Yo lo amaba, pero el destino nos separó.

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Lo siento, señora, por lo que va a escuchar.
Se que él vino a decirle usted los susurros de su corazón
Y por eso acudo a usted hoy, para remendar mi alma y conciencia.

Escúcheme por favor, pues no he de mentir, la muerte de él me pesa con profundidad.
Era una tarde de verano, yo escribía una carta para expresarle mi amor,
anhelante, señora no se vaya ¡esperad!
Lo que digo yo es difícil de creer, lo se,
pero nada pude hacer ante la noticia que me dio mi padre ese día.

Lloré, grité y me revelé pero de nada servia ¡de nada! Pues no me escuchaba.
Mi padre, codicioso, aceptó casarme con un hombre que yo no conocía ¿y qué hice? ¡Me alejé de él, señora! Pero lo hice por amor.

Una noche llegó a mi casa y lanzó piedras a mi ventana con la esperanza de verme.
Yo hice tripas corazón y le dije: vete.

Me casé, señora, y el día de la boda él llegó con un arma en la mano, pensé que venía a salvarme pero me equivoqué.
Lo miré. Me miró. Se disparó.

Adiós, gracias por escucharme y ahora he de partir, mi amor me ha esperando mucho tiempo.
¡No me tenga, señora! Ya todo ha acabado.
Mi alma se reunirá con lo que no tuvo mi cuerpo.
Pues esta es la historia de un amor abandonado.

Poemas de una chica sin vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora