Capítulo 35: "Adiós, Beatriz"

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Solo me quedo ahí, llorando hasta que el agotamiento me tumba al fin.

Solo me quedo ahí, llorando hasta que el agotamiento me tumba al fin

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—Buenos días, tía Am —saludan en coro los hijos de Susana.

—Buenos días, criaturitas bellas.

—Mamá, la tía Am nos está molestando —se queja la pequeña.

Susana llega con una gran jarra repleta de jugo verde y la coloca en el centro de la mesa.

Han pasado... x días desde que me estoy quedando en su casa, y prácticamente ya me siento parte de la familia.

—Terminando de desayunar me acompañarás al trabajo —anuncia mientras les va sirviendo jugos a sus hijos.

—Sus, no tengo ganas...

—Has estado en pijamas por más de una semana, y por suerte no la misma pijama, pero eso no quita el hecho de que no has salido en días, así que irás conmigo y fin de la discusión.

Eso no fue una discusión, fue una orden.

—Mamá, ¿yo también puedo ir a tu trabajo? —pregunta la más pequeña.

—Tú irás a la escuela con tu hermano.

Las dos suspiramos y nos encogemos de hombros, aceptando que es una batalla perdida.

Luego de elegir lo que me pondré para salir, y de volver a cambiarme porque Susana se dio cuenta que lo que me puse también era una pijama, llegamos a la dichosa revista.

—Sus, no quiero entrar...

—No viniste a trabajar, solo a ver el lugar. —Desabrocha su cinturón—. Te va a gustar, te lo prometo.

—Bien. —Exhalo y con pesadez me libero del cinturón.

Al llegar a la entrada habla con el de seguridad, quien termina asintiendo en rendición como todos los que intentan rebatirle a Susana. Me da la señal para que me acerque y juntas entramos hasta recepción, donde mi amiga usa sus encantos para conseguirme un pase de visitante.

—Tenías razón —digo mientras nos vamos acercando a los elevadores—, me ha gustado mucho, ¿ya puedo irme?

Me suelta su mirada de madre aniquiladora y me apresuro en llegar a los ascensores.

—Están bonitos, ¿cuántos pisos tiene?

—Cinco. —Presiona el botón.

—Wow.

Las puertas se abren y nos presentan a dos trabajadores conversando de quien sabe qué.

—Hola, Susana —saludan en coro.

—Hola —les saluda de vuelta—, ¿cómo les fue con el reportaje del accidente en la central?

—Perfecto, ya conseguimos la entrevista con el testigo que estuvo presente —comenta el joven de cabello rapado.

¿Me van a dejar amar? [Presente MVDH #2]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt