Esa empresa les demostraba a todos su alta capacidad para tomar decisiones cuando se requería.

—No eres un inválido y sé que soy el mayor responsable de hacerte sentir así. Te he sobreprotegido, pero no puedo permitir que sufras, no de nuevo.

—¿No qué respetabas mi intimidad y privacidad? —Amonestó Castiel entre divertido y algo asombrado de comprobar que en realidad su amigo decía la verdad sobre sus habilidades, pero siguiendo negándose a tratar de entender lo que no tenía sentido para él.

—Castiel, ve y habla con Dean, aclaren sus sentimientos y ya dejen de bailar solos cuando bien es sabido que lo hacen juntos, y muy bien.

Por un momento, tuvo la penosa impresión que él sabía lo que había sucedido en casa de Dean entre ellos y eso lo mortificó profundamente. Lo bueno fue que si era así, Gabriel tuvo la decencia de quedarse callado y no hacer ningún comentario al respecto, lo que agradeció hondamente.

—Así es que soy un serafín de verdad... —señaló Castiel en un intento de llevar la conversación a terrenos más seguros.

—Sí —respondió Gabriel y añadió con una sonrisa—, y yo soy un arcángel, por supuesto. Igual que Miguel.

Castiel soltó una carcajada corta que era más por los nervios que los tenía a flor de piel. Las ocurrencias de su amigo tenían niveles colosales de vanidad.

—¿Arcángel? ¿Por qué no me extraña? Y seguro que Hans también...

—No, él y tú son ángeles, pero tú eres el comandante de todos —afirmó con lo que le pareció orgullo en la voz.

—En todo caso —Castiel intentó no enloquecer por lo que le decía ya que no tenía sentido alguno—, ¿ese no sería Miguel? Qué no te escuche o te montará una grande —respondió con el ánimo mucho más ligero.

—Castiel, ve y habla con él.

La voz serena de Gabriel le hizo sentir como si le hubiera recorrido mil volteos por sus venas, haciendo que él deseara obedecerle, pero también sentía que la decisión era suya al final.

—Sí, la decisión siempre será tuya de dar el primer paso, serafín. Cómo siempre ha sido, aunque estés supeditado a que él tenga que tomar las decisiones más importantes y esa es la verdadera razón por la cual ustedes dos son tan perfectos juntos.

—De qué hablas... —su tono de voz era bajo e intentó esconder la esperanza que crecía con cada palabra que había dicho Gabriel.

—Ustedes, se complementan a niveles que ni nuestro padre pudo advertir, nunca —afirmó con rotunda y descarnada seriedad.

Y por alguna razón, Castiel, supo que él decía la verdad incluso en lo que ni idea tenía de lo que afirmaba sobre temas que no tenían sentido alguno para él.

—Ve, serafín.

Castiel cerró por un momento los ojos para intentar calmar a su galopante corazón, para cuando los abrió, sabía que él tenía que dar el primera paso y solo esperar no terminar absorbido por la desilusión o algo peor, el rechazo. 


*****

Dean salía de su oficina con unos documentos en la mano para entregárselos a Catarina, cuando la puerta de la oficina de Castiel se abrió y vio a su amigo salir y detenerse en cuanto lo vio. Ambos se quedaron mirando por un momento, envueltos en alguna clase de burbuja en la que Dean tuvo recuerdos muy vívidos sobre el sueño que había tenido el día anterior y que fue tan realista que aún podía sentir los estragos del impresionante orgasmo que había tenido después que en su sueño Castiel le diera la mejor mamada que jamás le hubieran dado.

El vacío que llenasWhere stories live. Discover now