Capítulo 23: "¿Por qué?"

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Habían quince minutos de caminata hacia los dormitorios, y Bakugō debatió su decisión en cada uno de ellos. Pronto sus pies pisaron el pasto, y notó con desdén que ya se encontraba en la zona residencial de los alumnos. Él siguió el camino, deteniéndose en el área comunal afuera de los dormitorios.

Para su desgracia, no tuvo que esperar mucho, y después de unos minutos, escuchó las pisadas de alguien en el pasto.

Bakugō levantó la vista y observó al pelirrojo. Kirishima tenía los ojos hinchados y su nariz estaba roja. Su cabello no estaba arreglado en su usual estilo, ahora estaba liso y pegado a su rostro.

Ambos se miraron en silencio.

— ¿No vas a decir nada?

Bakugō bufó— ¿Yo? Tú empezaste todo el maldito problema —inmediatamente, el rubio sintió su irritación aumentar—, y tienes el descaro de actuar como si yo fuera el culpable.

— Ese es tu maldito problema, Bakugō —el chico se acercó, apuntándolo con un dedo—. Nunca aceptas que las cosas son tu culpa. No tienes sentido de culpabilidad y te niegas a las consecuencias de tus acciones.

El rubio se detuvo, momentáneamente atónito— ¿De dónde salió eso, idiota? ¿Por qué no mejor me dices cuál es tu maldito problema? ¿Crees que ignorándome vas a ganar algo?

El pelirrojo alzó sus manos, como si estuviera frustrado— ¿Mi maldito problema? —su voz aumentó de volumen—. Mi maldito problema eres tú.

Bakugō inesperadamente sintió sus ojos arder y apartó la mirada. No sabía cómo se suponía que debía de responder a eso—. ¿Qué?

— No —el pelirrojo dijo, firmemente—. Ahora es mi turno de hablar. He estado un mes observando cómo te alejas de nosotros, como si yo fuera ajeno a ti. Me pregunté día y noche si había hecho algo para que me cambiaras de esa manera, pero ahora me doy cuenta de que el problema siempre has sido tú. Tratas a las personas como si fueran juguetes y los cambias cuando hay algo mejor. ¿No fue así como terminó tu amistad con Midoriya?

— Te dije eso en confianza, maldito —la impotencia parecía querer ahorcarlo. Ahora entendía por qué las personas evitaban pelear con sus mejores amigos. Ellos tenían toda la información para usar en tu contra.

— Ni siquiera te atreves a admitir que es verdad.

Bakugō rugió— ¡Porque no es verdad!

Kirishima rio, sarcástico. Ambos se detuvieron, analizándose.

El pelirrojo se dio media vuelta, evitando la mirada del rubio— ¿Si quiera te importamos? Puedes pasar días sin siquiera dirigirnos una palabra, y cuando lo haces, todo es sobre Midoriya y Yagami. No te importamos en lo más mínimo.

Bakugō lo observó caminar. Furioso, lo tomó de la camisa— Basta de evadir mis preguntas, imbécil. Dime en este instante cuál es tu maldito problema porque estoy harto de este estúpido monólogo —ante el silencio del pelirrojo, el rubio lo soltó—. Escucha, soy la primera persona en admitir que soy un maldito imbécil, pero si quieres una estúpida disculpa, tienes que decirme que hice mal.

— Ya te dije que-

Bakugō lo interrumpió— Esto no es sobre eso, o al menos no es lo principal.

Kirishima finalmente se volteó a encararlo. Las manos de Bakugō estaban apretadas en puños, escondiendo que en realidad, estaba temblando. Los labios del pelirrojo estaban apretados en una señal de enojo y frustración, pero aún así se negó a hablar.

— Vamos, cabello de regla —Bakugō lo empujó—. ¿No te sentías muy valiente ignorándome? ¿No te sentías indignado? ¿Acaso no alejaste a nuestros amigos de mí por este estúpido drama?

Kirishima tomó el brazo del rubio fuertemente— Tú nos alejaste.

