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[Abi]
Mi mirada estaba fija en la pared de la habitación, estaba perdida en mis pensamientos mientras la voz de Bill era lo único en mi teléfono, me planteaba lo que posiblemente ocurriría en el próximo juicio, un sonoro suspiro sale de mi al ver como el caso cada vez es más complicado.
— Eres una gran abogada, Abi — habla Bill al escuchar mi suspiro — Lo lograrás.
— Eso espero — murmuro, fijo mi mirada en Andy y le hago una seña para que se siente a mi lado cosa que hace — Hablamos luego, Bill.
— Está bien — cuelgo la llamada, y fijo mi vista en Andy quien tenía la mandíbula tensa y su seño fruncido — ¿Qué ocurre, cielo?
— Te he dicho que no me gusta que hables con él — toma uno de mis pechos apretándolo con fuerza — Papi te castigará.
— Andy — murmuro con la respiración agitada, él toma uno de mis pechos y ejerce presión en el.
— Te he dicho que cada vez que follemos me digas papi — murmura con voz roca provocando un jadeo de mi parte — ¿Entiendes, mi niña?
— S..si — él rompe mi camiseta dejándome con mi pecho descubierto, y aún en bragas — Papi...
— Vas a chuparme la jodida polla — rompe mis bragas — Mírate nada más, toda mía.
Él se levanta junto a mi, me da una fuerte nalgada haciéndome gemir, y me pone de rodillas al suelo dejando frente a su erección aún cubierta por su pantalón, frotó mi mano sobre él y relamo mis labios antes de pasar mi lengua por él.
— Deja de burlarte — gruñe tomando mi cabello en una coleta — Quita mi ropa y métela toda en tu boca, Abi.
— A sus órdenes, papi — él gruñe, hago lo que pide y suelto un suspiro sorprendida al ver salir su gran erección — Demonios.
Chupo con un poco de fuerza la punta, poco a poco meto su polla en mi boca, él comienza a mover sus caderas y hace que su polla llegué a mi garganta, la saca y deja que tome un poco de aire antes de comenzar a follar mi boca.
Mis gemidos eran amortiguados por su polla que entraba y salía de mi boca con fuerza, siento como su líquido preseminal se hace presente, él sale de mi boca dejándome con la respiración agitada y un poco de su semilla en mis labios.
— Tragalo — ordena mientras toma asiento en el borde de la cama — Ven, siéntate en mi, dándome la espalda.
