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"Antes de conocer a Val, mi vida estaba envuelta en una agria monotonía"
Pasé la mayor parte de mi segunda vida encerrado alrededor de cuatro grises paredes de concreto, como cualquier otro robot, para ser más acertado, un sistema de vigilancia o quizás una cadena de televisión.
Me la pasaba descansado en el asiento de la omnipotencia, rodeado de pantallas, acompañado por mi inseparable compañera la soledad, a veces degustaba del placer de fastidiar a Alastor, pero sin salir de mi zona de confort y siempre de lejos, porque el tipejo podría ser un anticuado abstinente sin ningún propósito además de ser una molestia en el culo, pero era fuerte, casi tanto como para acabar conmigo.
"Eso era algo que no pretendo admitir en voz alta ni en un millón de años"
No es como si hubiera deseado algo más, afuera no había nada para mí y nunca me encantó el infierno, tenía mis razones para no querer convivir con los hediondos habitantes de este lugar, tampoco era de los demonios que le gustaba ensuciarse las manos, nunca desarrollé una pasión o placer por arrebatar una vida.
Pero eso no significa que me tuviera que contener si alguien era un obstáculo para mis planes.
Aunque si era así, la cosa era diferente por supuesto.
Tenía un cuerpo de mercenarios que se podían encargar de eso.
Apagué la cámara 67B-5 dando por muerto ese punto de la ciudad, mi trabajo era simple, que la propaganda llegara a todo el infierno, o por lo menos llenaría de ellos el anillo del orgullo para que los demonios no puedan resistirse a la tentación del consumismo. Mi consumismo.
El capitalismo de este mundo me pertenecía, yo lo manejaba, no había ser que pudiera amenazar mi puesto ni mis riquezas, yo era terriblemente afortunado.
━━Pero por alguna razón no me siento así. ━━Susurré para mí mismo, la electrónica melodía de mi voz se me fue consiente, subiendo una de mis piernas encima del asiento del trono, abrazando por mi rodilla la extremidad y posando mi cabeza encima de esta.
"No sé como acabé recordando la vez que caí al infierno."
Estaba muy confundido, estaba desnudo no recordaba la mayoría de las cosas que viví en vida, tampoco se me era muy claro la manera de mi muerte.
Lo que más me sorprendió fue la pantalla plana que tenía por cabeza, eso me hizo gritar del terror, y luego escuché mi voz, había interferencia en el sonido que yo emitía, rompí el espejo de un golpe al ver mi físico por completo, no podía creer que si existía la vida después de la muerte.
Nunca creí en esas cosas, era un sujeto con una perspectiva completamente intelectual, Dios, el diablo y todo lo supernatural tenía nula relevancia para mí.
O al menos así era antes.
Acomodé el moño del traje, mirando las pantallas sobrantes, pasando las cámaras hacia los clubes y las carreteras, lugares donde abundaba el pecado como arena en el mar. pecadores bailaban en esos lugares, algunos se besaban sin pudor en la pista de baile o tenían sexo en las esquinas más alejadas.
