44. La fiesta de la luz

Începe de la început
                                    

—Reese —vuelve a hablar Jeremy con un tono un poco más serio. Le miro con curiosidad—. La noche que te dije que iría a verte...

—¿Qué pasó?

—Sí que fui —añade atropelladamente, y me mira entrecerrando los ojos—. Te vi con Mason.

Me atraganto con mi propia saliva al tragar y toso un par de veces.

—Él...

—Solo quiero saber una cosa. —Se aclara la garganta y sonríe, pero sé que no es sincera, lo hace para quitar tensión—. ¿Sientes algo por él?

—No hay nada ni habrá nada entre nosotros —le interrumpo, sabiendo por dónde va la conversación. Ahora soy yo la que está seria porque es algo que quiero que comprenda a la perfección—. Nunca.

El camarero viene con nuestras bebidas, interrumpiéndonos, pero veo como Jeremy asiente y se le escapa una pequeña sonrisa. Parece más relajado.

—¿Qué te apetece hacer? —añado para cambiar de tema.

Jeremy alza las cejas repetidas veces y esboza una sonrisa mientras se mete la pajita en la boca.

—¿Nos bañamos? —dice tras dar un trago a su bebida.

—¿Por la noche?

—¿A qué le temes, Reese Miller?

Doy un trago y le miro. En realidad, ahora mismo, a muchas cosas, pero prefiero no decírselo.

—A nada —rechisto y me levanto con la bebida en la mano. Él se ríe. El camarero nos advierte de que no podemos salir con la copa fuera del establecimiento y me fijo que el bar tiene una pista de baile—. ¿Te apetece?

Bailamos en la discoteca haciendo nuestro famoso baile de las vacaciones, una mezcla de movimientos un tanto estrambóticos. Eso llama la atención de una pareja un poco más mayor que nosotros, quienes nos invitan a ir con ellos a la ceremonia de la luz. Por lo visto encienden farolillos y piden un deseo.

Corremos por el paseo hasta un parque donde hay un montón de gente ya preparada. Julia, que así se llama la chica, me ayuda a enganchar la vela mientras los chicos buscan unas cerillas para encenderlas.

—Tu novio es muy simpático —dice con una sonrisa. Abro la boca para corregirla y explicarle que solo somos amigos, pero finalmente me callo.

—Lo es.

No puedo evitar sonreír yo también y es que, en el fondo, me gusta cómo suena lo que ha dicho y la sensación que esa palabra ha provocado en mí. Finalmente, los chicos aparecen y trato de eliminar de mi mente aquel pensamiento, pero es imposible teniéndole tan cerca, sonriéndome cada vez que me mira, rozándome la piel... ¡BASTA! ¿Por qué se empeña mi cuerpo en querer algo que no va a tener nunca?

Me recojo el pelo en una coleta para calmarme y suelto el aire con la intención de expulsar la negatividad. Hoy voy a pasármelo bien con mi mejor amigo.

Nos colocamos en el centro, junto al resto de personas y, cuando el reloj marca las doce de la noche, todo el mundo lanza al aire su farolillo encendido. A algunos les cuesta volar y hay que darles un empujón, otros lo hacen como si hubiesen nacido para ello. Jeremy y yo esperamos a que el resto lo haya soltado para hacerlo nosotros. Nos miramos y asentimos a la vez. Tras pedir un deseo, vemos nuestros farolillos en el aire.

—¿Qué has pedido?

—A ti te lo voy a decir —respondo con sarcasmo, haciéndome la interesante. Él me da un suave codazo, insistiendo—. Primero dímelo tú.

—Si lo digo no se cumplirá. —Se cruza de brazos y mira al frente. Me pongo delante de él y con mis manos acuno sus mejillas.

—Eres un tramposo —hablo mientras le estrujo la cara, y él saca la lengua para chuparme—. ¡Y un cerdo!

—Chicos, nosotros nos vamos —dice Julia interrumpiéndonos. Nos separamos al instante y ella se ríe—. Ha sido un placer conoceros.

Tras despedirnos de ellos, caminamos durante un rato por el paseo hasta entrar en la playa. Me quito las sandalias y dejo que mis pies se hundan bajo la arena. De repente, Jeremy empieza a pellizcarme en el costado y me retuerzo entre sus brazos, que me tienen apresada.

—Para, ¡para! —susurro entre risas sin poder dejar de moverme. Sabe que las cosquillas son mi debilidad, pero yo sé que también son la suya, así que le pago con la misma moneda.

—Reese, ¡que me voy a mear encima!

En un mal movimiento, me tropiezo con su pie. Me abrazo a él para no caerme, pero él también pierde el equilibrio y acabamos los dos en el suelo. Siento su pecho elevarse bajo el mío y su aliento rozando mis labios. Sus manos siguen rodeando mi cuerpo. Todo a mi alrededor se ha empezado a difuminar. El corazón se me acelera de golpe al notar el roce de sus dedos en mi mejilla. Me observa como si fuese un pirata y yo su tesoro.

—¿Vamos al mar? —dice de repente, y me aparta con rapidez para levantarse.


*****

Creo que no estáis preparados mentalmente para lo que se viene... y yo tampoco jajajaja

Mañana máaaaaaaaaaaaaaasssss ❤

Por cierto, en este capítulo aparece un personaje secundario de otra de mis historias, ¿adivináis quién es? Si lo hacéis, os regalo el desbloqueo de mi historia de pago :)

Por cierto, en este capítulo aparece un personaje secundario de otra de mis historias, ¿adivináis quién es? Si lo hacéis, os regalo el desbloqueo de mi historia de pago :)

Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.
El buzón de los secretos © |COMPLETA|Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum