Los demonios sufren

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Una tormenta eléctrica lo obligó a desconectar sus aparatos electrónicos más costosos. Estaba realizando cada desconexión por inercia como un zombie, ya que su mente estaba sumergido en miles de pensamientos distantes.

Anthony escuchaba la lluvia fuerte y los relámpagos desde las afueras del departamento, pero ese mal clima era la menor de sus preocupaciones. Suspiró luego de desconectar su celular que estaba cargando batería y observó de forma miserable el cable entre sus manos.

El año estaba acabando, después de tanto tiempo.

“Debo pedir ese estúpido deseo.”

Suspiró con un enorme pesar en el espíritu. Últimamente había pasado momentos tan cómodos y memorables con Alastor que había olvidado la importancia del deseo. Sin embargo, no podía ir en contra del tiempo. El reloj de arena aun seguía corriendo sin cesar.

—Humano...

Una voz baja y temblorosa lo sacudió. Se giró muy alarmado hacia atrás y se asustó mucho, nunca había escuchado a Alastor hablar de una forma tan débil y temerosa antes.

El demonio radio dio pequeños pasos hacia adelante, luego cayó de rodillas en el piso y se sostuvo la cabeza fuertemente, al mismo tiempo que feroces ramificaciones de electricidad rojiza cubrían sus alrededores por escasos segundos. Alastor abrió sus ojos espectrales y estos se volvieron negros con iris carmesí. Era como si estuviera perdiendo el control de su propio cuerpo.

—¡¿Alastor?! ¡¿Qué sucede?! —exclamó Anthony al llegar a su lado y arrodillarse ante él. La electricidad no le hacía daño a él, solo al mayor.

—Una tormenta —apretó su cabeza entre sus garras y su cuerpo sufrió algunos espasmos debido a las descargas de estática del ambiente. Todo era culpa de ese terrible clima—. Es muy fuerte...

Anthony entró en pánico. Se levantó y salió corriendo con todas sus fuerzas para traer la radio vieja desde la cocina, la dejó a un lado de Alastor y observó al pelirrojo con tanta preocupación que pensó que podría morirse de la angustia ahí mismo.

—Vuelve a la radio... Quizá... Q-Quizá si entras... —la voz del rubio temblaba, Alastor parecía estar sufriendo de mucho dolor y tenía mucho miedo de que cualquier cosa mala le sucediera.

—No puedo... —el demonio lo miró con lágrimas negras brotando de sus grandes orbes oscuros— Está dañándose con la estática de la tormenta y no puedo entrar —analizó la radio, la cual emitía una irregular estática aguda y grave que no hacía más que cambiar de un momento a otro debido a lo descompuesta que estaba.

Alastor gimió muy asustado y adolorido, se cubrió el rostro con ambas manos y sufrió repentinos y horribles espasmos cada vez que los truenos caían y se estrellaban contra la tierra de lugares lejanos de allí.

Los rayos eléctricos envolvían su cabeza, emitía sobresaltos y delgados hilos de electricidad roja, los cuales cubrían su cuerpo repetidas veces. Estos le hacían producir humo negro desde sus extremidades, como si se estuviera quemando. Era una escena espantosa de ver.

Anthony no pudo hacer nada que no fuera contemplarlo absolutamente horrorizado.

“No quiero que sufra. Odio… verlo sufrir.”

El demonio no hacía más que retorcerse en su lugar, no dejaba de emitir sollozos de sufrimiento como si estuviera siendo herido. No podía volverse sombras por lo débil que estaba y no podía esconderse en su radio. La única opción que le quedaba era esperar que la tormenta acabara, pero… ¿Cuánto tiempo podría tardar eso?

Anthony se sostuvo el pecho con sus manos y mantuvo su vista alterada y soberanamente afligida hacia el sufrimiento que estaba padeciendo el contrario. Su cabeza se nubló ante ese dolor, ante la horrible escena frente a sus ojos.

Alastor, la persona que le sonreía de forma linda y le tomaba las manos todas las noches cuando caminaban juntos… estaba sufriendo como nunca antes había visto.

—Deseo...

Iba a hacerlo. Definitivamente iba a hacerlo. Si esa era la única forma de que dejara de sollozar de sufrimiento y de ya no ser herido por esos relámpagos y truenos, lo haría sin dudar. Anthony, con sus ojos derramando gruesas lágrimas brillantes, apretó sus puños contra el piso y lo contempló repleto de la más sincera desesperación.

—Alastor... Yo deseo ahora mismo que...

—¡NO!

Alastor se lanzó hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas, enterrando sus uñas en el cuerpo ajeno. El demonio se dio cuenta de lo que iba a hacer, del terrible descuido y error que iba a cometer. No podía permitírselo de ninguna manera. Gruñó bajo el dolor de su propia estática y cerró sus ojos con lágrimas brotando, sin la capacidad de soltar a Anthony en esa clase de momento de debilidad.

—Estoy bien... —no lo estaba, pero debía soportarlo con todas sus fuerzas— Solo necesito que te quedes conmigo hasta que la tormenta finalice. ¿Puedes... puedes hacer eso? —sollozó bajando sus orejas de ciervo con mucha vergüenza— Somos amigos... Los amigos acompañan.

Anthony mantuvo sus ojos grandes y atónitos mirando hacia la nada misma, sus lágrimas no dejaban de surgir. Cuando reaccionó, se aferró a Alastor tan fuerte que llegó a pensar que lo lastimaría, pero no lo hizo. Lloró en su pecho, no quería perderlo, no quería que nada horrible le pasara, no quería que llorara. Lo único que deseaba era que Alastor fuera feliz y sonriera todo el tiempo.

La tormenta terminó a eso de las tres de la mañana.

El demonio, para ese entonces, se quedó dormido sobre la cama de Anthony mientras algunas lágrimas pequeñas seguían fluyendo desde sus ojos aun en sus sueños. El rubio se quedó sentado a su lado luego de abrigarlo con mantas… formó una expresión de preocupación y le secó las lágrimas con su pulgar.

“Está agotado… Sufrió mucho. Los demonios también pueden sufrir.”

Se mordió los labios y se recostó al lado de Alastor. Entrelazó sus dedos con una de sus manos y la sostuvo fuerte, quería darle fuerza aunque estuviera profundamente dormido.

“Iba a pedir mi deseo, iba a pedir que la tormenta cesara solo para que Alastor dejara de llorar.”

Jamás pensó… que Alastor era tan frágil ante algo tan natural como una tormenta. Pero era un demonio que estaba totalmente asociado con las radios más vulnerables después de todo, las antiguas que eran muy propensas a romperse de esa forma.

“Pero si hacía eso, él iba a desaparecer y volver al infierno. Me detuvo justo a tiempo.”

Lo abrazó. Apegó la cabeza de Alastor contra su pecho y besó su cabeza. Sin duda, quería protegerlo. Estaba demasiado enamorado de él.

“El año está por cumplirse y yo... No quiero que se vaya nunca.”

Dancing with the Devil ⋆ RadioDust ⋆Where stories live. Discover now