— ¡¿Cuándo hice eso?! —exclamó indignado y frustrado, quitándose del agarre del pelirrojo.

— ¡Lo hiciste durante todo el estúpido mes! —gritó Kirishima, acercando su rostro al del rubio—. ¡El año pasado jurabas que nunca le hablarías de nuevo a Midoriya y este año casi te besas con él en la maldita fiesta de Halloween! ¡Y ni siquiera hablemos de Yagami!

Bakugō lo empujó— ¡Sorpresa! No es de tu puta incumbencia lo que haga, idiota. Yo puedo cambiar de parecer cuando se me de la puta gana. Además, no hay nada entre nosotros.

— ¡Sí es de mi incumbencia! —Kirishima rugió—. ¡¿Por qué él?! ¡¿Por qué ella?!

Bakugō inició su quirk, harto de la situación. Claramente ellos no resolverían nada hoy, y el cabello de mierda parecía perder la compostura con cada segundo—. ¡PORQUE SÍ!

Kirishima endureció su cuerpo, atrapando el brazo del rubio— ¡¿POR QUÉ ELLOS?! —Bakugō usó una explosión para soltarse de nuevo, y se alejó, tomando una posición preparada para el combate—. ¡¿POR QUÉ NO YO?!

Bakugō apagó su quirk por la sorpresa. Todo rápidamente quedó en silencio y solamente se escuchaban sus respiraciones.

— ¿Qué? —preguntó Bakugō suavemente.

El pelirrojo tenía sus manos encima de su boca, como si quisiera detener las palabras en su boca. Bakugō lo miró atónito, y un sentimiento de pánico creció en su interior. Toda la tarde él se había negado a creer que Kirishima estaba enamorado de él y tenía la esperanza de que todo fuera un grave malentendido.

Y sin embargo, en este momento, parado enfrente de su mejor amigo, no podía negar más la verdad.

— ¿Desde... Desde cuándo?

Kirishima tragó saliva y tardó en contestar— Desde primer año, después de Navidad.

Bakugō no podía decir nada. ¿Qué se supone que debería de hacer ahora? Los minutos pasaron rápidamente y los ojos del pelirrojo se llenaron de lágrimas. Bakugō apartó la mirada.

— Hiciste todo esto... porque tenías celos —intentó comprender. La impresión había hecho que se sintiera repentinamente calmado y separado de sí mismo. 

El pelirrojo asintió.

Bakugō sintió la culpa invadirlo gradualmente. De nuevo, su mente recorrió toda la amistad que tenía con Kirishima, analizando en qué momento le dio señales de querer tener una relación como más que amigos.

— Bakugō...—Kirishima intentó tomar la mano del rubio, pero fue apartado con un firme empujón.

Bakugō tragó secamente y por primera vez en su vida, hizo algo cobarde. El rubio dio media vuelta y caminó lejos de ahí, escuchando los llamados de su mejor amigo rogándole que regresara. Los ojos de Bakugō ardían y su garganta se sentía cerrada.

El recorrido al dormitorio pasó bastante rápido y pronto se encontró con la puerta abierta de la casa. Bakugō entró rápidamente, chocando con _____, quien parecía estar intentando quitar una decoración de la puerta.

— ¡Psycho! Bienvenido a casa, ¿Cómo te fue?

Bakugō la ignoró, apartándola de un empujón y subiendo a su habitación en cuestión de segundos. Una vez ahí, se aseguró de cerrar la puerta con seguro y tomó uno de los peluches de su cama, volándolo en pedazos con su quirk en cuestión de segundos.

Su pánico se transformó en irritación y en enojo. Se sentía ofendido, de una manera extraña, aunque sabía que no tenía derecho a sentirse así. Sus venas hirvieron al recordar la cara de Kirishima, y sabía que el chico regresaría al dormitorio, aumentando su miseria para recibir consuelo de los demás.

Sus manos explotaron otro peluche.

¿Qué se supone que debería hacer ahora?

ɢʜᴏsᴛ sᴛᴏʀʏ [Bakudeku y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora