-Pasa, Sakura, está haciendo frío afuera.

-Gracias, sensei. Hace más frío que otros días, y sospecho que a partir de ahora todas las noches serán iguales.

-Ven, te prepararé un té.

Sakura asintió con una sonrisa, observó que el ninja todavía tenía algunas vendas, en las manos y en los tobillos, seguro que la médico interrumpió su rutina. Comenzó a quitarse el abrigo, para su sorpresa el ninja se colocó detrás de ella y le ayudó con gentileza a quitarse el abrigo y a colgarlo en la puerta; cuando terminó puso las manos sobre sus hombros.

-Luces hermosa.

-Gracias, sensei.

El ninja puso una de sus manos en la cintura y la guió hasta la cocina. No hubo ninguna reacción de incomodidad o de tensión, se estaba acostumbrando a él, a su toque. Esa misma tarde, Sasuke había hecho algo similar, pero el resultado había sido diferente, o por lo menos le pareció que la kunoichi se tensó bajo esas manos.

Kakashi, que caminaba a un lado de Sakura, tenía una posición muy adecuada para poder verla, ver el escote no tan bajo pero sí suficiente para provocarlo, sospechaba que la joven no usaba sostén y esa era una hipótesis que deseaba comprobar; cuando le quitó el abrigo pudo notar que el vestido era corto, lo necesario para mostrar las piernas de la joven y desear recorrerlas, fantasear estar entre ellas. La piel blanca de la joven contrastaba por el vestido negro; y la tela sedosa destacaba más la suavidad de su piel. Sin duda que Sakura comenzaba a ser más segura de su propio cuerpo, comenzaba a explorar su sensualidad y Kakashi era el que disfrutaba de ese descubrimiento. Era un hombre afortunado.

Llegaron hasta la cocina, Kakashi puso el té a calentar, y cuando se giró para ver a Sakura, ella ya estaba sentada en la mesa, al ninja no le quedó más remedio que sonreír, de ninguna forma iba a protestar, su ex alumna lucía muy bien ahí, ni loco le pediría que se bajara. Se acercó, y para su sorpresa, ella tomó una de sus manos y comenzó a quitarle la venda. Nunca habían hecho algo parecido, una atención que parecía tan simple, ella la realizaba de forma cuidadosa y cariñosa. Kakashi se quedó sin palabras, y cuando terminó con una mano, le siguió la otra. Más allá de esa ninja con una asombrosa fuerza bruta, con una voluntad de hierro, pudo ver a una mujer dulce y amorosa, atenta, cariñosa, con gestos así de tiernos.

-Es difícil dejar atrás la vida ninja, creo que en realidad nunca dejas de ser uno, aunque estés en un escritorio- comentó ella con una voz delicada, con una sonrisa preciosa.

-Tienes razón, ya ni siquiera debería ponerme estas vendas; y sin embargo, lo hago cada mañana, algunas veces me olvido que están ahí- el ninja, ahora con las manos completamente libres, acarició una de las mejillas de la jovencita y se atrevió a darle un beso en la mejilla, tenía la máscara puesta, pero de igual forma se sintió muy personal. Se alejó para servir el té y le ofreció una taza a la jovencita que le sopló un poco antes de beberlo.

-Gracias, sensei- dijo después de un rato.

-Seguro que el camino fue un poco frío con ese vestido. El abrigo no te cubría mucho.

-Fue un trayecto corto y el té ha terminado de quitarme el frío.

-Es una lástima, tenía algo en mente por si aún tenías frío- Sakura sonrió por ese comentario y dejó la taza vacía en la mesa.

-Pero ya me he terminado el té.

-¿Y quieres un poco más?

-En realidad prefiero la otra alternativa.

El ninja también sonrió, Sakura era buena para juguetear en ese tipo de situaciones, entendía bien las indirectas y las continuaba con naturalidad. Kakashi separó las piernas de Sakura y se colocó entre ellas, quedaron frente a frente, compartiendo una mirada significativa, llena de confianza, una sonrisa cómplice. Después de una sola noche ya existía ese nivel de confianza tan natural, ahora entendía parte de la razón por la que lo buscó a él. Y la razón de él para aceptar.

LAS ENSEÑANZAS DEL HOKAGEWhere stories live. Discover now