𝘔𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘑𝘶𝘯

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—Levana, levántate

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—Levana, levántate. Vamos a llegar tarde —gritó Louise —. Báñate y cámbiate.

Louise estaba viva y yo también. Entonces, solo fue un sueño. No, no; era una pesadilla, una horrible. Necesito dejar de ver cosas tristes antes de dormir.

«Es que eres idiota» habló mi querido amigo, el señor conciencia.

Tú también. Fíjate que somos la misma persona.

«A veces, me pregunto cómo puede ser eso posible.»

Mi mejor amiga jaló las sábanas de la cama sin darme opción a reaccionar bien. Ella ya estaba vestida y lista para ir a la escuela.

—¿Cómo te levantaste tan temprano? —pregunté con sueño y queriéndome meter de nuevo a la cama.

—Tu mamá me levantó hace media hora antes de irse a trabajar —me informó con las manos a la cadera, como siempre cuando pensaba que decía algo obvio.

»Te trató de levantar a ti también, pero no despertabas así que se rindió. Incluso se disculpó conmigo por tener una hija tan vaga. Fue cómico.

—Siempre he sabido que mi madre y tú son como almas gemelas. No les voy a negar la felicidad, pero dejen de confabular contra mí —dije con una sonrisa cínica.

Louise me arrastró de las piernas, agarré el borde del colchón con mis manos para así no dejar que me saque de la cama. En el momento menos esperado, me soltó y reboté bruscamente sobre el colchón.

—¿Por qué hiciste eso? —le pregunté molesta y con una ceja alzada.

—Porque me voy a mi casa a sacar los útiles escolares que necesito para hoy. —Me miró y me dio una pequeña advertencia, media orden y media amenaza: —Tienes que llegar a la escuela antes de que toque la campana.

—Como desees, mami —me burlé.

—Dile eso a tu madre y te revienta la cara, Levana.

—Sí, cierto —contesté con un atisbo de miedo.

Mi mejor amiga me dio un beso en la mejilla y se fue a coger su mochila del mueble. Abrió la puerta y la vi correr a su casa desde la ventana de mi habitación que se hallaba en el segundo piso.

Me paré para dirigirme al baño. Cuando me entré a bañar me di cuenta de que el champú que estaba en la repisa flotante, era de una nueva fragancia. Seguro mi madre la había cambiado. Me acerqué y leí mejor la etiqueta. En letras verdes la palabra "Menta" se alzaba como protagonista. Al menos, su elección no fue tan mala. Amo la menta.

Me bañé rápido, no porque le tuviera miedo a mi mejor amiga sino porque tenía que llegar temprano debido al examen de inglés que teníamos a primera hora.

Salí corriendo con mi mochila al hombro, escuché unos gritos que salían de la casa de mi mejor amiga. Toqué la puerta, Louise me abrió.

—¿Vamos ya? —le pregunté.

Amor de subterráneoWhere stories live. Discover now