectivo como correr, pero era mejor que nada.

Su ilusión poco a poco se fue derrumbando. Mientras más avanzaba más se convencía de que las cosas no terminarían bien.

No había nadie para ayudarlo, era obvio, el horario no era el mejor y la zona tampoco.

Quizás debía rendirse.

Recordó todo lo vivido en ese día. Eso fue…realmente agotador.

¿Acaso él merecía todo eso? No era su culpa poseer eso que la gente desea.

¿Está mal ser feliz? Él ni siquiera lo era, pero tenía lo necesario para vivir, eso es más que suficiente.

Pensó en aquel sujeto. Aquel maldito hombre, que en tan solo unos segundos le arrebató todo…lo alejó de todo. Con aquella sonrisa tan…odiosa, que por alguna razón no puede sacar de su mente.

De repente, sus pasos se detienen, sus ojos se abren lo más que pueden.

Esta frente a él, aquel tan odioso individuo, ese que ha estado en su mente en las últimas horas. Ese que le arruinó todo en segundos.

Quien lo secuestro.

— Escapar no sirve de nada, lindo. — habló.

— Soy conciente de eso, pero ¿Qué pierdo intentándolo? — respondió, sin expresión.

— ¡Me encanta que seas tan frío! Te hace tan atractivo. — halagó, mientras se acercaba.

— No a diferencia de ti, que para ser alguien tan cruel, te ves bastante infantil. — contestó.

— No dudes de mí. — contestó, mientras se abalanzaba sobre el contrario.

Shinseok, sin embargo, logró esquivarlo.

— Eres rápido, pero eso no será suficiente. — comentó, sonriendo de lado.

Dicho esto, el más bajo tiró un puñetazo el cual le dió al contrario, haciéndolo caer al suelo.

— B-bastardo. — susurró el pelinegro.

Limpió la sangre que salía de su labio.

Se levantó lentamente y como pudo, se acercó al contrario, dándole una fuerte golpiza.

— Para ser un niño mimado, golpeas bien. — dijo limpiando la sangre que salía de su nariz.

— ¡Ya te dije que no soy un niño mimado, estúpido! — grito con furia.

— La recompensa que ofrece tu padre no me dice lo mismo. — sonrió de lado.

— Piensa lo que quieras, de todas maneras no me conoces. — dijo aún enojado.

— Tú tampoco me conoces, Kim Shinseok. — dijo acercándose con una sonrisa en su rostro.

— A pesar de eso, me hago la idea de lo horrible que eres. — soltó con asco.

— Lastimas mis sentimientos Kim. Tendrás que convivir mucho tiempo conmigo, así qué deberías acostumbrarte a mi personalidad. — sus pasos de acercaban cada vez más al opuesto.

Y una vez más se abalanzó sobre el de cabellos negros, quien intento quitárselo de la espalda, puesto a que lo tenía colgando de esta y en su mano tenía un paño humedecido con algún producto para adormecerlo.

— ¡Ya quédate quieto! — gritó el castaño.

Sin responder, el más alto ponía fuerza para que el opuesto no cumpla con su objetivo. Pero estaba cansado, había estado corriendo por horas y el peso contrario comenzaba a hacerse cada vez más difícil de manejar.

Finalmente se rindió. El paño fue colocado en su boca y lentamente comenzó a caer. Una mano se posó en su cintura y la otra lo tomo del brazo.

Una sonrisa triunfante se hizo presente en el mayor. Al fin lo había atrapado.

Tenía tantos planes para ese pelinegro.

¿Es correcto amarte? | Lee Jong SukWhere stories live. Discover now