A la mañana siguiente

984 83 7
                                    

Disclaimer: Esta historia no me pertenece. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo la traduzco.

-x-

Día dos:

Hoy he aprendido un nuevo significado para la palabra "cansancio". Anoche, el bebé lloró casi a todas horas. Creo que no dormí nada. Noto todo borroso y me está empezando a doler la cabeza.

Empiezo a dudar seriamente de mis habilidades como madre, ¡y tan solo es el segundo día!

Kagome bostezó. ¿Podrían sobrevivir con un bebé a su cargo? Al principio no parecía un gran desafío, pero ahora ya no estaba tan segura.

-x-

Mikomi se pasó gran parte de la noche llorando, y era un sonido misteriosamente realista. Kagome probó todo en lo que pudo pensar... darle de comer, jugar con ella, cantarle, cambiarle los pañales, hacerle eructar y frotarle la espalda. El bebé acababa callándose, pero solo durante una hora, más o menos. Y luego volvía a empezar a llorar. Kagome empezó a preguntarse alrededor de las cuatro de la mañana si no le habrían dado un bebé defectuoso. A lo mejor había perdido un microchip importantísimo que le permitía dormir.

No hacía falta decir que todos estaban un poco cansados y gruñones cuando salió el sol.

—Sí que es una niña... con pulmones —gruñó Miroku mientras se levantaba y se estiraba—. Creo que iré a asearme antes de desayunar.

—¡Iré contigo! —se prestó voluntaria Sango un poco demasiado deprisa mientras lo seguía para salir del claro.

Kagome no se dejó engañar. Lo único que querían era estar lejos del ruidoso bebé. Entonces pensó que, si se pudiera ir, también lo haría. Pero, ¿qué clase de madre sería?

—¡Vaya madre estás hecha! —se mofó Inuyasha desde un árbol—. Dejaste que esa cosa llorase toda la noche.

Sus dedos se crisparon mientras levantaba en sus brazos al bebé electrónico. ¿Me acaba de llamar mala madre? Lo fulminó con la mirada mientras abrazaba fuertemente a la niña.

—¿Qué. Has. Dicho?

Shippo chilló y salió corriendo detrás de Sango y Miroku, seguido muy de cerca por Kirara.

Inuyasha cayó delante de la joven miko, aparentemente impertérrito ante el fuego que estaba emitiendo.

—He dicho que dejaste que Mikomi llorase toda la noche.

—¡Idiota, no DEJÉ llorar a Mikomi!

—¡No la detuviste!

—¡LO INTENTÉ!

—¡ENTONCES NO TE ESFORZASTE LO SUFICIENTE!

Se apagó el fuego de sus ojos y fue reemplazado por un torrente de lágrimas que hizo que Inuyasha saltara hacia atrás lleno de miedo y confusión.

—Sé... —sollozó bajando la cabeza—. ¡Sé que soy una mala madre! ¡No tienes que restregármelo!

Lanzó a Mikomi a los brazos de Inuyasha y salió corriendo. Cuando llegó al riachuelo, cayó de rodillas y sollozó. Debería haber sabido que no sería una buena madre. Debería haber sabido que... ¡no puedo hacer esto!

-x-

Inuyasha miró perplejamente al bulto que tenía en sus brazos. ¿Qué acaba de pasar? Primero estaban teniendo su habitual pelea matutina y, un instante después, ella rompía a llorar, le lanzaba a la niña y se marchaba. Inuyasha reprodujo la conversación en su cabeza, pero no se pudo imaginar qué demonios podría haber dicho que hiciera que reaccionase así. ¿Por qué diría que es una mala madre?

El bebé de KagomeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant