sálvese quien pueda

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En un rincón olvidado del espacio profundo, una intensa batalla cósmica se desata. Naves demoníacas, surgidas de los abismos más oscuros, asaltan con fiereza a las dispersas fuerzas de refuerzo imperiales. El aire se satura con el aroma acre del fuego que se apodera de las naves, mientras explosiones de magnitud insondable destrozan el paisaje estelar. En este épico enfrentamiento, la supervivencia de las fuerzas imperiales pende de un hilo, pero en medio del caos, una nueva esperanza brilla con fulgor,

En las entrañas de la nave insignia "Colmillo Estelar", los marineros corren frenéticamente de un lado a otro, mientras el caos se desata a su alrededor. Sacudidas violentas hacen temblar la estructura de la nave, mientras el fuego se propaga y las explosiones crean un estremecedor espectáculo de destrucción. En medio de este frenesí de batalla,

En el puente de mando, el escenario era igual de caótico, con fuertes sacudidas que hacían temblar la estructura de la nave. La desesperación impregnaba el aire mientras el Almirante Haldor Sternflame observaba la situación con preocupación.

"Nerviosos y titubeantes, las palabras no salen fácilmente de sus labios. 'Eh... emm... sigan el curso, el Emperador protege. ¿Cómo van los escudos?'" pregunta el Almirante.

El tecnosacerdote, con su mirada intensa y serena, responde con seriedad: "Los escudos están cayendo a niveles críticos, Almirante."

La tensión se intensifica mientras la tripulación lucha por mantener el control de la situación. El Almirante Sternflame toma una profunda respiración antes de preguntar: "¿Y el resto de la flota?"

Con tristeza en sus ojos, el oficial de comunicaciones responde con voz apagada: "Casi toda ha sido destruida, señor."

El silencio pesado se adueña del puente mientras la devastadora noticia es asimilada por todo.

El puente se estremeció violentamente, y las alarmas resonaron a través de la nave. Uno de los controladores del puente gritó con furia: "¡Traidores! ¡Una masa de traidores ha entrado en la nave!"

El Almirante Haldor, con el corazón latiendo con desesperación, gritó: "¡Hay que huir! ¡Rápido!"

Un oficial, confundido y preocupado, preguntó: "¿Qué dice, señor? ¿Huir?"

El Almirante respondió con firmeza: "Es mejor vivir hoy para seguir sirviendo mañana. ¡Hay que atravesar el inmaterium!"

El caos se apoderó del puente mientras la tripulación se apresuraba a seguir las órdenes del Almirante. Nerviosos y preocupados, todos trabajaron en conjunto para llevar a la nave "Colmillo Estelar" a través del peligroso y turbulento inmaterium, en un intento desesperado por escapar .

En medio de la batalla entre los marineros que diputaban y caían una gran figura sobresalió entre los marineros. El Gran Comisario Maximus Valorian, una figura legendaria entre los marineros del "Colmillo Estelar", desenfundó su imponente espada de energía. Esta reliquia del pasado estaba bendecida por los capellanes astartes de capítulos ya perdidos, lo que la hacía
portadora de un arma de poder .

Con habilidades mejoradas por modificaciones y una destreza sin igual, Maximus Valorian era una fuerza temible en el combate. Su espada cortaba y partía a cada cultista que osaba enfrentarlo, dejando un rastro de destrucción en su camino. Con cada golpe, la energía de la espada fulguraba, purificando a los seguidores del Caos con su luz brillante.

A pesar de la ferocidad de los ocultistas, el Gran Comisario se alzaba como un bastión de esperanza en medio del caos. Su valentía inspiraba a los marineros a luchar.

Desatando una danza mortal en batalla.se libraba en los estrechos espacios de la nave, y Maximus Valorian lideraba el contraataque con una determinación inquebrantable. Con cada golpe certero de su espada de energía, los cultistas retrocedían, desorientados ante la potencia de su oponente.

El combate era feroz, pero bajo la guía del Gran Comisario Maximus Valorian, los marineros en enfrentaban a los ocultistas con una resolución indomable. Con la espada de energía brillando como una estrella en la oscuridad del espacio, Maximus Valorian se convertía en una leyenda viviente, protegiendo a su tripulación y defendiendo la gloria del Emperador en esta cruenta y trascendental batalla.

La fisura en el espacio real se abrió. En el puente de mando, el Almirante Haldor   ordenó apresurar el paso para escapar.

El tecnosacerdote, con su voz mecánica, procesaba cálculos rápidamente para encontrar la mejor ruta de escape. Pero antes de que pudieran actuar, una sacudida implacable agitó la nave, arrojando al suelo al Almirante.

Confundido y preocupado, el Almirante preguntó: "¿Qué fue eso?"

El tecnosacerdote respondió con seriedad: "Impacto de detonaciones, estado crítico." Almirante  se levantó del suelo y se preparó para liderar a su tripulación

La nave finalmente entró al Imperio, y el almirante sintió un momento de calma tras haber escapado de la fisura. Respiró profundamente, sintiendo un atisbo de alivio. Sin embargo, su tranquilidad fue interrumpida por una tormenta disforme y caótica. Energía y estruendos sacudieron violentamente la nave.

"Haaa... ¡el puente se estremece!" exclamó el almirante, luchando por mantener el equilibrio mientras la nave era zarandeada por fuerzas desconocidas.

De manera abrupta y casi sobrenatural, la nave salió de la turbulenta tormenta disforme, retornando al espacio real. El puente quedó envuelto en un silencio tenso, mientras la tripulación intentaba asimilar lo que acababa de ocurrir.

El almirante miró a su alrededor, con el corazón aún acelerado por la intensidad del acontecimiento. Agradeció en silencio a los dioses estelares por su escape milagroso y al Emperador por su protección.

El almirante, sorprendido y aliviado por haber sobrevivido a la tormenta disforme, pronunció esas palabras antes de que la tragedia se desatara. De pronto, la puerta de entrada se abrió con fuerza, revelando varios hombres armados que acompañaban al temible inquisidor Mordred Duskblade.

Sin previo aviso, el inquisidor Mordred apuntó su arma directamente hacia el almirante y le disparó sin piedad. El sonido ensordecedor del disparo llenó el puente, y el almirante cayó al suelo, muerto  .

El inquisidor Mordred observó fríamente al almirante mientras yacía en el suelo, pronunciando con desprecio una palabra que resonó como un látigo en el aire: "Cobarde."

La tripulación, atónita y horrorizada ante la traición y la violencia sin sentido, se quedó sin palabras. El inquisidor Mordred era conocido por su intransigencia y crueldad, y ahora su implacable juicio había caído sobre el valiente almirante.

Sin mostrar ninguna emoción, el inquisidor Mordred se volvió hacia la tripulación y declaró con voz gélida: "Nadie debe mostrar debilidad frente del enemigo .

El inquisidor,, ordenó:, ¿dónde estamos?"

La tripulación estaba igualmente desconcertada, los escaneos no revelaban ningún indicio de su ubicación o de la presencia de otras naves o seres vivos cercanos.

"No hay signos de comunicación ni signos de vida en los alrededores", informó un oficial.

Ante la ausencia de información y la incertidumbre que los rodeaba, un sentimiento de desesperación comenzó a apoderarse de la tripulación.

El inquisidor, decidido a tomar control de la situación, preguntó sobre el estado de la nave.

El tecnosacerdote, con su voz mecánica, respondió: "Motores al 60%, escudos al 30%, armamento al 40%, tripulación al 70%, energía al 70%. Se necesitan reparaciones".

El inquisidor reflexionó unos momentos y luego dio su orden con firmeza: "Concéntrense en los motores. Es crucial que recuperemos el control de la nave y aseguremos nuestra capacidad de movimiento.

El "Colmillo Estelar" se sumergió en una carrera contra el tiempo mientras la tripulación se dedicaba a reparar los motores y restaurar la funcionalidad de la nave y limpiar la nave de los herejes restantes.

El imperio de la humanidad llego al GateDove le storie prendono vita. Scoprilo ora