Capítulo 4: Días restantes.

298 52 273
                                    

Yo era una persona pesimista atrapada dentro de un cuerpo positivo, la mayor parte de mis días eran como:

ME QUIERO MORIR.
PERO OYE, ESTOY VIVO, ¿QUÉ BIEN, NO?

DE PUTA MADRE.

Bel.

Confiaba en la gente, pero era desconfiado. Me gustaba flojear, pero realizaba mis cosas. Odiaba, pero también quería. Y me sentía como aaaaaaa.

La verdad, no tenía ni idea de qué clase de persona era o cómo me veía realmente: si era un pedazo de carne o una hoja de papel.

—Wow, ya se tiene que terminar este círculo de autodesprecio, autocompasión y el punto más bajo en el que he estado. —Me dije a mí mismo, hecho bolita en la silla con ruedas.

Mi habitación era como un pozo azul que imitaba la noche aún con el atardecer peleando entre las cortinas por hacerse presente, pero estas evitaban que la luz contaminara mi espacio. La única luz amarilla provenía de la jaula donde tenía mi camaleón, a la temperatura adecuada, quizás preguntándose como yo si acaso íbamos a sobrevivir después de el robo.

—Necesitaré un trabajo de medio tiempo, Paco Pacote Pacotilla, aaaaaaa. —Me estresé solo, otra vez.

Retorcí las manos cerca de el rostro, jalé mis chinos más sobresalientes y me forcé a tomar aire para dejar ir el enojo. Me sentía como el cadaver de un reptil en pleno desierto tras una fuerte sequía, listo para que me devoraran bajo el insoportable sol de verano.

Arrojé una patada a la cama para tomar impulso y dar vueltas hasta chocar con mi escritorio. Extendí ambas manos al tronar mi espalda y levanté la computadora.

Empleo, wey, empleo.

La página de Omegle comenzó a cargarse, cegándome de momento. Había olvidado que estuve rato atrás, antes de deprimirme, hablando con personas de forma aleatoria para evitar pensar en mis problemas y las clases de la universidad.

Apenas enlazó con la videollamada próxima, un chico de cabello corto y rostro pulcro, saltó a mi visión. Me sentí desalineado en ese momento, con el cabello hecho un asco y el humo de mi vape por toda la habitación. Me hice chiquito mientras mordía mi labio nervioso, sin saber qué rayos hacía ahora.

—Fua. —Rompió el silencio con un esbozo de asombro. Las luces azules en su cuarto contrariaban con mis leds verdes, marcando la diferencia entre ambos.

Qué.

Elevé ambas cejas sin poder preguntar qué pasaba. El chico solo hubo abierto grandemente los ojos, cosa que me puso más nervioso.

Fua. —Hice una cara rara al ser visto de forma tan extraña.

Ambos soltamos una risotada, aunque cerré la laptop con rapidez cuando escuché a Suyen llamar a la puerta.

—Te traje comida, ¿podemos comer juntos?

—¡Claro, está abierto!

Suyen Solomon: mujer de 27 años que aparte de guapa es inteligente y tiene talento para cualquier cosa que se proponga. Mi madre repulsiva la conoció hace tres años en un seminario para apoyar a los jóvenes, le metió en la cabeza que los universitarios la pasaban mal con sus gastos y Suyen, de buen corazón, me ofreció dividir renta a su lado.

Desde que entré al instituto de preparación universitaria hasta ahora, mi segundo semestre de universidad, he vivido con ella. Me vio cortar relaciones con mis padres, abandonar mi viejo nombre de trastorno y fracasar en todas mis relaciones. La verdad me sentía como su hijo, aunque quizás ella me veía como un amigo, que era lo que necesitaba.

Hai finito le parti pubblicate.

⏰ Ultimo aggiornamento: Apr 09, 2022 ⏰

Aggiungi questa storia alla tua Biblioteca per ricevere una notifica quando verrà pubblicata la prossima parte!

Geranios, Hamlet y Solomon.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora