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ナレーター: Narradora
A pasado una semana desde que el rumor de Tamaki y Nejire andaban saliendo, se oía en toda las escuela y ambos seguían con el teatro, se agarraban de la mano mientras caminaban o almorzaban juntos en los recesos.
Y como lo predijo Nejire, nadie sospechaba el porque nunca mostraban su afecto con besos o caricias.
Incluso llego a caer el rubio sonriente, que los felicito por haber formado una pareja.
Solo una vez si se dieron afecto y fue un abrazo, pero el joven azabache se sintió mal al punto de querer vomitar por las miradas de los demás.
Pero nada cambio en su amistad y el propósito del porque andaban; aunque todos los veían como una pareja tierna, ellos seguían tratándose como amigos.
El seguía enamorado de su azucena, mientras que Nejire solo hacia eso por sus amigos; además de que empezó a entablar conversación con el chico de la cafetería de la última vez.
Ahora sin nadie que sospechara, el de orejas puntiagudas podría acercarse a ____ que no la había visto desde que comenzó el plan junto con la peli celeste.
– Bueno aquí te dejo Tamaki-kun– Hablo Hado en forma baja para que solamente el contrario escuchara
– ¿Estas segura que esta aquí y no con Mirio?... - Cuestiono el ojo índigo.
Asintió Nejire – Esta con unos amigos suyos en las áreas verdes, no debes de que preocuparte yo lo vigilare y si llega a venir para acá yo te aviso por mensaje –
– No hay de que para eso están los amigos, suerte con tu chica corazón de pollo – Le guiño el ojo y se alejo del lugar dejando solo al joven enfrente de las puertas de la biblioteca.
"Vamos Tamaki tu puedes..." — Se animo así mismo el joven tomando aire y dejándolo salir, para finalmente abrir la puerta del lugar.
Varias estanterías de tonos café cremoso, repletas de libros de colores obscuros o llamativos invadían el lugar silencioso en dónde solo se oía el ruido de como alguien pasaba página de una hoja.
Empezó a caminar proveniente de aquel sonido, observando que había una que otra persona en el lugar no más de 3 o 4.
Punto a su favor; todos estaban concentrados en sus lecturas que no le tomaron importancia en quien había entrado.
Siguió adentrándose a las estanterías hasta que al final la vio...
En un asiento, sus manos sosteniendo un libro de tonos rojizos y sumamente concentrada en la lectura; y completamente sola.