Visitantes indeseados

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Disclaimer: Esta historia no me pertenece. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo la traduzco.

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Día diecinueve:

Vale, creo que he tenido esta muñeca demasiaaaado tiempo. Estoy empezando a convertirme en una persona sobreprotectora y posesiva. No solo estoy empezando a ver al bebé como propio, sino que ahora empiezo a reclamar a mis amigos y a mi familia como propios y cada vez siento menos y menos ganas de compartir. Estoy constantemente de mal humor y estos días no hace falta mucho para sacar mi temperamento. Cada vez me cuesta más y más abstenerme de decir cosas que me gustaría decir, pero que sé que no debería decir.

Este proyecto no está sacando lo mejor de mi personalidad. Aunque, ahora que lo pienso, puede ser a causa de la falta de sueño que he estado acumulando. Solo espero seguir teniendo amigos cuando termine este proyecto.

Kagome centró su atención en sus amigos, que se estaban preparando para dormir después de un día agotador. Sería muy fácil justificar su irritabilidad y posesividad diciendo que era la falta de sueño, pero sabía que no era eso. Se permitió una pequeña sonrisa. Claro... es la falta de sueño...

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Gruñendo, Kagome abrió los ojos. Le dolía todo el cuerpo. Además de la caminata del día anterior (la visita de Kouga parecía haber impulsado de alguna manera a Inuyasha para hacer algún tipo de implacable maratón), los pocos momentos que tenía Kagome cuando Mikomi estaba tranquila los usaba para hacer su creciente montón de deberes. Una vez más, la miko no había dormido nada.

—Ya casi acaba —murmuró Inuyasha mientras Kagome recogía los papeles y los libros y los metía desordenadamente en su mochila.

—¿Qué?

—Nada. —Le empujó un libro que se había dejado fuera con su pie—. Recoge rápido, niña. Ya han acabado todos de desayunar.

Kagome asintió, somnolienta, lo ignoró y bostezó. Sentándose al lado de su mochila, metió el último libro y sacó su cepillo. Fue una mala señal que se le quedara atascado antes de terminar con el primer mechón. Con un gruñido típico del demonio perro, le gruñó a su pelo mientras tiraba de él, pero no se desenredaba sin importar lo cuidadosamente o lo fuertemente que lo cepillara. Cuando estaba intentando desenredar un nudo especialmente molesto, le arrancaron el cepillo de las manos.

—Niña estúpida.

Kagome miró con cansancio a Inuyasha, que parecía como si estuviera intentando decidir si rompía el cepillo o lo tiraba lejos. Segundos después, lo metió en la mochila y la puso fuera de su alcance.

—¡Mi pelo! —gimoteó. Odiaba gimotear, pero no se pudo contener.

Su amigo de orejas de perro puso los ojos en blanco antes de tirar la mochila. Le frunció el ceño cuando se movió hacia su mochila, luego Inuyasha empezó a revolver en el interior. Kagome se volvió a sentar y lo miró fijamente, demasiado cansada para intentar entender lo que estaba haciendo. Al final, Inuyasha sacó una goma del pelo y se la lanzó antes de irse ofendido una vez más con su bolsa.

Eso fue... ¡casi dulce! Miró la goma del pelo que tenía en la mano e intentó decidir qué hacer con el nido de ratas que tenía en la cabeza.

No podía recogerse el pelo en una coleta debido a su triste estado, así que se decidió por la otra opción ligeramente menos desarreglada: una trenza. No se podía decir en absoluto que estuviera bien hecha, pero eso era mejor que tratar de desenredar el pelo. Bostezó otra vez, prometiéndose un buen baño y varias aplicaciones de acondicionador en cuanto encontraran un buen lugar para bañarse, pero, francamente, por primera vez estaba demasiado cansada como para preocuparse por eso.

El bebé de KagomeWhere stories live. Discover now